Sylvilagus cuniculalius. Es un mamífero del orden Lagomorfos, familia Lepóridos. Conocido también como conejo mexicano.
Esta especie de conejo es la que habita en el territorio guerrerense y se distingue de las demás por su tamaño mayor. Mide de 30 a 40 cm de alto; orejas: 7 a 9 cm; cola: 5 a 6 cm, y peso: 1.800 a 2.300 kg. Su color es pardo entrecano en el dorso y su vientre blanco, igual que la parte inferior de la cola, que, al levantarla, semeja una borla blanca como si fuera de algodón. Sus patas posteriores son más largas que las anteriores. Los incisivos, sobre todo los superiores, están sumamente desarrollados, característica propia de los roedores.
Se localiza en casi toda la entidad, con mayor frecuencia en terrenos semiáridos con matorral espinoso; en las costas es significativa su presencia, extendiéndose hasta la zona de pino–encino; en cualquier lugar requiere de una cubierta de zacate o maleza para su protección.
Come brotes de hierba y zacate tierno, al igual que todo tipo de hortalizas, a tal grado que puede convertirse en plaga de los cultivos. La hora en que toma sus alimentos es al anochecer; pasa casi todo el día reposando a la sombra de un arbusto, matorral o bajo un montón de zacate seco.
Es un animal muy prolífico; cuando encuentra condiciones propicias pronto aumenta su población. La época de fecundación es variable, pero por lo regular las mayores pariciones suceden a principios de las lluvias, pudiendo presentarse partos todo el año. El tiempo degestación es de 28 a 31 días en promedio, al cabo del cual nacen de cinco a siete gazapos. La hembra no tiene periodo de celo, sino que se considera espontánea, o sea, que ovula con la presencia del macho, y se encuentra apta desde el primer día del parto –por lo menos es lo que sucede con los conejos domésticos–.
Es común que la hembra sea la encargada de preparar el nido, eligiendo alguna covacha en un paredón, hueco de árbol o montón de rocas, cubriéndolo con su propio pelo, que se arranca del vientre, a fin de darle suavidad. Los críos nacen desnudos (sin pelo) y ciegos; los ojos los abren hasta los cinco días. A las dos semanas los pequeños comienzan a salir de su madriguera.
Los conejos son parte del régimen alimenticio de coyotes, zorras, gatos silvestres, lechuzas, gavilanes, búhos, víboras, y principalmente del hombre.
El excesivo pastoreo de que han sido objeto las áreas donde habita lo tornan vulnerable a sus múltiples depredadores; de no ser por su capacidad de reproducción ya hubiese desaparecido la especie.
Estos animales reconocen determinada superficie como hábitat, centro de sus actividades. Se han hecho estudios para conocer sus costumbres, se comprobó que el área no rebasa unos cientos de m de diámetro, lo que le hace aún más susceptible a ser capturado por los perseguidores, pues se dice que cuando un conejo es acosado rara vez sale de su zona y, cuando lo hace, tarde o temprano regresa a su madriguera, por eso los cazadores que conocen de esa costumbre lo esperan en dicho lugar.
El conejo es fuente natural de proteínas, accesible al hombre de campo, por lo que se debe procurar conservar los terrenos donde habita no quemando los bosques.
(EAV)