Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos

La Escuela Rural Mexicana fue un producto genuino de la Revolución, en cuanto se señalaba: “En todas las escuelas especiales de indios se enseñará el castellano con rudimentos de higiene y economía, lecciones de cultivo y aplicación de máquinas a la agricultura; las escuelas rurales se extenderán en todo el país y en ellas se enseñarán trabajos manuales, cultivos, algo de ciencia aplicada y consejos prácticos sobre uso de máquinas modernas para mejorar las industrias locales.

“Las escuelas o institutos técnicos tendrán un carácter moderno y eminentemente práctico; su instalación será costosa y por lo mismo lenta, pero cuidará de poner en práctica un sistema pedagógico por el cual la escuela completará la enseñanza de la vida diaria; no es indispensable dotar a estos Institutos de talleres costosos, pero sí de buenos maestros, los cuales impartiremos primero y formaremos después a fin de perfeccionar los conocimientos del obrero y del industrial.

“Las escuelas de educación primaria y secundaria deben perfeccionarse hasta que puedan ofrecer sus aulas a todos los niños y jóvenes del país; al efecto, la Federación obrará directamente, pero colaborará con los estados y fomentará los institutos privados, según el caso”. (Solana 1982).

La Escuela Rural surge para atender las necesidades de los grupos sociales tradicionalmente marginados, enfoca su acción a las comunidades rurales, a las que considera socialmente en su conjunto, impulsora de su propio desarrollo como una unidad a la que se integra la escuela primaria. El maestro rural se convierte en un paladín y en un apóstol de la vanguardia hacia el desarrollo de estos núcleos de población indígena o campesina.

Las primeras escuelas normales rurales se establecieron en Tacámbaro, Michoacán, otra en Molango, Hidalgo, y una tercera en San Antonio de la Cal, Oaxaca, todas ellas en el periodo de gobierno del general Plutarco Elías Calles, con el propósito de formar maestros rurales, misioneros, técnicos en educación, expertos en oficios y pequeñas industrias que hicieran de la escuela un verdadero centro de cultura y elevaran el nivel económico de todos los habitantes de los centros comunitarios, donde el maestro atendiera tanto a los niños en los contenidos curriculares, a los jóvenes en las artes y en los oficios y a los adultos en el proceso alfabetizador.


Escuela Regional Mixta Conrado Abundes (1926), hoy Ayotzinapa.

De inmediato se pensó en una Escuela Normal Rural para el estado de Guerrero; la primera propuesta para su establecimiento fue una pequeña comunidad ubicada a 8 km al norte de Iguala, en Platanillo, que, por situaciones del movimiento revolucionario y de la incursión continua de los zapatistas, contaba con una construcción abandonada diez años atrás por su propietario, un norteamericano de apellido Smith.

Era una hacienda donde se cultivaba la caña de azúcar, se producía y se comercializaba el piloncillo y la melaza; la existencia de varios manantiales hacía que el lugar fuera propicio para las prácticas agrícolas por su cercanía con dos estaciones del ferrocarril Cuernavaca–Balsas: la de El Naranjo y la de Iguala. Se desconocen los motivos por los cuales no fue posible su establecimiento en esta población.

Una segunda propuesta fue la ciudad de Tlapa de Comonfort, en el corazón de La Montaña, donde convergen tres etnias: nahuas, tlapanecos y mixtecos, pero lo alejado de la capital del estado, por la dificultad en el acceso, porque de Tlapa era más fácil trasladarse a la ciudad de Puebla que a Chilpancingo, se consideró que políticamente sería contraproducente.

La tercera opción fue Tixtla; su tradición política, su cultura, la ubicación geográfica, su cercanía con Chilpancingo y la influencia que tuvo un personaje tixtleco en las esferas políticas en la capital del país, el profesor y diplomático Adolfo Cienfuegos y Camus, determinaron que la Escuela Normal Rural para Guerrero se estableciera en esta población.

