Guerrero indígena

La población indígena o aborigen del estado de Guerrero está constituida principalmente por cuatro grupos étnicos, a saber: amuzgo (ñomndaa), mixteco (na savi), tlapaneco (me’phaa) y náhuatl. En total, suman 463 633 habitantes, distribuidos en las siete regiones geopolíticas, geoeconómicas o geográfico–culturales en que se divide la entidad: La Montaña, Costa Chica, Centro, Acapulco, Costa Grande, Tierra Caliente y Norte. Además, existen indígenas en forma migrante en zonas determinadas, compuestas sólo por familias aisladas, como popolocas, tarascos, zapotecas, triques, etc., que en la década de los 90 llegaban a 12 mil personas en conjunto.

Antropológicamente se ha tratado de establecer qué es ser indio o aborigen, en una sociedad de por sí mestizada en su conformación biológica y cultural. Alfonso Caso, uno de los pilares del indigenismo mexicano, en su trabajo Definición del indio y lo indio, tomaba como aspectos definitorios del problema indígena la cultura, el lenguaje y la psicología, sobre todo en forma de una conciencia de pertenencia grupal. En pro de su exposición, afirmaba:

Es indio aquel que siente pertenecer a una comunidad indígena, y es una comunidad indígena aquella en que predominan elementos somáticos no europeos, que habla preferentemente una lengua indígena, que posee en su cultura material y espiritual elementos indígenas en fuerte proporción y que, por último, tiene un sentido social de comunidad aislada de los otras comunidades que la rodean, que hace distinguirse asimismo de los pueblos de blancos y de mestizos.

La comunidad indígena se basa en una caracterización sui géneris, con todas las consideraciones de un grupo étnico, con sus elementos culturales distintivos: lengua, vestimenta, formas de asentamiento típicas, gastronomía, cosmovisión y rituales, así como una tecnología tradicional adaptada al aprovechamiento de su entorno ecológico.

A diferencia de la población mestiza, verdad es que los grupos étnicos guerrerenses se asientan mayormente en zonas rurales; allí constituyen comunidades tradicionales, donde vive más del 75% de sus habitantes, en una situación de postración y abandono ininterrumpida desde hace 500 años. Como es sabido de todos, los mestizos tienen presencia como grupo mayoritario principalmente en las cabeceras municipales y poblaciones grandes, donde las condiciones de vida son en general mejores en sus múltiples aspectos: económicos, sociales, educativos y culturales.

  • Los amuzgos. El territorio amuzgo se localiza al sureste del estado de Guerrero y al suroeste del estado de Oaxaca, región Costa Chica; comprende los municipios de Ometepec, Tlacoachistlahuaca y Xochistlahuaca, que cuenta con la mayor concentración de población de la etnia. Pueblos amuzgos: Cozoyoapán, Zacualpan, Cochoapa, Cerro Pájaro, Las Minas, Cerro Bronco, Guadalupe Victoria, Huajintepec y Huehuetónoc, además de las cabeceras municipales.


Indígena amuzga de Xochistlahuaca (Foto: Los Salmerón. Un siglo de fotografía en Guerrero).

