Lara, Marcha de

Marcha. Composición musical de Atenango del Río, hecha por la inspiración del músico guerrerense Gregorio Villegas, dedicada al sacerdote Procopio Isabel Lara, quien atestiguó el rescate del fondo de una mina abandonada los cadáveres de 27 hombres que formaron la última escolta del generalísimo José María Morelos.

Estos insurgentes acompañaban al caudillo que protegía a los hombres del Congreso que avanzaban rumbo a Tehuacán. La comitiva fue atacada el 5 de noviembre de 1815 por los realistas Villasana y Manuel de la Concha, en el paraje denominado Ixtlahuatipa cercano al pueblo de Temalac, que muchos llaman Temalaca, y con más frecuencia los historiadores denominan Tesmalaca. Actualmente pertenece al municipio de Atenango del Río.

El escaso número de soldados insurgentes se vio sorprendido en un descanso en ese lugar y fueron derrotados y hechos prisioneros. Se dio el enfrentamiento, que permitió que el Congreso se pusiera a salvo. Los que se enfrentaron fueron derrotados y tomados presos. Igual suerte corrió Morelos. Los realistas no reconocieron al general, a no ser por la denuncia del soldado Matías Carranco, quien, por razones personales, había abandonado las filas insurgentes pasándose al bando enemigo; y, encontrando la oportunidad, denunció al prisionero.

Al día siguiente de la captura, y estando frente a una cueva de mina abandonada, se fusiló a todos los de la escolta; arrojaron sus cuerpos en esa oquedad, lugar distante 5 km al noroeste de Temalac.

El lugar exacto fue localizado en 1949, a petición del doctor Arturo Figueroa Uriza, quien se interesó por ubicarlo. Era presidente municipal de Atenango del Río el señor Francisco Figueroa Gaytán, y los encargados de la búsqueda los señores Ildefonso Rufino, Maximiliano Salazar y Pedro Castillo. Por lo que habían contado en vida las tías de Idelfonso, María Petrona y María Micaela, el lugar era junto a la cueva del paraje Ixtlahuatipa, en una parte del cerro Tecaballo. Poco después, con el apoyo de Agustín Vergara, descendiente directo de Juan Vergara, guía que fuera también de los realistas, localizaron el lugar: una cueva natural a 300 m de la mina, donde fue hallada la osamenta.

Rescataron los restos y fueron llevados al ayuntamiento. Por intervención del padre Procopio Isabel Lara, se les dio sepultura en el panteón civil con toda solemnidad, en merecido homenaje a estos héroes que permanecieron ignorados por más de 100 años. Cada 17 de septiembre se organiza un desfile que parte del palacio municipal al monumento del panteón dedicado a ellos, acompañados por los acordes de La Marcha de Lara, inspirada por el sacerdote que con entusiasmo logró sepultar honrosamente los restos de la última escolta del generalísimo José María Morelos.

En ese lugar se ha levantado un monumento a los caídos el 6 de noviembre de 1815, y anualmente se les rinde pleitesía con ofrendas florales que se depositan después del desfile y una ceremonia luctuosa en su honor. El pueblo ha dado en llamarlo “El monumento a los oficiales de Morelos”

(FMVH)