Luchadora social. Nació el 6 de agosto de 1880; murió en 1935 en Atzacoaloya. Es contemporánea y paisana de Eucaria Apreza y de Aurora Mesa Andraca, del municipio de Chilapa.
“Nana Chucha”, como comúnmente se le llamaba, creció en el mundo de los nahuas, donde la mujer juega un papel más pasivo que en otras sociedades. Fue a través de la tradición oral de familiares directos y de gente del pueblo como se revive su figura legendaria para Atzacoaloya. Nana es término de usanza náhuatl que demuestra respeto, un tanto similar al “doña” de la lengua castellana.
Entre los nahuas existe una carrera política real, que establece categorías y consideración; los máximos cargos a que puede aspirar un miembro es a comisario y a principal. Tata Juan, de 62 años de edad, sobrino carnal de “Nana Chucha”, y uno de los principales del consejo náhuatl que rige Atzacoaloya, es el encargado de revivir a la primera comisaria, y también la “principal de los principales del consejo.”
El padre de “Nana Chucha” fue originario de Oztotitlán. De esta población fue a robarse a la futura madre de María de Jesús. Ya unida, la pareja se traslada a ese pueblo, en donde, a diferencia de Atzacoaloya, se hablaba el español.
De ahí que “Nana Chucha” lo hablara. A los pocos años regresan a instalarse a la tierra de su madre.
A temprana edad, María de Jesús mostró don de mando y de organización y un gran sentido social. Su talla contrasta con la media de los pobladores de Atzacoaloya.
Su generosidad ayudaba a todos; nadie salía sin comer o haber tomado algo de la casa de “Nana Chucha”; los trataba como si fueran sus familiares.
Tuvo tres hijos, que murieron de “calenturas”, o tal vez de viruela, que en ese tiempo azotaba a la entidad. Fue posterior a su casamiento con Juan Pablito (comerciante en maíz del pueblo), cuando llega a principal y, luego, a comisaria.
Como autoridad, promovió la educación para todos. Quería que su comunidad aprendiese a hablar castellano; tenía buenas relaciones con las autoridades de Chilapa, con quienes realizaba gestiones para favorecer a sus paisanos, como los créditos a bajos intereses para sembrar las tierras del pueblo.
Al mismo tiempo que principal y comisaria, “Nana Chucha”, junto con su marido, eran dueños de la tienda del lugar, por lo que por allí pasaban las noticias que se registraban en la comunidad.
Cuando mataron al señor Antonio Cadena, los forajidos invadieron el pueblo y exigieron a “Nana Chucha” un pago de $1000.00. Como ella no se los dio, entonces robaron la tienda y deshicieron las cosas que había en la casa.
Al producirse el movimiento cristero, el pueblo fue tomado por algunos grupos beligerantes, y aunque “Nana Chucha” era muy religiosa y cumplía cabalmente con la iglesia, los corrió, porque perjudicaban la paz de su gente. Hubo ocasiones en que, al quedarse el pueblo sin sacerdote, era ella la que tomaba su papel y rezaba para toda la humanidad.
Murió víctima de “las calenturas”. Sus restos reposan en el viejo cementerio de Atzacoaloya. Su casa aún existe frente al zócalo.
(JSA)