Semana Santa en Taxco

Uno de los atractivos turísticos más importantes que tiene el estado de Guerrero es la celebración de la Semana Santa en Taxco, ceremonia litúrgica conmovedora e impresionante, única en toda la República Mexicana. Parte fundamental en su desarrollo lo constituyen las dramáticas procesiones donde las imágenes religiosas son acompañadas, a lo largo de las empedradas calles de la ciudad, por cofradías de penitentes encapuchados, vestidos de negro y arrastrando cadenas que llevan sujetas a sus tobillos.


Esculturas de bronce de tamaño natural que representan a los encruzados, a los flagelantes y a las ánimas.

El inicio de esta tradición, debida a la gran religiosidad profesada por los habitantes de este pueblo minero, data, según los cronistas, de 1598, aunque en los archivos de la parroquia de Santa Prisca y San Sebastián se encuentran los registros de los primeros permisos otorgados por la Iglesia para celebrar una procesión del Cristo del Santo Entierro, en 1600. Esta celebración, que continúa hasta la fecha, se lleva a cabo, según lo marque el calendario católico, en el mes de marzo o abril, de acuerdo con el edicto del Concilio de Nicea, que en 325 estableció que la Pascua o Domingo de Resurrección se realizara el primer domingo que sigue a la luna llena que aparece después del equinoccio de primavera.

Desde 40 días previos a la Semana Mayor, se realizan ceremonias con motivo de los Seis Viernes de Cuaresma, correspondiendo a cada parroquia un día: el primer viernes a Tecalpulco; el segundo, a Acamixtla; el tercero a Tehuilotepec y Taxco el Viejo; el cuarto a La Veracruz; el quinto, se lleva a cabo en Atzala; y, el sexto, en Paintla.

Comienza con el domingo llamado de Carnaval, fiesta profana que representa el desenfreno y despedida de los placeres de la carne; antiguamente se celebraba con gran entusiasmo por los jóvenes, quienes se daban cita en el parque Guerrero o en el jardín Borda y, en medio de una lluvia de cascarones pintados de colores y rellenos de confeti, bailaban amenizados por alguna orquesta local, mientras los mayores descansaban en las bancas, gozando de aquel ambiente lleno de júbilo. El lunes y martes se prosigue con el festejo; antes, en algunas casas se organizaban bailes de disfraces y obsequiaban refrescos, sangría, pastelitos, rosquillas, soletas y la llamada “fruta de horno”. Este ambiente provinciano no ha sido reemplazado del todo, pues se sigue festejando en las calles y jardines del lugar, agregándose ahora los diferentes antros, bares, discotecas y restaurantes, para todos los gustos, y que son muy concurridos, tanto por los visitantes, como por los lugareños.

El miércoles que sigue al Domingo de Carnaval es el de Ceniza, día en que propiamente inicia el tiempo cuaresmal. Los fieles locales acuden desde temprana hora a la iglesia, para que el sacerdote, con la ceniza de las reliquias quemadas, imponga el signo de la cruz en la frente y recuerde a cada persona el origen de nuestra humanidad: “polvo eres y en polvo te convertirás”. El precepto es que a partir de ese día y hasta terminar la cuaresma, los fieles deben abstenerse de comer carnes rojas, así como ayunar los miércoles y viernes de cada semana; esto último, así como evitar diversiones, visitas y ruidos en señal de respeto, que en tiempos pasados se cumplían rigurosamente, se ha perdido en aras de una sociedad cuyos valores están fincados en el consumismo y la diversión.

La gastronomía de esos días es rica, variada y abundante; tradicionalmente se preparan tortas de arroz, de papa, de ejotes, de habas, así como pescado fresco o seco, en sus diferentes variedades, huauzontles, flor de zompantle en chile rojo, chiles rellenos, calabacitas, nopales, y sin faltar los postres preparados con la sazón de antaño.

El Domingo de Ramos o de Pascua conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, entre una muchedumbre que lo aclama con ramas de olivo, palmas y flores; así comienza la Semana Mayor. Desde muy temprano, los fieles se concentran en el poblado de Tehuilotepec donde inician la procesión, organizándose para conducir, en andas, las imágenes representativas de la ceremonia de ese día, siendo la principal San Ramos o San Ramitos; en su recorrido visitan la capilla de San Martín de Porres, en el barrio del Chorrillo, el templo del exconvento de San Bernardino de Siena, hasta la parroquia de Santa Prisca y San Sebastián; ahí son recibidos por el sacerdote, los cantores y los monaguillos, quienes entonan los salmos y dan acceso a la procesión en medio de una aglomeración que porta ramos de laurel y palmas hermosamente entretejidas que son bendecidas por el cura.

