Se llama copra a la carne de la nuez de coco, una vez que se ha secado. Es nombre común del endospermo, principal producto comercial obtenido del cocotero, aparte del aceite y la materia prima para elaborar dulces regionales.
Copra
El aceite de la pulpa fresca o pulpa seca (copra) se obtiene por medio de presión después de bañarla con agua caliente. Se purifica y decolora con carbón de huesos o con hidrosilicatos de magnesio.
La palmera de coco pertenece a la especie conocida en botánica como cocos nucífera, fr Ling.; comprende algunas variedades, como visayas, cayumanus, limbaón, macapunó y otras.
El cocotero es árbol monocotiledóneo, natural de las regiones tropicales, en algunas de las cuales forma bosques y es objeto de un cultivo que constituye la base más importante de la riqueza de algunos pueblos, como el archipiélago filipino, India, Indonesia, Sri Lanka, Islas Seychelles y las costas guerrerenses.
El actual territorio del estado de Guerrero, tal vez desde el Siglo XII, es productor de coco de agua y ha fomentado el cultivo de la palma productora de copra. Fue en la Costa Grande donde se desarrolló el mayor esfuerzo y el más importante de México, hasta llegar a cosechar el 56% de la producción total del país.
Los cocoteros pueden cultivarse para comer su fruto y beber el agua que contiene, o bien para extraer de las nueces, aceite; cuando se desea comer el fruto no debe dejarse que llegue a su completa madurez para que no se seque el agua que encierra. Esta agua, mezclada con la carnosidad interior y un poco de azúcar, es una bebida deliciosa.
De la cubierta exterior de la fruta, que es fibrosa, se fabrican cuerdas para calafatear embarcaciones, rellenar jergones y para hacer pólvora. De la cáscara interior se elaboran varios artefactos. Las hojas sirven para techar casas; de sus nervios secundarios se hacen escobas, y el principal sirve como combustible, cuyas cenizas se emplean para fabricación de jabón. Del tallo se hacen cubos, barriles y cañerías. La raíz produce un tinte encarnado.
Este cultivo es en Guerrero el segundo más importante; el primero es el maíz, que aporta el 67% del valor de todas las cosechas agrícolas, en tanto la copra representa el 11.4%.
El desarrollo del cultivo de coco en Guerrero ha sido realizado por el esfuerzo individual de los campesinos, con recursos propios.
Existen sembradíos de 83 927 hectáreas que se localizan en la franja costera, que tiene una extensión de 500 km desde Punta Maldonado, municipio de Cuajinicuilapa, hasta Zacatula, municipio de La Unión de Isidoro Montes de Oca, en la desembocadura del Balsas.
La producción de esta oleaginosa se transporta a los centros industriales localizados en la Ciudad de México para producir el aceite de coco.
Las plantas industriales en Guerrero se ubican en Iguala, Coyuca de Benítez, San Jerónimo y Acapulco.
Algunos cultivadores acostumbran hacer en el terreno sembrado de cocos escardas continuas para matar la hierba, pero no es una práctica necesaria ni recomendable en la mayoría de los casos porque destruye muchas raíces; sin embargo, el cocotero requiere un terreno ligero y arenoso, no arcilloso, aunque éste sea rico en humus (parte orgánica del suelo derivada de la descomposición de materias animales y vegetales). El subsuelo no debe ser superficial, sino de fácil drenaje, para que la palmera se desarrolle.
Los cocos que se hayan recogido para la semilla se guardan de un mes a mes y medio, a fin de que pierdan la humedad de la cáscara. Se siembran colocándolos simplemente sobre el suelo o en surcos poco profundos donde no queden los cocos cubiertos totalmente. Se puede colocar debajo de cada uno un poco de sal y ceniza, que los defenderá de los insectos.
