Culturas populares

En el marco de la creación de las Unidades Regionales, durante el periodo de la maestra Martha Turok Wallace, se conformó un equipo de trabajo para la creación de la Unidad Regional Guerrero, previa la realización de un diagnóstico socio–cultural (1986) realizado en tres fases: preparación, trabajo de campo y análisis y redacción. En su cuerpo el diagnóstico contempló una panorámica general del estado de Guerrero y los informes sobre las regiones Norte, Centro, Tierra Caliente, la Montaña, Costa Grande y Costa Chica. En aquel entonces se consideraba a Acapulco como parte de esta última región.

Los participantes en la realización del diagnóstico fueron Marcos Matías Alonso, Valentina Trillo, Gerardo Sámano Díaz y Gustavo Gutiérrez, por la Dirección General de Culturas Populares, en tanto que por el Instituto Guerrerense de la Cultura se integraron Apolinar Estrada Flores, Emilio Silva Camacho y Eulogio Flores Guzmán, y, finalmente, por la USED–Guerrero, los profesores René Lobato Ramírez y Gustavo Victoriano García.

Una vez finalizada la tarea del diagnóstico, la siguiente fue la creación del Museo de Arte Popular, que contempló fundamentalmente la muestra de las tradiciones guerrerenses (entre otras, los rituales asociados a la agricultura, la ganadería y la pesca, en tanto que se priorizaron las artesanías guerrerenses, de las cuales se destacó el proceso de trabajo); sin embargo, al finalizar el sexenio del gobernador Alejandro Cervantes Delgado la exposición se trasladó al Centro de Convenciones de Acapulco. Y posteriormente no se supo más de ella.

La Unidad Regional Guerrero se abrió en abril de 1987, siendo su primer jefe el Antrop. Antonio Lozano Flores, quien se dio a la tarea de conformar los proyectos iniciales, dos de ellos enfocados a la agricultura tradicional: “Rescate de las tecnologías agrícolas tradicionales: el caso del tlacolol”, uno de ellos con sede en Coatepec Costales (Teloloapan), en tanto que otro estuvo ubicado en Amuco de la Reforma.

El primero de ellos trató de destacar la importancia del tlacolol como alternativa agrícola, además de dar cuenta de los elementos asociados (danza, música, rituales, cosmovisión); al mismo tiempo, bajo el cobijo de los Centros Culturales Comunitarios se impulsaron los talleres de elaboración y pintura de los morrales de ixtle y otro de náhuatl en su variante local y, finalmente, se elaboró una monografía (inédita).

Otro proyecto impulsado fue el de “Movimiento Popular Urbano del 60 en Chilpancingo” enfocado desde la memoria histórica; en sus inicios creó polémica debido a las inquietudes que despertó entre los funcionarios de gobierno, dado que algunos de ellos habían participado en el movimiento urbano que pugnó por conquistar la autonomía universitaria y después derivó en la caída del gobernador Raúl Caballero Aburto. El trabajo estuvo fundamentado en la investigación, pero los materiales recopilados se prestaron y posteriormente se reportaron como perdidos.

Otro proyecto más fue “El rescate de la cultura popular de Chilapa”, en el cual se realizó un estudio monográfico de la cultura popular del municipio, específicamente con la descripción del tianguis dominical. Al final, en un trabajo coordinado con el INAH, se pretendió crear un museo sobre la historia y la etnografía del municipio; sin embargo, debido a que hubo oposición por cierta parte de la población, el proyecto tuvo que ser cancelado.

Estos proyectos fueron poco a poco modificando sus objetivos de acuerdo al avance regional de cada uno de ellos, por lo cual el proyecto de Chilapa fue trasladado a Atliaca, municipio de Tixtla, con el nombre de “Rescate de la cultura popular náhuatl de Atliaca”, bajo cuya tutela se elaboró una monografía, la descripción de la elaboración del mezcal, de los petates de palma, la participación zapatista de este pueblo, en tanto que para culminarlo se realizó el ordenamiento del archivo de bienes comunales de Atliaca.