A partir del Lunes Santo, los fieles inician una serie de procesiones que se verifican por las noches, partiendo de los demás templos de la ciudad o, incluso, de alguna población cercana; al son de las chirimías, caminan, con las imágenes de sus correspondientes capillas en andas, los empedrados callejones de Taxco, hasta llegar al sitio de reunión: la plazoleta del templo de San Nicolás Tolentino, para iniciar de ahí el tradicional recorrido, que es conocido como laProcesión de las Vírgenes, que son alrededor de 30; la imagen principal es la de la Natividad, que va hasta el final, mientras que, a la vanguardia, abriendo paso y protegiendo a las vírgenes impacta la imagen de San Miguel Arcángel; así, los fieles, emprenden la marcha graves y silenciosos, al constante toque de los tambores, llevando velas encendidas cuya cera al escurrir les va quemando las manos. Participan también mujeres penitentes que van descalzas y visten de blanco. Recorren el templo de la Santísima Trinidad, el de la Santa Veracruz, el exconvento de San Bernardino de Siena, la parroquia de Santa Prisca y San Sebastián, para regresar al punto de partida.

El Martes Santo corresponde a laProcesión de las Ánimas y encabeza San Nicolás Tolentino, una escultura de proporciones semejantes a un humano, vestido sólo con un faldón negro, descubierto del rostro y una aureola en la cabeza, crucifijo y rosario en mano, con evidentes muestras de flagelación y brotes de sangre en la espalda; en su mano, una disciplina que es una variante de fuete, pero con agudos punzones o clavos de acero; le siguen las Ánimas Benditas del Purgatorio, la Santísima Trinidad, así como las imágenes de los arcángeles San Rafael y San Gabriel; es la más concurrida, por participar en ella penitentes de uno y otro sexo, que van divididos en tres grupos: encruzados, flagelantes, y ánimas. Los hombres llevan el rostro cubierto con una capucha negra llamada capirote, que se ciñe por el exterior de la cintura con un lazo tejido con la crin de caballo, llamado cabestro, de 15 cm de ancho; van descalzos, arrastrando cadenas, y el torso descubierto; los encruzados cargan un rollo de 2.5 m de largo compuesto por 144 varas de zarzas con espinas, de un peso aproximado de 50 kg, lo amarran con el cabestro a sus brazos pasando por el cuello y entre la boca como mordaza, haciendo sangrar su cuello y espalda; los flagelantes cargan una cruz de madera de 3 por 2 m y 6 kg de peso, un rosario en una mano, y en la otra una disciplina hecha con crin de caballo y clavos con la que azotan sus espaldas, que lucen maceradas y sangrientas. Las mujeres van en otro grupo; cubiertas de negro y descalzas caminan completamente encorvadas llevando en los antebrazos un crucifijo de madera y un rosario; otras, velas o cirios encendidos en ambas manos, arrastran cadenas que les aprisionan manos y pies, produciendo un tenebroso sonido.


Ánimas

La identidad de estos participantes siempre permanece en secreto; lo hacen para cumplir una manda o promesa, expiar sus culpas, pedir por la salud y bienestar de algún familiar o de ellos mismos, pero nunca son improvisados, ya que deben registrarse, para ingresar, con un año de anticipación, tiempo en que practican diversos actos espirituales y asisten a pláticas que imparten los religiosos.

El Miércoles Santo se coloca una escenografía del “huerto de los olivos” en el atrio de la parroquia de Santa Prisca y San Sebastián, y los lugareños acuden con pájaros, loros y pericos en jaulas; hacia las 21.00 horas, sale la Procesión de La Santísima Trinidad desde el templo que lleva su nombre; es acompañada por los Apóstoles, el Cristo de los Plateros, San Judas Tadeo, Jesús El Buen Pastor, el Señor de la Misericordia, Santa Faustina Kowalska, Santa Cecilia, el Cristo del Coro, el Padre Jesús del exconvento de San Bernardino, entre otras imágenes de distintas capillas; años atrás, se acostumbraba llevar también al Señor del Calvario, pero su rápido deterioro obligó a los feligreses a desistir de ello. Por supuesto, también participan los penitentes antes mencionados.