Entrada a la institución.

Así, el 2 de marzo de 1926 se dan por iniciadas las labores académicas de la Escuela Normal Regional Mixta Conrado Abundes, al llegar un grupo de catedráticos encabezados por el profesor y médico Rodolfo Alfredo Bonilla, su esposa Leonor Reventún de Bonilla, Aurora Reventún y Fortunata M. de López, incorporándose tiempo después Alicia Mc Clellan, Alberto González Valle y Beatriz Hernández García.

Los habitantes de Tixtla se encontraban satisfechos de tal decisión, ahora ya tenían una escuela normal; a escasos 14 km existía otra escuela en Chilpancingo, pero ésta era de características urbanas, con otro plan de estudios y con otros enfoques en la formación de profesores; en cambio, la de Tixtla estaría enfocada hacia la preparación de jóvenes campesinos y de indígenas para que al egresar retornaran a sus lugares de origen y se convirtieran en los promotores del desarrollo social.

Tixtla, población típica provinciana, ubicada en un valle rodeado de bajas montañas, al fondo una hermosa laguna que le da vida a la actividad agrícola; ante este hermoso paisaje, el excelso poeta y literato tixtleco don Ignacio Manuel Altamirano en una de sus obras, la describe como el “espejo de los dioses”; ahí, con ahínco, trabajo, entrega y apostolado, el profesor Rodolfo Alfredo Bonilla junto con sus primeros 27 alumnos se dedicaron a los arreglos de las casas particulares que les iban prestando para su funcionamiento, así como del curato de la parroquia de San Martín.

Inmediatamente a la fundación, el 13 de abril de 1926, el director federal de Educación en el estado, profesor Felipe de Jesús Espinosa, solicitó a la Secretaría de Educación Pública la autorización de un presupuesto suficiente para la adquisición de un predio y la construcción inmediata del edificio para la naciente Escuela Normal Rural.

La autoridad municipal de inmediato se incorporó a la gestión para que esta escuela tuviera las instalaciones adecuadas; al principio se pensó en un predio en el centro de la ciudad, pero como el nuevo modelo educativo requería de prácticas agrícolas se determinó que el H. Ayuntamiento donara tres hectáreas de terreno para el cultivo y 3600 m2 para la construcción del edificio; parte de esta superficie la ocupaba el viejo casco de la hacienda de Ayotzinapa, casi en ruinas porque el ayuntamiento no le daba mantenimiento.

Vienen los cambios y el profesor Rodolfo Alfredo Bonilla es asignado a la Escuela Normal Rural de San Pablo Actopan, México; el 2 de septiembre de 1930 es nombrado como nuevo director de la Escuela Normal Rural Conrado Abundes el profesor Raúl Isidro Burgos Alanís.


Explanada de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos.

Al ser designado como director de esta escuela, el maestro Burgos tuvo que enfrentar la pobreza, las limitaciones de la infraestructura, pero su espíritu inquebrantable lo llevó a convencer a sus alumnos de que se trasladaran al viejo casco de la hacienda de Ayotzinapa y crear para la SEP y para el Gobierno la necesidad de construir el edificio. El 30 de marzo de 1931 se hace la emigración del centro de la ciudad a la construcción en ruinas, con una serie de acciones logra dar inicio a tan anhelado proyecto.

El profesor Raúl Isidro Burgos Alanís deja la dirección de la Escuela Normal Rural Conrado Abundes en 1935, ya con un edificio que permitía el trabajo académico, las prácticas agrícolas y los talleres de pequeñas industrias y, lo más importante, un espíritu de lucha, de esfuerzo y de trabajo entre los docentes, alumnos, padres de familia y habitantes en general, quienes hombro con hombro no escatimaron esfuerzos, tiempos, ni sacrificios con tal de consolidar lo que en ese tiempo llegó a ser el modelo de todas las escuelas normales rurales del país: Ayotzinapa era ejemplo de organización, trabajo, productividad y estudio.