Con la llegada de la etnóloga Malinali Meza Herrera (1989) los proyectos no sólo cambiaron de nombre sino que dieron un giro para una mayor difusión de los materiales recopilados hasta el momento, con lo cual no fueron proyectos truncos, resultando materiales de edición como El vocabulario nahua chontal de Coatepec Costales. Una variante lingüística del náhuatl ylos cuadernos de trabajo editados en mimeógrafo. En el mismo tenor se grabaron los programas de radio El tecoani, de 1990 a 1992.

En Zapotitlán Tablas el personal que había trabajado en Atliaca impulsó el proyecto de “Memoria histórica de los tlapanecos”, con lo cual se priorizó la investigación de su participación en la Revolución mexicana de 1910, pero también se impulsaron los foros tlapanecos con participantes de los municipios de Malinaltepec y Tlacoapa; en parte este trabajo derivó en la publicación del Diagnóstico socio-cultural de Zapotitlán Tablas y la tesis de licenciatura de los integrantes del proyecto.

El proyecto de Coatepec Costales, por su parte, cambió de nombre y de objetivo, pues pasó a tener una cobertura temática y regional más amplia, con lo cual se denominó “Aprovechamiento integral de los recursos etnobotánicos de la región nahua-chontal”, con un recorrido inicial de algunos de los “pueblos viejos” del norte de Guerrero, entre otros, Coatepec mismo, Chilacachapa y Acapetlahuaya, determinando al final el cambio de sede a este último pueblo en 1990. Con ello se propuso el abordaje de temáticas específicas de agricultura, gastronomía, artesanías y medicina tradicional; del trabajo sobre gastronomía derivó el libro Los atoles de Acapetlahuaya. Comidas y bebidas tradicionales y el impulso de la Feria del atole.

En medicina tradicional se realizó un trabajo monográfico y una incipiente organización de médicos tradicionales y parteras; en artesanías se logró una colección de jícaras laqueadas y la descripción del proceso de trabajo, además de una exposición de los aspectos de la cultura popular de Acapetlahuaya, que más tarde servirían de apoyo al museo local.

Este proyecto cambiaría de nombre nuevamente en 1992 para atender aspectos de la memoria histórica y del ordenamiento del archivo de bienes comunales de San Simón Oztuma, con lo cual se concluyó el proyecto a mediados de 1993.

En Costa Chica, durante ambos periodos se trabajó fundamentalmente con la población afromestiza de tres municipios: Copala, Azoyú y Cuajinicuilapa. El antecedente más remoto nos remite al trabajo de PACUP desde 1984, con la recopilación de la tradición oral afromestiza. En 1997 se trató de realizar un trabajo sobre danza, que se vio trunco, pero más tarde, en 1990, se retomaría con la conformación de un nuevo equipo de trabajo considerando las mismas temáticas, pero incorporando las danzas tradicionales, la música, el teatro y la gastronomía, entre otras. El proyecto en sus inicios se denominó “Vigencia de la cultura popular afromestiza a través del teatro”.

En el ínter comprendido entre la jefatura de Malinali Meza (1989–1993) y Juan Carlos Catalán (1993–1997) se realizaron cinco encuentros de corridistas de la Costa Chica (región afromestiza, en Cuajinicuilapa, Juchitán, Copala y Ometepec y San Luis Acatlán, con la intención no sólo de dar oportunidad a los nuevos compositores e intérpretes, sino también del rescate del corrido antiguo, trabajo realizado con anterioridad bajo el proyecto PACUP, con Miguel Ángel Gutiérrez Ávila y Javier del Río Azurmendi.

Los nuevos integrantes del proyecto editaron los materiales de los tres primeros encuentros y en la temática de tradición oral se editaron los libros Jamás fandango al cielo (narrativa afromestiza), Cállate burrita prieta, con respecto a la poética local, y Choco, chirundo y chando, sobre una tentativa de compilar un vocabulario afroamericano de las localidades trabajadas. Un trabajo derivado sería posteriormente la tesis de María Cristina Díaz Pérez desde la etnología: Queridato, matrifocalidad y crianza entre los afromestizos de la Costa Chica (2003).

