Es un padecimiento febril de origen viral transmitido por mosquitos de la variedad Aedes Aegypti en estado infectante; son zancudos domésticos que se reproducen en las casas o sus alrededores y se alimentan fundamentalmente de sangre humana.
Aedes Aegypti, mosquito transmisor del dengue.
El dengue clásico se caracteriza por los síntomas siguientes: fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares y articulares, así como dolor retro-ocular; el 80% de los casos presentan además un rash cutáneo parecido a la rubeola. El severo dolor articular que produce ha ocasionado que popularmente se le llame a esta enfermedad “quebrantahuesos”. El cuadro en general es benigno y es común que los pacientes, con reposo y analgésicos antitérmicos (no debe usarse aspirina), se recuperen sin buscar atención médica.
Esta enfermedad no existía en nuestro país; en 1978 se presentaron los primeros casos en las entidades federativas del sureste, provenientes del Caribe y Centroamérica; al poco tiempo el virus se había diseminado en todos los estados donde existía el mosco transmisor. A la fecha las 32 entidades federativas del país han reportado casos de dengue, aunque algunas no tienen en su hábitat el mosco transmisor, esto se debe a la inmigración poblacional existente.
El virus tiene cuatro variedades (serotipos), conocidas del I al IV; no producen inmunidad cruzada, por lo que una sola persona puede padecer a través de los años dengue en cuatro ocasiones, con el riesgo de que a partir del segundo ataque pueda presentar la grave variedad de dengue hemorrágico. El primer serotipo que llegó a nuestro país fue el I; el II y IV iniciaron su circulación en 1984, y la introducción al país de la variedad III fue en 1995.
En Guerrero se presentó el dengue clásico a principios de la década de los 80, registrándose miles de casos en toda la entidad, pues la población era totalmente susceptible al virus; el gremio médico, tanto institucional como privado, estaba descontrolado, pues desconocía esta patología; las autoridades sanitarias se hallaban alarmadas por los numerosos brotes de rubeola reportados en todas las regiones de Guerrero, padecimiento con el cual confundían los casos de dengue; ahora, este padecimiento es perfectamente identificado no sólo por el personal médico y paramédico, sino por la misma población, la cual reconoce plenamente al “quebrantahuesos”.
El comportamiento epidemiológico del dengue es cíclico y depende de una serie de factores imputables al medio ambiente, al mosquito transmisor, al virus y a la misma población inclusive; por ejemplo, las condiciones climatológicas como la precipitación pluvial, la temperatura y el grado de humedad favorecen en ocasiones –y en otras disminuyen– la presencia de los moscos transmisores (densidad vectorial); los serotipos de virus circulantes influyen en la presencia de muchos o pocos casos de dengue en la población, lo cual está íntimamente ligado a la susceptibilidad o resistencia de la gente a estos serotipos virales.
A partir de 1990 empezaron a aparecer casos de dengue hemorrágico, variedad grave del padecimiento, que se debe a las infecciones secuenciales de los diferentes serotipos del virus. Al no existir medicamentos específicos contra el virus ni vacunas contra la enfermedad la lucha contra el dengue se basa en actividades contra el mosquito transmisor del agente causal; este insecto deposita sus huevecillos –que posteriormente se convierten en larvas– en todo tipo de cacharros capaces de retener agua de lluvia (llantas, trastos de cocina, juguetes, latas y botellas vacías) que la gente no tira a la basura; por ello, los servicios oficiales de salud poco pueden hacer sin la decidida participación de los ayuntamientos y la colaboración de la población que deben apoyar las actividades de descacharrización para impedir la reproducción del mosco y disminuir su presencia en el medio ambiente.
(FLE)