  • Los mixtecos. La población mixteca de Guerrero se localiza en la parte alta de La Montaña, donde conviven con nahuas, tlapanecos, amuzgos y mestizos; habitan la zona más escabrosa de la región y la más incomunicada. Éstos se ubican en los municipios de Alcozauca, Metlatónoc y Atlamajalcingo del Monte, en mayor cantidad; en menor número, en Tlapa, Copanatoyac, Xalpatláhuac, Tlalixtaquilla, Malinaltepec y Alpoyeca. Su población se extiende también a comunidades de la Costa Chica de los municipios de Ayutla, San Luis Acatlán, Tlacoachistlahuaca, Igualapa y Xochistlahuaca. También se encuentran familias mixtecas en los centros urbanos importantes, como Acapulco y Chilpancingo. Los mixtecos son el cuarto pueblo indígena más numeroso de México, después de los nahuas, los mayas y los zapotecas, pues también hay en Puebla y Oaxaca, donde son mayoría.
  • Los tlapanecos. El grupo tlapaneco se establece en las regiones de La Montaña y la Costa Chica; comprende los municipios de Acatepec, Atlixtac, Malinaltepec, Tlacoapa, Zapotitlán Tablas, Atlamajalcingo del Monte, Metlatónoc; en Ayutla, Azoyú y San Luis Acatlán se pueden encontrar pequeños núcleos poblacionales de la etnia.
  • Los nahuas. Este grupo étnico es el más grande de México. Se localiza en los estados del centro del país. En la entidad guerrerense los nahuas se ubican en casi todas las regiones; ocupan territorio de 36 municipios, sobre todo de La Montaña, Centro, Norte, Costa Chica y Tierra Caliente. Los municipios que presentan un mayor número de hablantes de náhuatl son: Chilapa, Tlapa, Zitlala, Olinalá, Tixtla, Eduardo Neri y Mártir de Cuilapan, en lo que toca a las regiones Centro y La Montaña; en el Norte destacan Tepecoacuilco, Copalillo, Huitzuco, Teloloapan y Taxco; en la Costa Chica, Cuautepec, San Luis Acatlán y Azoyú. Ciudades como Iguala, Chilpancingo y Acapulco, asimismo, albergan población nahua estable, donde se dedican al comercio, la artesanía y la albañilería.

La población indígena, en relación a los demás sectores sociales, tiene generalmente menos posibilidades de acceso a salud, educación, avance económico, trabajo y, en general, una vida digna. Tradicionalmente, la condición indígena ha sido sinónimo de pobreza, exclusión y desarrollo limitado. Datos obtenidos mediante el EDESPIG (Estado del Desarrollo Económico y Social de los Pueblos Indígenas de Guerrero) revelan que entre 70% y 80% de la población de Guerrero no cubre las necesidades mínimas de alimentación, y que este porcentaje se concentra en municipios de alta densidad indígena. El EDESPIG ofrece un mapa de las condiciones sociales y económicas que enfrentan los pueblos autóctonos de la entidad; destaca que un 55% de los ingresos de las familias campesinas proviene del trabajo no agrícola y que un 64.2% de la Población Económicamente Activa trabaja por su cuenta, o en forma familiar, cuyos ingresos son siempre insuficientes para el desarrollo de una vida digna.

Lejos de resolverse las condiciones en que viven, los pueblos originarios todavía son víctimas de despojos, colonización, destrucción de su identidad y de la violación sistemática de sus derechos humanos. Tras siglos de exclusión social y de menosprecio de su identidad cultural, los indígenas de Guerrero hace tres décadas tomaron el camino de la lucha por sus derechos en tanto etnias, con sus propios distintivos de usos y costumbres. En estos años, recuperaron para sí los procesos que durante mucho tiempo habían capitalizado otros sectores y reivindicaron su reconocimiento como pueblos, con su territorio, tradiciones e idiosincrasia.

Consiguieron así constituir un espacio de confluencia política importante, como el Consejo Guerrerense 500 años de resistencia (CG500–años), creado en 1992 por hombres y mujeres nahuas, mixtecos, amuzgos y tlapanecos; al tiempo que desarrollaron experiencias locales de trascendencia, como la Policía Comunitaria (PC), formada en 1995, en espacios que corresponden a las regiones de La Montaña y Costa Chica.

Una de las bases con que se constituyó el CG500–años fue el proceso impulsado por el Consejo de Pueblos Nahuas del Alto Balsas (CPNAB) contra la construcción de la presa de San Juan Tetelcingo a principios de los 90. La rapidez de los acontecimientos en los que se vieron envueltos los dirigentes del CG500–años, los condujeron por caminos inéditos, como asistir a eventos internacionales, participar en cargos de representación popular, conseguir y manejar grandes recursos económicos para obras y proyectos, y alcanzar puestos en la burocracia indigenista. A estos esfuerzos, se sumaron organizaciones similares de la Costa Chica y la parte alta de La Montaña: Luz de La Montaña, la Unión Regional Campesina, el Consejo Comunitario de Abasto y la Unión de Café y Maíz.

