Incendios forestales

Los bosques y selvas de Guerrero se encuentran afectados por varios agentes destructores, de los cuales, fuera de las plagas y enfermedades forestales, la mayoría son de carácter antropogénico; es decir, ligados a la actividad humana; tal es el caso de los incendios forestales, que en esta entidad, casi en su totalidad, son provocados intencionalmente y también son el resultado de la quema de pastizales y/o residuos agrícolas realizados con frecuencia.


Incendio

El territorio guerrerense forma parte de la porción del Continente Americano conocida como Mesoamérica, que importantes estudios arqueológicos reconocen como una de las regiones del mundo donde se originó la agricultura y en la cual, desde la época prehispánica, se ha practicado la roza, tumba y quema, como una forma habitual de abrir nuevas tierras al cultivo.

Reflejos modernos de esa antigua cultura lo son nuestros actuales “tlacololeros”; se trata, generalmente, de campesinos sin tierra que, para producir algunos alimentos, queman la vegetación en superficies reducidas de terrenos forestales escarpados; éstos, en pocos años, se vuelven improductivos por la pérdida de la capa fértil, y los campesinos, en consecuencia, se ven obligados a trasladarse a otras áreas para replicar la experiencia, constituyendo lo que se conoce como “agricultura nómada” o “milpa que camina”.

De mayor impacto en los ecosistemas de Guerrero, especialmente los tropicales, han sido los cambios no autorizados de uso del suelo, que a través de la misma práctica de la roza, tumba y quema han transformado lo que antes fueron grandes extensiones de tierra cubiertas con selvas en terrenos de pastizales o superficies dedicadas a la producción de cultivos agrícolas tropicales.

En tiempos recientes, se agregó un elemento antes inexistente: la eliminación de vegetación natural a través de incendios provocados, para utilizar las tierras en el cultivo de estupefacientes; esto, sumado a la práctica ya tradicional de los agricultores y ganaderos de utilizar el fuego como herramienta barata para la limpia de residuos de cultivos y de pastizales, se constituye en factor que propicia la mayor incidencia de siniestros, que cada año provocan grandes pérdidas económicas y ecológicas representando riesgos para el personal que participa en su combate, por lesiones o daños derivados de caídas y quemaduras, que incluso pueden provocar la pérdida de vidas.

El bosque es uno de los elementos que sostienen la vida en el planeta; donde hay bosques la gente no padece las penalidades que se sufren donde no los hay, ya que, como es ampliamente conocido, entre otros beneficios produce madera para diferentes usos, regula el escurrimiento del agua formando manantiales y es refugio de la fauna silvestre; por ello es casi el único bien que, aprovechado de manera sustentable, puede garantizar el progreso y bienestar de las familias que viven en las zonas boscosas, facilitando la creación de empleo e ingreso permanentes.


Elemento de la Subsecretaría de Protección Civil auxiliando durante un incendio forestal.

Tipos de incendios.

Por su naturaleza y por la magnitud del daño que ocasionan, los incendios forestales se clasifican en tres grandes categorías: superficiales, de copa y subterráneos.

Los primeros, como su nombre lo indica, se presentan en la superficie del piso forestal. La magnitud del daño que causan es de baja a moderada; destruyen total o parcialmente la materia orgánica acumulada en el suelo, así como la vegetación herbácea y arbustiva presente. Rara vez destruyen el arbolado en pie, pero le pueden afectar parcialmente, debilitándolo e induciendo el ataque de plagas y enfermedades. Tal vez el mayor impacto negativo de estos siniestros es que, al quemar el renuevo forestal y el arbolado muy joven, cancelan la oportunidad que tiene el bosque para regenerarse por sí mismo.

De la superficie afectada por los incendios en Guerrero durante la temporada 2008, el 100% fueron superficiales y sólo dos de ellos fueron mixtos (superficial–copa), afectando únicamente tres hectáreas de arbolado adulto.

Los incendios de copa son extraordinariamente dañinos. El fuego puede adquirir proporciones incontrolables y muy devastadoras ya que acaban totalmente los ecosistemas. Se presentan durante la etapa más seca del año, cuando la humedad relativa es mínima y existe acumulado bastante material combustible, sea en forma natural o por residuos de aprovechamientos maderables; por fortuna, en Guerrero este tipo de incendios es poco frecuente.

