Nueva España, Ensayo político sobre el reino de la

Su autor fue Alexander von Humboldt. La primera edición fue publicada en francés por la casa Bouret de París, en 1811. La primera traducción al español data de 1922 y se debe a Vicente González Arnao. Esta es la versión utilizada por la editorial Porrúa en la colección “Sepan cuantos…” en 1991.

En el libro se reúnen los estudios realizados por el notable investigador alemán en México, desde que llegó por mar a Acapulco el 23 de marzo de 1803, proveniente de Guayaquil, acompañado de su amigo el botánico francés Aimé Bonpland, hasta que abandonó el país en octubre de 1804.

Debe decirse que Humboldt aprovechó los variados estudios que sabios mexicanos habían realizado con anterioridad y a los que dio el debido crédito, aparte de incorporar censos de población, relaciones topográficas, estadísticas e informes sobre producción y comercio. Asimismo, contó con el auxilio de expertos en cartografía del Colegio Real de Minería y el virrey puso a su disposición todos los archivos. De esta suerte, el mérito de Humboldt consistió en reunir y sistematizar el conocimiento existente y agregar a él sus propias investigaciones. Todos los aspectos de la Nueva España de carácter político, económico y social fueron tratados con el rigor científico del notable explorador, lo que indujo a fijar la actitud o la política de los grandes estados de Europa respecto de la nación mexicana cuando ésta alcanzó su libertad. Por eso tenemos que calificar de venturoso el encuentro de Humboldt y México. De lo que ambos pusieron en esa afortunada conjunción resultó el Ensayo político, opimo fruto de dos madureces, la del autor y la del país por él estudiado.

La trascendencia del Ensayo político es de tal magnitud que, incluso, repercute en la época actual. En efecto, Humboldt al concluir su libro escribió que México, con todos sus recursos humanos y materiales, era “el país de la desigualdad”. Esta dolorosa afirmación sigue teniendo vigencia en nuestros días en que toda la riqueza está concentrada en unas cuantas manos.

Otra de las recomendaciones que hizo Humboldt en su libro fue la relativa a que, tomando en cuenta que casi las dos terceras partes del territorio estaban en poder del clero, era necesario rescatar todas esas grandes extensiones para que fueran cultivadas, puesto que no lo eran en esa época y por eso se les llamaba “bienes de manos muertas”. El gran presidente Juárez, para completar las Leyes de Reforma, en 1859, pareció atender la recomendación de Humboldt al promulgar la Ley de Nacionalización de los Bienes Eclesiásticos; y para honrar al gran investigador alemán, más tarde, lo declaró “Benemérito de la Patria”.

Finalmente, el Ensayo político, del que se hicieron sucesivas ediciones y reimpresiones, tanto en inglés como en francés y, desde luego, en castellano, contribuyó a robustecer el espíritu de libertad de los mexicanos y a agigantar su fe y su optimismo en los destinos nacionales.

(JPLC)