Flagelantes

El Jueves Santo, la procesión parte de la comunidad de Xochula, presidida por el Cristo de ese lugar, hasta el templo de Santa Prisca y San Sebastián, que luce grandioso y solemne, en donde, toda la mañana, una imagen de Jesús permanece en el atrio adornado como el Huerto de Getsemaní; por la tarde, se lleva a cabo la simbólica ceremonia del Lavatorio, donde Jesús, representado por el sacerdote, lava los pies de sus discípulos y los invita a participar en la Última Cena, celebrándose así los Sacramentos de la Penitencia y la Sagrada Eucaristía. En el pórtico del templo se representa el Prendimiento, por actores locales, y se inicia la procesión que encabeza quien personifica a Judas Iscariote, seguido por Pedro, el pescador que busca a Jesús con un farolito encendido, y los soldados romanos. Se llega a la capilla de San Nicolás Tolentino, donde en una cárcel hecha para el propósito, se venera, toda la noche, al Divino Preso. A los lados, hay charolas con monedas benditas que los asistentes pueden tomar al dar su limosna. Por la noche, parte, del templo de La Santa Veracruz, la Procesión de los Cristos, seguidos por las hermandades de las Ánimas, encruzados y flagelantes. Recorren La Garita, Reforma, el exconvento de San Bernardino, el zócalo, y la Santísima, para llegar al templo de La Santa Veracruz.


El Prendimiento.

El Viernes Santo se lee el Sermón de la Sentencia de Jesús a las 6.00 de la mañana; a las 11.00, se organiza la Procesión de las Tres Caídas, que parte del templo de San Nicolás. La imagen de Jesús con la cruz a cuestas es conducida por la Vía Dolorosa, entre cantidad de fieles, penitentes y los sayones, que van leyendo de tramo en tramo la sentencia de muerte, hasta llegar a la plaza Borda donde se escenifican las tres caídas; en su recorrido lo acompañan las imágenes de la Santísima Virgen, La Verónica y María Magdalena, los lugareños que representan a los soldados romanos, los encruzados, los penitentes, y un grupo numeroso de niños vestidos de angelitos. A las 13:00 horas Jesús es crucificado, a las 16:00 horas se procede al Descendimiento del Cuerpo Santo y se regresa al exconvento de San Bernardino de Siena, donde se presenta a Cristo crucificado, y a su lado los ladrones Dimas y Gestas. Más tarde, es bajado de la cruz y depositado en una urna de cristal para llevarlo en hombros durante la llamada Procesión del Santo Entierro; van, también, la Santísima Virgen de los Dolores, la Magdalena, San Juan Evangelista, San Pedro, y los imprescindibles penitentes; cantores entonan los salmos correspondientes. Luego de varias horas, vuelven nuevamente al exconvento de San Bernardino para llevar a cabo la liturgia del día y la ceremonia del Pésame. A la medianoche, se inicia la Procesión del Silencio, en la que sólo figuran las imágenes de la Santísima Virgen de los Dolores, San Pedro y devotos enlutados que marchan solemnemente, mismos que velarán, durante toda la noche, al Señor del Santo Entierro, en su ataúd de cristal.


Descenso del Cuerpo Santo.

En el Sábado de Gloria se solicita a los fieles que guarden, durante todo el día, un absoluto silencio, en señal de luto y tristeza por la muerte de Jesús. Por la noche, en la iglesia de Santa Prisca y San Sebastián, hay misa solemne de Vigilia Pascual; a las 00:00 horas se celebra la misa de Resurrección, donde aparece la imagen del Señor vestido con una túnica blanca y se abre la Gloria; los soldados romanos que permanecían en el atrio caen desmayados por el impacto. En esta celebración, se bendicen el agua y los aceites; al primer repique de las campanas, se queman los judas; también se reparten, a niños y jóvenes, en forma jocosa, jalones de orejas y golpecitos con el chicote, para recordarles que deben tener un buen comportamiento; en las capillas se obsequian ramas de mastuerzo, laurel y palmas benditas para usarlas como reliquias y quemarlas cuando se presenta alguna tormenta o calamidad.

El Domingo de Resurrección es obligatorio asistir a misa, y los comerciantes que nuevamente venden carne obsequian a sus clientes bastones, banderitas, palomitas de zompantle y muchas curiosidades. Por la tarde, se lleva a cabo la Procesión de la Resurrección del Señor, que porta en su mano derecha un estandarte; le acompañan las imágenes de la Virgen María y San Miguel Arcángel; participan, además, las asociaciones católicas juveniles, y es la última de este tiempo cuaresmal.

En marzo de 2005 fueron instaladas en la parte posterior del antiguo exconvento de San Bernardino, sobre la calle principal, tres esculturas de bronce, tamaño natural, que representan a los penitentes que participan en las procesiones de la Semana Santa en Taxco. Una de ellas es una imagen de la hermandad de Las Ánimas; la otra, corresponde a un flagelado que carga una cruz al frente y lleva en la mano un cabestro (pequeño látigo adicionado con puntas de acero, con el que se azotan la espalda hasta hacerla sangrar), y la tercera, es un encruzado que carga un rollo de varas espinosas. Estas figuras constituyen un atractivo más para el turismo y son un homenaje a una tradición antiquísima, muy arraigada, que los taxqueños conservan con gran celo.

(HCB)