Género de himenópteros apócritos (suborden de himenópteros, que incluye avispas, abejas y hormigas. Son las formas más avanzadas de los himenópteros de la familia Apidae, que contiene unas 40 especies o más).
Melipona scutellaris (Foto: Denise Alves).
Este tipo de abejas son insectos sociales que viven en colonias diversificadas en castas de obreras, machos y reina. Se diferencian del resto de los miembros de Apidae por su aguijón vestigial, atrofiado o no funcional (sin uso aparente), su venación reducida en las alas anteriores y los ojos compuestos. Son reconocidas por su pequeño tamaño (la mayoría de 15 mm de largo), relativa ausencia de pelo y abdomen no puntiagudo. Aunque por las características de su aguijón no pueden ocasionar lesiones a los enemigos mayores, al ser agredidas se lanzan en grupo sobre aquellos que amenazan el nido (como el hombre, al que se le arrojan introduciéndosele en las fosas nasales, oídos, pelo y ojos, cuando trata de aprovechar sus productos).
Aunque también muerden, la mordida es inapreciable; algunas depositan un fluido originado en las glándulas que se localizan en la base de las mandíbulas, de consistencia pegajosa. Al igual que las abejas mieleras europeas, son insectos sociales; viven en colonias diferenciadas en castas de obreras, machos y reina, pero a diferencia de aquéllas la reina es fecundada solamente una vez y por un solo macho.
Las abejas sin aguijón son generalmente benéficas debido a su actividad polinizadora, aunque ocasionalmente dañan cultivos de frutales, especialmente cítricos, cortando las flores que usan para construir sus nidos.
Este grupo de abejas tiene sus orígenes en África. En la actualidad se encuentran en todo el Continente Americano y otras partes del mundo, con más de 500 especies distribuidas en las zonas tropicales principalmente.
Las abejas sin aguijón representan un grupo de organismos culturalmente muy importantes para los nativos del país, ya que han sido históricamente una fuente de alimento y medicina natural durante miles de años. Aunque, es necesario decirlo, ahora, en áreas urbanas el conocimiento tradicional acerca de los usos y beneficios de los productos de estas abejas se ha venido perdiendo debido a la separación de los habitantes citadinos con el medio rural.
Sus nidos (colmenas), de construcción única u original, están siempre densamente poblados. Muchos son construidos en cavidades naturales, usualmente en el suelo o en los huecos de troncos de árboles, aunque es frecuente encontrarlos en sitios raros como en esqueletos de animales o, incluso, en nidos de termitas u hormigas.
Estas abejas son parte de nuestra cultura, ya que desde antes de la Conquista española los nativos sabían de la importancia que la miel y la cera tenían para su subsistencia, productos que les proporcionaban comida y elementos para la sanación de sus males, además de otros usos. A la miel de estas abejas, conocida como “miel de palo” o “silvestre”, se le atribuyen mayores propiedades medicinales que a la de abejas domésticas, siendo empleada para tratar afecciones de la nariz, oído, garganta, pulmones, heridas y quemaduras. También fueron objeto de pago tributario, tanto antes de la llegada de los españoles, como al arribo de éstos.
La miel y la cera fueron productos comercializados por los indígenas para pagar los impuestos a los colonizadores, quienes exportaban a España la miel y la cera; ésta última se conocía con el nombre de cera de Campeche.
Los pobladores nativos sostienen que la miel de la melipona es buena para agudizar la vista, y también para curar inflamaciones en los ojos.
La cera también cuenta con aplicaciones precolombinas que actualmente continúan en boga entre los habitantes de los diferentes poblados rurales, sobre todo. Se aplica para la manufactura de velas, artículos contra el agua y formación de íconos religiosos. Es un adhesivo común, material para relleno y lubricante.
Desafortunadamente, esta abeja fue desplazada poco a poco con la introducción al país de la abeja europea. No obstante, la miel de la melipona es tan apreciada que se cotiza entre $200.00 y $300.00 el litro, a diferencia de la otra, mucho más barata.
Los nativos, en las áreas rurales, suelen cultivar las abejas en troncos que cuelgan desde los techos en la parte posterior de sus casas.