Germinan en seis meses y de un año en adelante podrán trasplantarse al lugar definitivo sin lastimar las raíces, y si éstas se han magullado es preferible cortar la parte inútil con cuchillo muy filoso. La distancia a plantar es de ocho a nueve m entre planta y planta. No son nada apropiados los lugares pedregosos y los de bases de rocas. Tanto la excesiva humedad como la extremada sequía perjudican al cocotero. En Guerrero hay plantaciones desde Acapulco hasta Mochitlán.
Un terrible enemigo es la langosta porque devasta no sólo el limbo coriáceo de las hojas, sino hasta los nervios leñosos. Otro es el Rhincophorus ochreatus y R. pascha, los cuales penetran por la yema terminal y única que tiene el árbol, devorándola interiormente, hasta concluir con ella en pocos días. Para destruir estos insectos es necesario echar en los agujeros arena o agua de tabaco.
La podredumbre del cogollo es causada por un hongo llamado Phytophthora faberi. Esta enfermedad ataca a las plantas en almácigo y a las que están en pleno desarrollo. Casi siempre es mortal. Empiezan a marchitarse las hojas viejas y caen sin que las nuevas ocupen su lugar, poco a poco la palmera pierde su forma natural, quedando reducida a un plumero. Las hojas tiernas paralizan su crecimiento. Es enfermedad contagiosa que ha acabado con plantaciones enteras en Yucatán, Campeche y Tabasco. Otras plagas serían: mayate prieto, gorgojo del cocotero, hormigas blancas, amarillamiento letal y picaduras de arácnidos.
La idea que se ha tenido para el desarrollo industrial en Guerrero ha contado con muchos obstáculos de orden organizacional, político, social y tecnológico, que no han podido realizarse cabalmente para hacer el proyecto correspondiente.
Entre 1950–1960 se impulsó la organización de productores guerrerenses, logrando la formación del grupo gremial de copreros.
Es en 1951 cuando surge en la Costa Grande la idea de formar la organización Unión Regional de Productores de Copra (URPC), esto sucede por los esfuerzos de los copreros de Coyuca de Benítez y el afán de mejoramiento económico.
Hacia finales del mismo año los días 1, 2 y 3 de diciembre se llevó a cabo el Primer Congreso Estatal Coprero, en Tecpan de Galeana. Para los copreros fue de gran éxito, pues se lograron importantes avances, como la industrialización de la copra y cómo combatir las plagas.
Participaron grupos de Coyuca de Benítez, Atoyac de Álvarez, Tecpan de Galeana, Acapulco, Marquelia, Cruz Grande, San Jerónimo, La Unión, Petatlán y San Marcos. Sobresalieron personajes del comercio de la copra como Roberto Nogueda Solís, Candelario Ríos Campos, Sixto Barrera y Ezequiel Guerrero.
En ese año la Secretaría de Economía federal otorgó permisos a industriales extranjeros (de EU) para importar hasta 72 mil toneladas de sebo animal, lo cual propició que el precio de la copra se viniera abajo. Hubo presiones en la organización. Se formó una comisión que fue a la Ciudad de México para solicitar ayuda de la Presidencia de la República, pero nada lograron; fue entonces cuando acordaron no vender nada de su cosecha. Así dio inicio la huelga de “brazos caídos” el 24 de abril de 1952.
En una visita realizada a las costas de Guerrero por el presidente de la República, licenciado Miguel Alemán Valdez, los copreros aprovecharon el acontecimiento y hablaron con él y con el secretario de Hacienda. Posteriormente las pláticas continuaron con el director de Crédito del Banco Nacional de Comercio Exterior, ingeniero Franco Ledesma. Los copreros obtuvieron un crédito de cinco millones de pesos y la suspensión de permisos para la importación de todo tipo de grasas.
El 3 y 4 de enero de 1954 se llevó a cabo el segundo congreso de la URPC. Hubo promesas del gobierno, que no fueron cumplidas, pero continuó la lucha por lograrlas. Idearon la creación de una empresa, propia de los productores copreros, para capitalizar, producir y distribuir su cosecha y también abarcar áreas de cultivo, como la semilla de cártamo, cacahuate y ajonjolí.