Los incendios subterráneos se propagan por debajo de la superficie del suelo, como un efecto de la combustión de materia orgánica en proceso de descomposición. Se desarrollan lentamente, por carecer de suficiente oxígeno, pero el calor que generan es tan intenso que daña o mata las raíces de la vegetación y causa la esterilidad del suelo. Aunque se carece de estadísticas sobre este tipo de siniestros, por las condiciones tan especiales en que ocurren, se consideran de muy baja incidencia en los bosques de Guerrero.

En el contexto nacional, el estado de Guerrero ha ocupado el tercer lugar en número de incendios y el cuarto en superficie afectada; aunque esta situación ya no ha sido recurrente, la entidad sigue figurando entre los diez primeros lugares; en la temporada 2008 tuvo un comportamiento más favorable, al ubicarse en el onceavo lugar en número de incendios (252) y en octavo en superficie afectada (13 145 hectáreas), con un incremento de 41 siniestros y 558 hectáreas, respectivamente, en relación a la temporada anterior (2007).

Estadísticas.

Con base en la información debidamente soportada por la CONAFOR, en los últimos 21 años, en nuestra entidad se registraron 5737 incendios forestales, que provocaron daños diversos en 248 205 hectáreas. El promedio anual fue de 273 incendios, 11 819 hectáreas afectadas y 43.09 hectáreas por incendio. El comportamiento anual se desglosa a continuación.

Año

Núm. de incendios

Superficie afectada

Promedio de afectación Sup/Incendio (ha)

1988

330

10 158.00

30.78

1989

212

4 256.00

20.07

1990

101

1 488.00

14.73

1991

414

16 621.00

40.15

1992

193

3 250.00

16.84

1993

401

17 031.00

42.47

1994

241

4 755.00

19.73

1995

214

5 236.00

24.47

1996

254

8 268.00

32.55

1997

241

5 636.00

23.38

1998

496

19 203.00

38.72

1999

462

17 701.00

38.31

2000

401

26 862.00

66.99

2001

327

9 988.00

30.54

2002

223

20 448.00

91.69

2003

244

17 598.00

72.12

2004

153

9 059.50

59.21

2005

205

17 961.00

87.61

2006

162

6 953.50

42.92

2007

211

12 587.00

59.65

2008

252

13 145.00

52.16

Total

5 737

248 205.00

Promedio anual

273

11 819.00

43.09

De las superficies que aparecen en el cuadro anterior, aproximadamente el 98% correspondió a incendios superficiales; los estratos afectados fueron, principalmente, vegetación herbácea, pastizales y arbustos y, en menor grado, renuevos; con excepción de este último, en poco tiempo se recuperan de manera natural, al llegar la temporada de lluvias.

El restante 2% correspondió a incendios de copa que dañaron arbolado adulto; la recuperación natural requerirá de muchos años y, por lo mismo, hace urgente las reforestaciones que permitan restaurar los ecosistemas en cuanto a vegetación, agua, suelo y fauna silvestre.

El secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Sabás de la Rosa Camacho, junto al director general de Comunicación Social, Manuel Nava García y el jefe de Control de Incendios Forestales de la SEMAREN, Javier Castro Hernández, al dar a conocer que Guerrero ocupó en el año 2009 el décimo tercer lugar en cuanto a número de incendios forestales.

Históricamente, los incendios forestales se producen cada año entre enero y junio, en mayor o menor grado, en más de 60 municipios de Guerrero, exceptuando 2008 en que ocurrieron sólo en 42; sin embargo, estadísticas recientes ubican en los primeros 20 lugares a los municipios que durante la última temporada acumularon el 83% del número de incendios y el 88% de la superficie afectada; en orden de importancia son los siguientes: Chilpancingo de los Bravo, Coyuca de Benítez, Ayutla de los Libres, Atoyac de Álvarez, Petatlán, Acapulco, Atenango del Río, Zihuatanejo de Azueta, Coyuca de Catalán, San Luis Acatlán, Eduardo Neri, Tlacoachistlahuaca, Huamuxtitlán, Huitzuco de los Figueroa, Tlapa de Comonfort, Mochitlán, Cocula, Ajuchitlán del Progreso, Atlixtac y Quechultenango.