El siguiente proceso, ya desarrollado con Catalán Blanco, comprendió la asimilación de los programas nacionales a partir de 1994. Destacaron en el estado los siguientes:

Lenguas y Literatura Indígenas. Fue desarrollado en base a la existencia de cuatro grupos étnicos en la entidad (nahuas, tlapanecos, mixtecos y amuzgos), y con apego al interés surgido por parte de ellos se crearon las academias de cada uno de los grupos, destacando en este sentido el impulso de la Nancué Ñomndaa y la Ve’e Tu’un Savi, las otras dos siguen en un proceso formativo, pero todas han participado en congresos, talleres, concursos generales e internos, en la conformación de sus alfabetos y gramáticas. De los trabajos logrados destacan los concursos infantiles y juveniles en lenguas indígenas, el libro Vocabulario mixteco de Ayutla y los talleres literarios en la región amuzga de Xochistlahuaca.

Arte Popular. Durante la permanencia de este programa se impulsaron talleres de capacitación fundamentalmente con artesanos de Olinalá, Tixtla (alfareros), Buenavista de Cuéllar (talabarteros), Xochistlahuaca (huipil amuzgo), Coatepec Costales (morrales de ixtle), Tlacoapa y Acatepec (textiles de lana); se concentró información para un directorio y de manera paralela se brindó apoyo en las diferentes ferias y festivales para su comercialización.

Museos Comunitarios. Contempló la fase experimental de capacitación a responsables de museos comunitarios bajo talleres de museología, museografía, tradición oral, etcétera; sin embargo, pocos fructificaron y la propuesta misma no fue retomada debido a que no se orientó adecuadamente a los responsables y las propuestas no estaban sustentadas comunitariamente, sino más bien eran propuestas individuales derivadas de aquellos museos planteados por educación indígena y el INAH, como los casos concretos de Azoyú, Xochistlahuaca, Huitzapula y Tlapa, donde los apoyos (escasos por cierto) no han derivado en una propuesta museográfica; en la mayoría de los casos se trata de amontonamiento de objetos, salvándose el Casa Museo Coronela Amelia la Güera Robles Ávila (histórico–biográfico) y posteriormente el de Acapetlahuaya. En muchos de los casos fueron más bien buenas intenciones, sólo propuestas (1998–2000).

Correspondería a Gerardo Sámano (2000–2003) iniciar las nuevas propuestas de proyectos de intervención institucional con una consideración regional inicialmente de atención a Tierra Caliente, la región Afromestiza, la atención a los cuatro grupos étnicos, dos proyectos municipales y el seguimiento a temáticas quizá un tanto desarticuladas pero todavía con compromiso rezagado, como las danzas tradicionales, la música popular y los museos.

Con ello los resultados han sido los siguientes: la apertura del museo histórico y cultural Michitecutli, en Acapetlahuaya; la remodelación del Casa Museo Coronela Amelia la Güera Robles Ávila, en Xochipala; la propuesta del grupo de son de artesa al grupo de San Nicolás Tolentino (2000), la elaboración de dos recetarios más (Recetario indígena y Gastronomía de la región afromestiza), listos ya para publicación; la Antología de cuentos bilingües, resultante de los concursos anteriores; el Calendario de fiestas y ferias de Guerrero (en prensa), la participación en el Festival regional Zona Centro (Pachuca) con música, danza, gastronomía y artesanías; la publicación del libro Guerrero: culto a la muerte; la recopilación de más de 200 corridos esdrújulos en manos del músico José Solano Santiago, entre otros.

De los inmuebles ocupados por la Unidad Regional se recuerda con nostalgia el primero de ellos, ubicado en el centro de la capital del estado. Esta sede fue visitada por la doctora Turok Wallace, directora general de Culturas Populares.

De ahí se pasó a la calle de Adrián Castrejón, al sur de la ciudad. En 1991, estuvo poco tiempo en Abasolo 33, local prestado por el Colegio de Bachilleres, en el que se inauguró la exposición de las Jornadas de Cultura Popular, impulsadas por el ascendente programa PACMYC. En 1993 se dio el cambio a Justo Sierra 11, donde han despachado Juan Carlos Catalán, Rogelio Tovar, Juan Carranza y Gerardo Sámano Díaz.