Se le puso por nombre Pequeños Productores de Coco, S. A.; el Consejo Directivo se integró con Néstor Guinto Balanzar, Irineo Mendoza, Sabás Hernández, Eutimio Flores, Franco Núñez y Manuel Ávila. El apoyo principal lo obtuvieron de la CNC y del Gobierno del estado posteriormente.
En 1956 se iniciaron los trámites y estudios correspondientes para otorgarles el beneficio del Seguro Social a campesinos copreros y sus familias.
En 1959 apareció la primera publicación de la revista Copra, que proporcionaba información referente a la empresa coprera.
Al siguiente año hubo cambio de directiva de la URPC, resultando en la votación como ganador el licenciado Rigoberto Pano Arciniega.
Tiempo después se presentó una avalancha de situaciones poco gratas como la cancelación del registro de la empresa rural y la intromisión de personas ajenas a la actividad coprera con la intención de provocar conflictos.
El 20 de agosto de 1967, en el edificio sede de la organización, en Acapulco, se preparaba la celebración por el aniversario de la URPC. El ambiente empezó a ponerse tenso y de las palabras pasaron a los hechos, que trajeron como consecuencia un enfrentamiento entre los cultivadores de coco de las dos costas guerrerenses. Era el régimen del doctor Raymundo Abarca Alarcón y no hubo capacidad de entendimiento para conciliar los intereses locales; por una parte se encontraba un grupo de la Confederación Nacional Campesina, dirigido en Guerrero por el diputado César del Ángel; por otra se formaron los grupos copreros de Costa Grande y Costa Chica.
Se accionaron armas de fuego provocando un caos que trajo como consecuencia varias decenas de muertos y otro tanto de heridos. La sede quedó prácticamente destruida.
La prensa de todo el país hizo los comentarios correspondientes. El periódico Tiempo del 28 de agosto de 1967 presentó el comentario siguiente:
“Guerrero, a sangre y fuego.– El domingo 20 un grupo de trabajadores afiliados a la URPC efectuaba una reunión en el edificio de dicho organismo, en la ciudad de Acapulco, mientras otro grupo de copreros antagónico a los aludidos, encabezado por el diputado César del Ángel, en un lugar cercano, se disponía a irrumpir en la reunión y protestar contra los procedimientos empleados en las pasadas elecciones de la URPC.
Así las cosas, unos 300 hombres y mujeres siguieron al diputado Del Ángel; los ánimos estaban caldeados y al llegar el grupo a las puertas del edificio de la URPC se adelantó el secretario particular del legislador, José Hernández, que en nombre de los descontentos que le seguían reclamó algo a los que custodiaban el local.
Es a partir de ese momento que nadie supo qué fue exactamente lo que sucedió, pues en un dos por tres se formó tremendo zafarrancho; se dice que Hernández desenfundó su pistola y golpeó con el cañón de la misma a quien intentó detenerlo y que enseguida rompió los vidrios de la puerta principal del edificio. Luego dicen algunos que la agresión fue contestada con disparos de arma de fuego y Hernández cayó acribillado inmediatamente.
Los testigos presenciales de los hechos afirman que los copreros que estaban en la calle no pudieron contestar el inesperado ataque; al contrario, dicen que dieron la espalda al edificio y trataron de escapar, pero los atrincherados dentro del local les daban caza sin misericordia”.
Pocas horas después, el gobernador Raymundo Abarca Alarcón, acompañado del procurador de Justicia del estado, licenciado Horacio Hernández Alcaraz, se dirigieron a la ciudad de Acapulco para conocer los hechos e iniciar una exhaustiva averiguación; sin embargo, hasta el martes 22 no había nada claro, aun cuando otros medios informativos de la Ciudad de México publicaron lo ocurrido y una declaración que se atribuye a Del Ángel, a quien se supuso escondido en la capital del país.