En el estado de Guerrero se conocen desde tiempos muy antiguos varias especies de abejas productoras de miel, algunas con aguijón y otras sin él, que la gente del campo aprovecha para varios fines, entre otros, para consumo directo de la miel, y la cera, para fabricar velas y como pegamento. Se emplea también como medicina que cura (miel y cera) diferentes padecimientos, como heridas, tos, dolor de garganta, sacar espinas, hacer madurar granos, tlacotes, etc.
Entre las abejas sin aguijón (meliponas y trigonas), una de las especies del estado de Guerrero más destacada por su producción de miel de buena calidad es la Melipona fasciata guerreroensis. Es una especie de abejas silvestres que se reproducen en nuestra entidad desde tiempos muy remotos. Versiones tradicionales narran la costumbre de ciertas personas que se dedicaban a cosechar la miel y cera de las abejas silvestres para venderlas en los pueblos de la Tierra Caliente, a quienes les llamaban los Colmeneros.
En la historiografía del estado existen muchas referencias sobre los colmeneros o mieleros (Danièle Dehouve, Entre el caimán y el jaguar. Los pueblos indios de Guerrero), donde se expresa la importancia que representaba en la economía de los nativos.
En la cultura mexica los productos apícolas fueron muy apreciados, siendo cobrados los tributos con cera y miel de abejas.
Esta abeja era, junto con el perro y el guajolote, uno de los tres animales domésticos más preciados del México precortesiano. En la antigüedad tuvo una gran importancia mágico–religiosa y en la alimentación.
En Guerrero, como en otras regiones tropicales del país, las meliponas se explotan desde tiempos prehispánicos para producir miel (muy estimada por su exquisito sabor y uso en la preparación de remedios de la medicina tradicional), y cera que se utiliza como aislante y material didáctico en las escuelas. Es considerada de las abejas nativas más rendidoras, ya que el promedio por colonia y por año es de 3 a 6 kg, y el número de abejas por colonia menor de mil. Además de producir miel, las meliponas son polinizadores eficaces de la vegetación silvestre y de numerosos cultivos a campo abierto o protegidos en invernaderos y túneles.
Aunque los productos de la industria azucarera y la apicultura doméstica han intentado acabar con la meliponicultura nacional, hasta ahora no lo han logrado, y nada ha substituido el sabor exquisito de sus mieles ni la necesidad de sus productos para elaborar remedios tradicionales.
Las principales amenazas sufridas son: la deforestación, la fuerte contaminación del medio, el uso indiscriminado de agroquímicos y la pérdida o desconocimiento de tecnologías eficaces para manejar los meliponarios. Ha sido común que se desconozcan métodos eficaces para propagar las colonias; se ha carecido de procedimientos para evitar la parasitosis de un fórido (mosquita) que destruye las crías.
Sin embargo, últimamente ya se están realizando investigaciones para su mejoramiento en el manejo productivo y reproductivo; dichos estudios están sustentados en información científica; para eso, se ha estudiado la construcción de sus nidos y se conocen reglas que gobiernan la estructura y ciclos de reproducción de las castas y sus relaciones con la estación del año, recursos florales y poblamiento de la colonia; se ha determinado la composición química del alimento larval de algunas especies; y, además, se ha observado el pecoreo estratificado por especie y por hora del día. Finalmente, ya se dispone de métodos simples para evitar que los fóridos (Pseudohypocera kerteszi) devoren las crías. Asimismo, se ha incursionado en la genética de la especie para mejorar su reproducción.
Desde el año 2000, integrantes de un grupo de investigadores de la Universidad Autónoma de Chiapas han asesorado a cafetaleros de Atoyac, Guerrero, en la captura, propagación y manejo de colonias silvestres de meliponas y otras abejas sin aguijón. Ya en 2002, había en las comunidades de La Estancia y El Paraíso 180 colonias de meliponas y 400 de trigonas.
Ahora, un grupo de 72 mujeres de la organización Mujeres Juntas Enfrentando Retos, del municipio de Atoyac, impulsan un proyecto para distribuir la miel melipona. Una de las participantes indicó que las explotaciones de estos ápidos están distribuidos en los poblados de El Cerro Prieto, San Vicente de Jesús, Santiago de la Unión y El Quemado, en la sierra de Atoyac. El objetivo es producir miel melipona ya con una visión microempresarial.
Esta miel, rica en nutrientes y propiedades curativas, también se conoce como “miel de palo” en Guerrero. Tiene un alto valor en el mercado interno e internacional, al grado de que ya hay propuestas para exportarla a Europa.
(EA