Mención especial merece el municipio de Chilpancingo, que en la temporada 2008 tuvo 99 incendios y una superficie afectada de 3683 hectáreas afectadas, indicadores que lo han ubicado en el primer lugar estatal, y que en los últimos seis años ha tenido un promedio anual de 75 incendios y una superficie promedio afectada de 4136.17 hectáreas.

Prevención.

Para contrarrestar la fuerte incidencia de estos siniestros, cada año en Guerrero se implementan múltiples actividades de prevención, tales como distribución de impresos, proyección de audiovisuales, transmisión de avisos por radio y televisión, conferencias, artículos de prensa, difusión de información en los medios de comunicación, impartición de cursos de capacitación, integración de comités contra incendios, ejecución de quemas controladas con fines demostrativos, difusión de la Norma Oficial Mexicana NOM 015 SEMARNAT/SAGAR 1997 para el manejo del fuego, construcción y/o mantenimiento de brechas corta-fuego, revisión del cumplimiento de condicionantes de protección contra incendios de los permisionarios de aprovechamientos forestales, implementación del Programa de Empleo Temporal (PET) para reforzar acciones preventivas en zonas marginadas, aplicación de apoyos del Programa Pro Árbol, dotación de prendas de protección personal y de herramientas para el combate vía Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), entre otras; todas estas acciones son ejecutadas y/o coordinadas principalmente por la Comisión Nacional Forestal y el Gobierno del estado, contando, cuando se requiere, con el apoyo de otras dependencias que tienen presencia en el medio rural.

La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales lleva a cabo reuniones de actualización a comuneros de las regiones Centro y Montaña del estado, a través del Programa de Unidades de Capacitación para Prevención de Incendios Forestales (2009).

Detección.

Otro aspecto de fundamental importancia en el combate de incendios es su detección oportuna, a fin de propiciar una atención inmediata; para lograrlo, se operan centros de control y casetas de detección, se hacen recorridos terrestres y aéreos, y se aprovechan reportes de aeronaves en vuelo (comerciales, oficiales y privadas); también se aprovechan la detección satelital de puntos o focos calientes y los reportes telefónicos de los sectores social, privado, gubernamental y de la ciudadanía en general.

Muchos incendios no se detectan oportunamente o no quedan registrados, por ocurrir en áreas de difícil acceso y de poca visibilidad.

Combate.

Las acciones de combate y control de este tipo de siniestros, se realiza con brigadas de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) y del Gobierno del estado debidamente capacitadas y equipadas; también es significativa la participación de miembros del Ejército, de comités contra incendios apoyados con recursos federales y, sobre todo, la de combatientes voluntarios, de ejidos y comunidades forestales, que durante la temporada 2008 aportaron el 45% de los 11 711 jornales aplicados al combate de incendios, lo cual contrasta con la aportación de los H. Ayuntamientos Municipales, que sólo fue del 3.3%.

Durante las últimas temporadas, se ha contado con un helicóptero pagado por el Gobierno federal, que ha permitido eficientar el control de incendios relevantes y en lugares de difícil acceso, facilitando el traslado de personal, herramienta, equipo, agua y víveres, rescate de personal accidentado, descargas de agua mezclada con productos químicos retardantes del fuego, así como un carro-motobomba moderno diseñado para los difíciles caminos existentes en las áreas forestales de la entidad.

Coordinación y Concentración.

En materia de incendios forestales, la nueva Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable le asigna a la CONAFOR la responsabilidad de coordinar todas las acciones, pero el mismo ordenamiento prevé la participación de diferentes instancias federales, estatales y municipales, así como del sector social y privado, quienes interactúan, tienen acuerdos y asumen responsabilidades en el seno de un Comité Estatal; dicho esquema de coordinación se establecerá paulatinamente en municipios, ejidos y comunidades forestales, para acercar los acuerdos, las decisiones y las acciones a las zonas donde se presentan este tipo de siniestros.

Se considera que los incendios forestales en Guerrero son el reflejo de un problema cultural, que se puede interpretar como una falta de sentido de pertenencia de los habitantes del medio rural hacia sus recursos naturales, pues al no considerarlos propiedad de nadie en particular los eliminan para destinar las áreas despejadas a actividades agrícolas o ganaderas y, en tiempos recientes, a la producción de enervantes; por ello se espera que a través de la educación, la cultura y la información suficiente a las nuevas generaciones este problema se vaya resolviendo paulatinamente.

(JCLU)