Estos dos conceptos, al igual que el de caverna, tienen en común referirse a cavidades subterráneas de tamaño variable que se forman de manera natural entre las rocas, con excepción de algunas cuevas artificiales que, por este carácter, generalmente son de limitadas dimensiones y escasas.
En Mesoamérica, como en otras partes del mundo, esas cavidades fueron morada de los habitantes primitivos, quienes a menudo las acondicionaron para vivienda, ampliando el interior, nivelando toscamente el piso y asegurando la entrada para defenderse de los animales salvajes. En las creencias antiguas, esos espacios eran una comunicación con el inframundo.
Varios topónimos, algunos presentes en el estado de Guerrero, contienen la raíz náhuatl óztotl, cueva; por ejemplo: Oztopulco, “en las cuevas grandes”; Oztotitlán, “entre las cuevas”; Oztotlixpan, “frente a las cuevas”; Oztoicpac, “sobre la cueva”; Oztotepec, “en el cerro de las cuevas”; Oztotlán, ”lugar de cuevas”; Oztonáhuac, “junto a las cuevas”; Ostocama, “entrada o boca de la cueva o caverna”; Ostotipan, “lugar situado sobre cuevas”; Oxtocapa, “en la cueva del río”; Oxtoyahualco, “cueva redonda o en la redondez de la cueva”; Oztocapan, “en la cueva del manantial”; Oztocingo, “en la cuevilla”; Oztoquiahuac, “cueva de la llovizna”; Oztotempa, “en la orilla de la cueva o boca de pozo”; Oztuma, “gruta hecha con las manos o caverna tomada o conquistada”, y Oztutla, “en o junto a las cuevas”. Todos ellos corresponden a sitios y/o asentamientos humanos que actualmente forman parte de la geografía guerrerense.
Uno de los grandes tesoros naturales poco conocidos del estado de Guerrero es su extensa red de grutas y ríos subterráneos, que tienen su máxima expresión en Cacahuamilpa y Juxtlahuaca, pero con presencia en todas las regiones de la entidad, sobre todo en la Norte y Centro, áreas que forman parte de la gran cubierta sedimentaria ahora conocida como Formación Morelos.
El periodo Cretácico está representado en Guerrero por las calizas y dolomitas del Cretácico medio, correspondientes al Albiano–Cenomaniano. Se trata de depósitos provenientes de la precipitación de carbonatos en mares someros y tibios. Estas rocas constituyen enormes bancos de calizas y dolomitas que cubren gran parte de las regiones Norte y Centro de Guerrero y en algunos lugares alcanzan un espesor probable de hasta 900 m. En el centro del estado de Morelos es donde toma nombre esta formación.
También son características del Cretácico las grutas que corresponden a cauces abandonados, como por ejemplo las impresionantes estructuras de Cacahuamilpa y Juxtlahuaca.
Las cuevas se forman generalmente por la acción del agua y en su mayoría están excavadas en piedra caliza. Este tipo de roca difiere de las demás porque está constituida por los restos de pequeñísimos animales y plantas marinas, así como de corales y crustáceos.
Estos organismos, que eran muy abundantes hace millones de años, absorben del agua de mar compuestos de calcio y los transforman para formar sus esqueletos. Al morir estos organismos, sus caparazones, de un material semejante a la creta, se fueron acumulando y endureciendo, formando grandes depósitos de caliza. Como la corteza terrestre cambia de forma, muchas de aquellas capas marinas se convirtieron en parte de los continentes, y por ello, ahora en ciertas regiones del mundo, como el Norte y Centro de Guerrero, las calizas son muy abundantes.
El agua continúa afectando a la caliza aun cuando esté tierra adentro. Conforme la lluvia cae y se filtra a través del suelo, absorbe bióxido de carbono y forma un acido débil. Esta agua de lluvia acidulada disuelve la caliza, agrandando poco a poco sus fracturas.
Este fenómeno ocurre sobre todo en las capas inferiores de la roca que se encuentra en la capa freática, o sea, la zona saturada por agua subterránea.
El agua que se filtra poco a poco a través de los estratos de caliza la va disolviendo y acarreando sus materiales a los ríos y finalmente al mar. En la caliza se producen cavidades llenas de agua; unas semejan grandes chimeneas, que se formaron a lo largo de grietas verticales, como el pozo Meléndez, ubicado en Puente Campuzano, municipio de Taxco de Alarcón; otras son cámaras horizontales que se produjeron a lo largo de planos de menor resistencia entre las capas de caliza.
Al aumentar de tamaño, las cavidades pueden llegar a conectarse y formar grandes laberintos llenos de agua en lento movimiento. Cuando desciende el nivel de la capa freática debido a sequías o movimientos de la corteza terrestre las cámaras se desaguan y la cueva queda seca. En otros casos el agua puede seguir circulando en tramos de la cueva, en tanto que otras secciones permanecen secas, como en Cacahuamilpa y Juxtlahuaca.
La ciencia que estudia la génesis y evolución de las grutas y cavernas, abismos y ríos subterráneos, se conoce como Espeleología, la cual consiste en la práctica científica y deportiva de explorar este tipo de cavidades terrestres. Esta actividad requiere de conocimientos especializados, entrenamiento, condición física y equipo diverso que facilite los recorridos y reduzca los riesgos de accidentes, por ello son pocas las personas que la practican.
Prácticamente no hay región del estado de Guerrero que no cuente con alguna cueva o gruta, aunque, como se ha expresado, por razones geológicas, estas cavidades son más abundantes en las regiones Norte y Centro.
Además de las multicitadas grutas de Cacahuamilpa y Juxtlahuaca y del pozo Meléndez se tienen identificadas muchas más, entre las que destacan las cuevas de Tlalcozotitlán, municipio de Copalillo, y Cuaxilotla, municipio de Cuetzala del Progreso, que se distinguen por ser importantes santuarios de varias especies de murciélagos; la cueva de Oxtotitlán, en Acatlán, municipio de Chilapa, que, junto con Juxtlahuaca, cuenta con pinturas rupestres que constituyen unos de los primeros ejemplos de actividad pictórica sofisticada que se conozcan en Mesoamérica hasta la fecha; grutas de los ríos Chontalcoatlán y San Jerónimo, en la región Norte, con longitudes de 5800 y 5600 metros, respectivamente, y un sinnúmero de cuevas que, por sus escasas dimensiones y/o por su difícil acceso, sólo son conocidas a nivel local o regional o por especialistas en espeleología, que siempre andan en busca de nuevas experiencias.
Entre estas últimas destacan la gruta de Pantitlán, ubicada al oriente de Chilapa, mejor conocida como la Cueva del Diablo, de la cual existe amplia información por haber sido explorada y estudiada desde hace muchos años por espeleólogos nacionales y extranjeros; las cuevas de Carnaval y Santa Cruz en Ocoapa, municipio de Tlapa, que cuentan ambas con pinturas rupestres; la Cueva de Oxcocama, en el municipio de Cualac, que también cuenta con pinturas rupestres; la caverna de la mariposa, ubicada en las cercanías de Cacahuamilpa; las grutas de Huacalapa, de las Golondrinas y resumidero de Ixtemalco, ubicados al poniente de Chilpancingo.
(JCLU)