Industria del guarache

La palabra guarache es de origen purépecha o michoacano. Su pronunciación original es: guarache.

En el imperio mexica, la misma prenda fue conocida como cacle. En reconocidos centros comerciales de nuestro tiempo se les encuentra bajo el nombre de sandalias. Por su origen prehispánico, en algunas zonas del país, que se desarrollaron fuera de la influencia purépecha, se les conoce como cacles viejos, en el caso de haber sido usados, o simplemente se les dice cacles. Pero, sea dicho con verdad, el nombre de guaraches se ha divulgado mucho más, haciéndose popular debido a demandas turísticas; en Michoacán dos comunidades llevan el nombre de Guaracha.

En el estado de Guerrero los guaraches son de uso común entre el campesinado. Como razones válidas para su proliferación en el medio rural hay que considerar las siguientes: son más baratos que el calzado; el calor tropical del medio ambiente los hace más aceptables; el medio rural los convierte en apropiados para mantener los pies frescos y casi al descubierto; su elaboración, ya sea complicada o sencilla, los convierte en prendas de vestir para cualquier ocasión: en la ciudad, en el campo, o en el taller; no los usan los empleados de oficinas; el material básico para su elaboración es regional, barato y accesible: la piel de res.

Se fabrican en diversos diseños, hay uno para cada ocasión. Los de mayor consumo en los últimos tiempos son de material sintético, para uso diario; los de cuero crudo casi ya no se usan. Unos están acojinados en la planta del pie. También los encontramos de correa ancha cruzada sobre el empeine y de talonera proporcional, ancha o angosta, con hebilla o fija. La hebilla ajusta al tamaño requerido para el pie.

Los hay en varios colores: negro, vino, beige, café oscuro, o crema. Este tipo de guarache se usa preponderantemente en los balnearios, por paseantes y turistas, que en ellos encuentran comodidad y la facilidad para quitárselos y ponérselos al momento de entrar y salir del agua, en albercas o playas marinas. Todos los centros comerciales tienen aparadores o muestrarios a la vista, dedicados a la venta. Para el medio urbano, todos son de piel sintética y suelas de hule de calidad diferente. Predominan los de plástico de una sola pieza; la mayoría son de material desnaturalizado, traídos del extranjero. Los elaborados en los talleres locales o regionales brillan por su ausencia en esos expendios. Sólo pueden encontrarse en los mercados y tianguis. Aunque también en esos lugares tienden a desaparecer, aún se les encuentra. Se habían vuelto tan populares que, hace algunos años, en los centros sociales y turísticos donde predominaban los ritmos musicales cubanos llegó a popularizarse una guaracha cuyo nombre era muy singular: los huaraches se me acabaron.

También los fabrican en las zonas montañosas, propias para la gente que habita partes serranas, escabrosas y ásperas. En estas regiones del estado predominan los guaraches que llevan doble suela de piso; la de abajo, la que toca el suelo, es de hule de llanta, que les da resistencia y durabilidad en el trabajo pesado, de caminata constante.

La parte que cubre el empeine es ancha y flexible, de piel que parece toscamente labrada, pero no lo es; se usa de una sola pieza, atravesada de lado a lado del empeine. En algunos guaraches, según la región donde se fabrican, se les pone contriorte (inflexión de contraer, muy usual en el ramo) y en otras se les pone talonera fija. El guarache típico no tiene tacón, pero algunos sí lo llevan.

El guarache original de la región de Tierra Caliente se hace con vaqueta cruda, sobre medida o sobre hormas de madera. Todos llevan suelas dobles. La piel sale lista de la talabartería para trabajarla. Solamente se corta el tramo requerido. Se le descarna en el tratamiento, se le pone a secar y la vaqueta está lista. Las dos tapas de piso se unen por la costura aplicada en las orillas del cuero que ya lleva el trazo del pie. La costura se hacía a mano, con agujas y lezna; hoy en día el sistema se ha industrializado, se cosen a máquina y sólo se engrapan a mano; se les incrustan cuatro sostenes o grapas de alambre, uno frente al otro en dos de sus partes estratégicas. Cada grapa mide de tres a cuatro centímetros de largo, más o menos, dejando un centímetro vacío de altura para el paso de las correas, y quedan listas para sostenerlas y trenzarlas; estas correas le darán forma y resistencia al guarache. Lo mismo sucede con las grapas que van fijas, perforando la suela y remachadas bajo las orillas de la vaqueta, frente al comienzo de los dedos del pie, y el otro par, más atrás, hacia el talón.

En este último par se inicia el tejido que va sobre el empeine y el de otras tres correas que van dando vuelta hacia atrás, tejidas y unidas por ambos lados, para darle forma a la talonera. En estas grapas se sujetan las tiras planas de correa delgada, que suben y cruzan, entrelazándose en un laborioso tejido que luce elegante sobre el empeine del pie. Estas tiras de correa cruda están mejor labradas. En las guaracherías de los mercados de Tierra Caliente hay guaraches para mujeres y niños; se distinguen por llevar correas más delgadas y finas, y en algunos modelos tejen sobre el empeine una figura que le da un característico toque femenino o infantil.