Los gobiernos de Ernesto Zedillo y Rubén Figueroa Alcocer no quisieron reconocer a la PC por el rumor de que estaba vinculada al Ejército Popular Revolucionario. Sin embargo, el proceso consiguió ciertos apoyos en armas y un vehículo del gobernador Ángel Aguirre. Ya a partir de 2000, la Policía Comunitaria pudo recibir el apoyo de 50 mil pesos mensuales del Ayuntamiento de San Luis Acatlán, cuyo alcalde era Genaro Vázquez (hijo del difunto guerrillero del mismo nombre); también el municipio de Malinaltepec otorga una compensación económica regular. Nacida el 15 de septiembre de 1995 en Cuanacastitlán, localidad de San Luis Acatlán, la PC funciona desde entonces en medio centenar de comunidades de las jurisdicciones municipales de San Luis Acatlán, Azoyú, Malinaltepec y, últimamente, en Metlatónoc; cuenta con más de cuatrocientos policías, que han logrado abatir casi por completo el índice de criminalidad en la zona, lo cual nunca pudieron lograr las corporaciones policiacas municipales y estatales juntas. Armada con viejas escopetas y rifles de calibre 22, la PC deambula entre los pueblos para custodiar a 60 mil habitantes y, así, evitar violaciones, robos, asaltos y homicidios.

La estructura de la PC está como sigue: el Comité Ejecutivo se compone por seis coordinadores; a su vez, el comité tiene por encima al Consejo Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), compuesto por los comisarios de cada uno de los pueblos donde funciona la PC. El sistema de justicia indígena en Guerrero tiene, asimismo, para coadyuvar a su desempeño, el Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan.

Los pueblos aborígenes del estado han experimentado otras formas de organización, tales como el Consejo Regional de la Montaña (CRM), que cristalizó en 1996. Reunía organizaciones oficiales y no oficiales, presidentes municipales e instituciones estatales y federales. Al principio despertó expectativas porque al frente de dicho experimento estaba el legendario profesor Othón Salazar, de origen mixteco, originario de Alcozauca.

En dicho movimiento se involucraron organizaciones sociales con actividad en la región: Tlachinollan, Mantis Religiosa, Axale, el Cerro de Las Estrellas y San Pedro Aytec. En forma paralela trabajaban también grupos político–sociales, como la Organización de Pueblos Indígenas Me’Phaa y el Consejo de la Nación Amuzga (CNA).

Una particularidad del movimiento indígena guerrerense de los últimos 15 años es su presencia en los eventos nacionales e internacionales a través de algunos de sus líderes. Los pueblos indios del estado han tenido no sólo una gran visibilidad por las marchas en apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), sino que además han ocupado posiciones políticas importantes en espacios nacionales e internacionales, como ha sido el caso de algunos líderes del CG500–años que han destacado en la Asamblea Nacional Indígena Plural por la Autonomía (ANIPA), en la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas, en el Congreso Nacional Indígena (CNI); han contado, además, con representantes en la Cámara de Diputados e incluso han ocupado puestos burocráticos de relevancia, como la dirección del ex Instituto Nacional Indigenista (INI) y el Fondo Indígena. Han tenido posiciones políticas de alto nivel, como la presidencia de la Comisión de Asuntos Indígenas de la Cámara de Diputados, que estuvo en manos de un dirigente de Alcozauca.

Con todo lo anterior, el movimiento indígena de Guerrero no ha logrado todavía conseguir los cambios necesarios en la entidad que permitan el reconocimiento pleno como sujetos de derechos a los pueblos originarios del estado.

(BM)