En 1933 el Gobierno federal determina la fusión de las escuelas normales regionales y de las escuelas centrales campesinas para dar origen a un nuevo prototipo de instituciones formadoras de docentes, surgiendo el modelo que se llamaría Escuelas Regionales Campesinas, como un antecedente a la reforma que sufriría el artículo 3º en 1934 para darle el enfoque socialista. En el congreso de la Confederación Nacional de Estudiantes, realizado en el mes de agosto de 1933, en Jalapa, Veracruz, el gobernador Gonzalo Vázquez Vela declaraba: “Que la Universidad y los centros de cultura superior del país formen hombres que contribuyan al advenimiento de una sociedad socialista”.

Las escuelas regionales campesinas recibieron en el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río un fuerte impulso: en 1934 había 10 escuelas con una matrícula total de 900 alumnos; para fin de sexenio, en 1940, eran ya 33 escuelas con un total en el alumnado de 4116; su plan de estudios comprendía dos años de enseñanza técnica y agrícola y el tercer año estaba dedicado a las actividades pedagógicas, con prácticas docentes en las escuelas primarias, combinando la formación recibida en la Escuela Normal Rural aplicada a la Escuela Rural Mexicana (educación primaria).

Estas escuelas estuvieron impregnadas de un sentido social, en virtud de que los alumnos normalistas eran de extracción campesina y, como tales, se identificaban y estaban comprometidos con sus comunidades para llevar el espíritu del desarrollo.

Durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz (1964–1970), el licenciado Agustín Yáñez es el secretario de Educación; su desempeño es altamente determinante en la vida de las escuelas normales rurales, desde el momento en que señalaba: “La reforma educativa no podía salir adelante sin el empeño consciente del magisterio; la reforma tenía que empezar por la escuela normal”. Se realiza en 1969, en la ciudad de Saltillo, Coahuila, el IV Congreso Nacional de Educación Normal, donde los resolutivos más importantes fueron que el periodo de estudios en la escuela normal pasaba de tres a cuatro años, con el objeto de sustentar la formación profesional. Sin duda alguna, el efecto más impactante llegó a las escuelas normales rurales al separar educación secundaria de la normal.


Área deportiva y talleres.

El 22 de marzo de 1984, el licenciado Miguel de la Madrid Hurtado emitió el acuerdo presidencial para elevar la educación normal al rango de educación superior, al considerar la carrera de Profesor de Educación Primaria con el grado de licenciatura y el mismo programa de estudios para las escuelas normales urbanas y rurales.

El maestro Raúl Isidro Burgos Alanís fallece el 10 de abril de 1971 y por voluntad propia, en vida, solicitó que cuando muriera sus cenizas sirvieran para alimentar a un árbol que a la vera del camino diera cobijo, sombra y protección a todo aquel que estudiara, viviera o visitara esta noble y prestigiada institución. Sus cenizas fueron colocadas el 24 de abril de 1971 en una urna y en una ceremonia especial se develó un busto del maestro Burgos. En su honor, la Escuela Normal Rural lleva su nombre.

Imparte la Licenciatura en Educación Primaria, desde 1984 empieza un proceso de urbanización que la va apartando poco a poco de sus principios de atender las necesidades de comunidades campesinas e indígenas.

En 1997 se implantó en el Subsistema de Educación Normal el Programa para la Transformación y el Fortalecimiento Académicos de las Escuelas Normales, y Ayotzinapa se involucró en esta nueva reforma educativa, al igual que las escuelas normales urbanas.

La Escuela Normal Federal Raúl Isidro Burgos, en el ciclo escolar 2008–2009, funcionó en el turno matutino con 532 alumnos inscritos a la licenciatura de Educación Primaria, atendidos por 39 profesores y nueve empleados encargados del apoyo técnico.

(RSG/MVEC)