En la década de 1970–1980 el Gobierno de Guerrero se propuso incrementar el rendimiento de copra por cada palmera cultivada y con este propósito el gobernador del estado, ingeniero Rubén Figueroa Figueroa, invitó a un grupo de copreros para ir a Costa de Marfil en Africa (corría abril de 1977).
Trajeron de ese viaje 200 mil nueces de coco de alta calidad genética para resistir el amarillamiento letal en las palmas que tenían esta infección; en el estado de Yucatán la idea fue cruzar las variedades llamadas Rojo Camerún y Amarillo Malayo, trabajadas por 35 años con tecnología francesa y que trasladaron en el buque mexicano Comodoro José Azueta.
En esa época estaba al frente de la Impulsora Guerrerense de las Oleaginosas el ingeniero Salvador Peniche. Acompañado del gobernador Figueroa se reunió en las costas de Africa en actos formales con el presidente de la Asamblea General, Phillippe Yace, y el viceministro de Investigación Científica, Leroy Leroux Hyacintha.
La presencia de los mexicanos en Costa de Marfil se vio con gran interés oficial, habiéndose invitado al gobernador guerrerense para lograr un cambio de tecnología tanto agrícola como de investigación petrolera, ya que recientemente se habían encontrado importantes mantos de petróleo frente a las costas de México.
Los campesinos y técnicos mexicanos conocieron los campos de cultivo de coco de la estación
de Port Bouet, donde se percataron de las acciones múltiples en el cuidado del cocotero, lo que permitió tener como rendimiento nueve toneladas de copra por hectárea, figurando tareas como la fertilización, fecundación artificial, producción de semillas híbridas, preparación del polen industrial y control de plagas.
Se estibaron 900 sacos de yute con los cocos y las bolsas de plástico que contenían polen. Antes de embarcarlos fueron adoptadas medidas fitosanitarias y de igual manera a su arribo a costas mexicanas: el material fue puesto en cuarentena y sometido a rigurosas observaciones para cubrir los requisitos sanitarios que fija la ley.
El principal propósito de esta acción era establecer plantaciones experimentales en Copala y aumentar la producción de copra con tecnología productiva, rehabilitando los palmares en el estado.
La intención de la política agronómica que se siguió en esa época fue el mejoramiento del rendimiento para los 11 municipios guerrerenses productores de copra, que viven y dependen de esa actividad.
En el decenio 1980–1990 el gobierno se esforzó por la reorganización de los copreros. Orbelín Soberanis Núñez y Rosendo Ríos Rodríguez intervinieron para continuar con el esfuerzo de producir palmeras híbridas resistentes al amarillamiento letal, pero sin muchos logros.
De 1990 a 2002 los gobernantes en turno continúan el enfoque al mejoramiento de las palmeras de coco. Aún con los esfuerzos hechos, los problemas siguen en esta empresa coprera.
Algunos líderes gremiales: Florencio Encarnación Urzúa (†), Orbelín Soberanis Núñez, Josafat Leyva (†), Rigoberto Pano Arciniega (†), Ángel Serrano, Rosendo Ríos Rodríguez (†), Jesús Murga, Herminia Olea y otros no han logrado las metas agronómicas que requieren las plantaciones de cocotero.
En 2008 se obtuvo la cosecha definitiva que muestra el cuadro siguiente:
Distrito |
Superficie sembrada |
Superficie cosechada |
Producción obtenida |
Rendimiento obtenido |
Precio medio rural |
Valor de la producción |
Atoyac |
54 686 |
54 686 |
109 372.0 |
2.000 |
6 369.830 |
696 681 000 |
Las Vigas |
30 115 |
30 115 |
54 012.3 |
1.794 |
3 851.201 |
208 012 250 |
Total: (Con asociados) |
84 801 |
84 801 |
163 384.3 |
1.927 |
5 537.210 |
904 693 250 |
Fuente: SAGARPA Guerrero, 2009.
*Tonelada por hectárea cosechada.
(KZPV/VTG)