Por la Unidad Regional han pasado trabajadores que ya no están con nosotros, como Javier del Río Azurmendi, Reyna López Lozano, Cristina Díaz Pérez, Evaristo Mondragón, Pablo López Cuenca, Guillermo Virafuentes (quien fuera presidente municipal de Huamuxtitlán); Pablo Alejandro Bautista, Adela García Casarrubias, Raúl Alvarado Olmedo y Luis Zacarías Quiroz (comisionados a sus municipios u organizaciones recientemente); de los que están todavía, como Gerardo Guerrero Gómez, Santano González Villalobos, Francisca Aparicio Prudente, Rosa Román Lagunas, Pascuala Rosales Fierros, Gabriel Lagunas Anzures y Domitilo Rodríguez Bautista, por mencionar sólo a los operativos de proyectos desde 1987 a la fecha.

En todos los casos se ha tratado de atender las temáticas señaladas como arte popular: Lenguas indígenas, Danzas y bailes tradicionales, Museos comunitarios, Memoria histórica, Agricultura y medicina tradicional, entre otras, bajo la perspectiva de cuatro líneas de acción: investigación, promoción, difusión y capacitación.

Gastronomía Mexicana. Bajo este programa se dio continuidad a la feria del atole de Acapetlahuaya y se recopilaron los recetarios de Tixtla y Chilpancingo y el de gastronomía indígena de Guerrero; en su momento se participó en muestras gastronómicas locales y se llevó posteriormente una muestra de la cocina popular afromestiza a Chiapa de Corzo (Chiapas), a invitación del Programa Pacífico Sur.

Memoria Histórica. Trabajó fundamentalmente con cronistas locales y municipales en la realización de encuentro y talleres de capacitación para ellos, bajo las orientaciones de la tradición oral y del rescate de archivos. Destaca la organización de los cronistas de Tierra Caliente que durante cinco años realizaron encuentros periódicos y resultaron trabajos interesantes de municipios como Tlalchapa, Tlapehuala y Coyuca de Catalán, entre otros.

Nuestra Tercera Raíz. Había sido trabajado bajo la forma de proyecto concreto; con esta versión programática derivó en una atención cupular del MNCP y del mismo programa, con escasa atención a la Unidad Regional, como si los mismos promotores e investigadores de la Unidad Regional fueran de segunda categoría, a pesar de tener el antecedente del trabajo con la exposición “Soy el negro de la Costa”. Con la infraestructura de oficinas centrales y el convenio del Gobierno del estado se creó el Museo de las Culturas Afromestizas Vicente Guerrero Saldaña.

Cultura Popular y Biodiversidad. De intención reciente, pero con el antecedente de los proyectos de agricultura tradicional, desemboca en una atención a propuestas de medicina tradicional, de tratamiento diferente a las materias primas de las artesanías, entre otras cuestiones.

Música Popular. Tuvo un gran impacto debido a la atención primordial a las bandas de música de viento inicialmente, aunque después tuvo una mayor cobertura de atención a los géneros restantes: tríos, chileneros, intérpretes de sones y gustos, sones de tarima, son costeño, artesa y música indígena, entre otros. Durante varios años se les brindó apoyo para la capacitación en talleres de reparación de instrumentos; se realizó un buen número de encuentros de bandas de viento y talleres de solfeo, y se participó en la propuesta de creación de las escuelas de Artes y Oficios del Gobierno del estado.

Otros grupos se presentaron en festivales y concursos, además de la grabación de algunos de ellos: Son de Artesa, de San Nicolás Tolentino; Son de Tarima, de Tixtla; Sones y Gustos, de Tierra Caliente (San Miguel Totolapan); Son Costeño, con los Gallardo, de Cruz Grande (Florencio Villarreal), en tanto que quizás el mayor logro fue la propuesta en 1997 para que Juan Reynoso fuera designado Premio Nacional de Ciencias y Artes.

Se trabajó de manera parcial Diálogos culturales y Proyectos regionales, además de Mesas de la Cultura popular mexicana.

Este periodo de los programas nacionales que arrancó con Juan Carlos Catalán Blanco (1993–1996), tuvo continuidad con Rogelio Tovar (1997–1998) y finalizó con Juan Carranza Soriano.

(GSD)