Nombre que recibe un grupo de arácnidos del género Lycosa, familia Licósidos. Animales invertebrados, de 3 a 5 cm de tamaño en promedio; el color va de acuerdo a la variedad, y puede ser negro, café o castaño, amarillo, rojo con negro, amarillo con negro, etc. Las variedades más comunes son: mexicana de rodillas rojas (Euathlus smithli), mexicana terciopelo negro (Euathlus vagans), rubia mexicana (Aphonopelma chalcodes).
Tarántula rubia mexicana.
El cuerpo y las patas parecen estar cubiertas de terciopelo, debido a la vellosidad que las envuelve. El pelambre que recubre el abdomen es desprendible y puede ser urticante para la piel del ser humano, y bastante lesivo para los ojos. Algunas personas ven con repugnancia a estos seres; otros los conservan como mascotas, y dedican especial cuidado a su crianza por alcanzar gran valor en el mercado.
La anatomía de las tarántulas se compone de cefalotórax, abdomen con cuatro pares de patas unidos al cefalotórax, y dos pares de apéndices más; uno de éstos son los colmillos o quelíceros, que contienen glándulas venenosas. El otro par de apéndices consiste en los dos pedipalpos, parecidos a dos pequeñas patas que tienen la triple función de ayudar en la manipulación del alimento, transferir el esperma a los órganos reproductores de la hembra y como partes sensoras.
El sentido de la vista es deficiente; el del oído, ausente. Cuenta con ocho pares de ojos, ubicados en una especie de torreta en la parte media frontal del cefalotórax, de poca utilidad; para guiarse, más bien, depende de las vellosidades que lleva en el cuerpo. Cada uno de los vellos está conectado a un ganglio nervioso que hace las funciones del cerebro que poseen los seres más desarrollados.
Su periodo de vida es incierto, ya que no es fácil calcularlo en el área silvestre; al parecer la longevidad puede ser de 20 a 30 años; en cautiverio llegan a durar de 6 a 14 años las hembras y de 3 a 6 los machos.
Aunque disminuyó su presencia en clima frío, en Guerrero es frecuente encontrarle en cualquier lugar: terrenos descubiertos, laderas con vegetación perturbada, patios de los hogares. Sus guaridas son muy típicas: un orificio redondeado cavado en la tierra, cubierto con una tapa de telaraña, que al salir empuja y se abre y, cuando se refugia dentro de su madriguera, jala para cerrarla.
Es de hábitos nocturnos; consume grillos, cucarachas, lombrices, moscas, mariposas.
En el proceso de la cópula se corre el riesgo de que la hembra se coma al macho o viceversa; por eso se tiene que realizar en muy poco tiempo (unos 30 segundos), inmovilizando el macho a la hembra. Los huevos son depositados por la hembra en una telaraña que previamente ha tejido con ese fin, donde tardan de 5 a 10 semanas para eclosionar.
(EA