En toda la geografía guerrerense se rumora acerca de la existencia de brujos entendidos en el nahualismo, sobre todo en lugares campestres. Los nahuales son personas de convivencia normal con los integrantes de su comunidad.
Los nahuales se auxilian de ritos, para imaginar que se transforman en la figura del animal o demonio predilecto. Se conoce que son personas dedicadas a actividades de conjuros, y también en retirarlos.
Los rituales a que se someten, aun cuando existen variantes, son a base de ayunos e ingestión de líquidos preparados con vegetales alucinógenos, sin faltar las misteriosas invocaciones.
Hay impostores o charlatanes en estos menesteres pagano–misteriosos; es un decir popular que los auténticos conocedores del nahualismo se apartan de lucrar con la necesidad de sus “pacientes”.
Con la reserva que este caso exige, señalaremos que la “conversión” de estas personas en “animales” visibles, tangibles, con dimensiones precisas, es con el objeto de ocultarse en el momento de realizar su “trabajo” y para “comunicarse” de manera directa al plano de lo sobrenatural. Sin embargo, pretender externar opinión y respuesta sería posesionarnos de rangos que sólo la ciencia de lo demostrable pudiera otorgar al fenómeno del mito o realidad.
En tiempos de la Conquista, el vocablo náhuatl significaba, en su sentido común, hombre ladino, que hablaba bien su lengua; sin embargo, sus orígenes están en la palabra nahuatli, que quiere decir: secreto, misterioso, oculto.
(JRV)