La industria guarachera ha sido amplia en el estado de Guerrero. Han sobresalido los pequeños talleres familiares en los centros vacacionales como Acapulco, Ixtapa–Zihuatanejo, Iguala–Tuxpan, Ciudad Altamirano. Los hay en Tlapa, Tierra Blanca y otras localidades. Existen talleres que cuentan con maquinaria de talabartería y/o máquinas de costura en Arcelia, Altamirano, Chilapa, Atoyac, Ometepec, Tierra Colorada y Chichihualco. También los hay en algunas poblaciones donde se hacen reparaciones de calzado. Estos talleres de guaraches han ido desapareciendo por la introducción de calzado extranjero barato. Hoy en día, suele decirse que sale más costosa la reparación que comprar un par de zapatos nuevos.

Los guaraches son tan populares que se recurre a su nombre en varias expresiones diarias (con frecuencia, para establecer comparaciones, o para expresar con ejemplos que explican claramente lo que se quiere decir). Para ello se recurre a la paramiología, que constantemente se usa en el vocabulario familiar. Algunos de estos ejemplos, muy conocidos, pueden ser los siguientes: “¡Ora lo verás guarache, ya apareció tu correa!” (se escucha cuando una persona pueblerina se decide a enfrentar a otra); “No da paso sin guarache” (se le aplica a quien hace algo a cambio de un beneficio, es decir, a quienes a todo le sacan provecho); “No porque me veas con guaraches pienses que soy guarachero” (lo dice una persona que se anticipa para aclarar que no se le confunda con lo que no es); “Se pone el guarache antes de sentir la espina” (se le dice esto a la gente que presiente el peligro y está prevenida).

Se publicó hace pocos años un epigrama (en relación a una nota difundida en los medios informativos en el sentido de que la señora esposa del gobernador regalaría por medio del DIF zapatos a los niños descalzos de la región de La Montaña), el cual dice: “CALZAR A LOS DESCALZOS. Epigrama con afecto. Por Manuel Villela./Bien, los ames y apapaches…/No hay indígenas ingratos./ ¡Pero no les des zapatos:/lo primero son guaraches!/”.

En Ciudad Altamirano, Arcelia y Paso de Arena han trabajado curtidurías para tratar pieles que surten a los talleres que fabrican guaraches en la región. El señor Rogaciano Cabrera tiene instalada, en dos de esos lugares, maquinaria moderna que favorece el curtido de pieles en abundancia y con rapidez. Lo que no se consumía en esas plazas, lo colocaba en León, Guanajuato.

Esta industria se encuentra actualmente (2009) ante una situación crítica. La competencia extranjera ha penetrado a sus dominios causando verdaderos estragos. Las grandes curtidurías, que incluso mandaban remesas considerables de pieles a la ciudad de León, han clausurado por falta de mercado; los ha rebasado la importación zapatera. Por lo tanto, el curtido de pieles para las guaracherías locales se ha reducido considerablemente, casi a lo necesario. Sólo trabajan pieles para un reducido consumo local, y en forma desventajosa ante la invasión de productos extranjeros baratos y de mala calidad. Por esa razón, se ha regresado a los sistemas antiguos y poquiteros en el curtido de pieles.

Curtido tradicional de pieles. (Datos proporcionados por el señor José Manuel Hernández Peñaloza, de Santa Rosa de Lima, Ajuchitlán).

El sistema artesanal y de tradición utilizado para el curtido de pieles, que se viene usando en Guerrero para la fabricación de guaraches, se aplica en dos formas: cuando se deja la piel con pelo, y la que es más usual: la que se deja sin pelo.

A). Cuando la piel se deja sin pelo:

  • Se colocan las pieles secas y saladas en un estanque con agua, para ser remojadas, aproximadamente 24 horas; se ablandan y facilitan el trabajo.
  • Se pasan a otro estanque, el cual contiene agua con una solución apropiada de cal. Se les mantiene así por 15 ó 20 días, según el espesor de la piel. Este proceso provoca la caída del pelo y la carne residual. Enseguida los cueros son rasurados y descarnados por completo con trabajo manual.
  • Se colocan en otro estanque más, que contiene una mezcla de agua, ya sea con masa, tamo, salvado, o acemite; a este proceso se le conoce como rendido; sirve para neutralizar los residuos de cal que llegan a quedar insertos en la piel. Se les mantiene en el estanque el tiempo que generalmente se calcula para cada material usado en la tarea, que puede ser de cuatro a ocho días.
  • La piel se lava y pasa al estanque de curtido. Allí reposa cuatro o cinco semanas, según el peso y grosor de cada cutícula. Se seca y queda lista para los trabajos de tenería o fabricación de guaraches.

B). Cuando la piel se deja con pelo.

  • El cuero se descarna manualmente. No pasa por la pila de cal. Se manda directo al estanque de curtido.
  • Para el curtido, se utiliza en la región calentana la corteza de los árboles siguientes: timbre, parácata, cascalote (sus vainas contienen tanino), pinzán (guamúchil) y tepehuaje, entre otros. Estos elementos naturales casi ya no se usan, debido a la inducción de productos químicos muy eficaces, como la mimosa.

(FMVH)