Avisador, El

Periódico. Fundado en Acapulco en diciembre de 1888 por José Muñúzuri. Dejó de aparecer hacia fines de 1896. Su edición consta de tres etapas: 1888–1890, 1891–1895 y 1895–1896.

Se identificaba como Semanario de política, literatura, comercio y avisos. Lo editaban Muñúzuri e hijos en el taller que había sido propiedad de Procopio Camilo, ubicado en la calle del Comercio (hoy Juan R. Escudero).

El ejemplar costaba diez centavos. Su tamaño era de 86cm x 56cm. (Para preparar su libro 400 años de periodismo en Acapulco. 1583–1983, el locutor y periodista Humberto Tejedo del Castillo consultó ejemplares de este semanario en la Hemeroteca UNAM).

Las siguientes notas y anuncios publicitarios darán una idea de la política informativa de El avisador:

1891. Sábado 17 de octubre. “Charcos de fango y aguas estancadas por el rumbo de Barrio Nuevo y El Rincón. Hay lugares donde los niños se entretienen en sacar pescaditos, ranas y aun lagartitos”.

Jueves 5 de noviembre. Un colaborador de nombre o seudónimo Scévola describe las condiciones paupérrimas de una escuela del puerto: “Un jacalón construido hace más de un siglo y cuyo techo se reparó hace 30 años; cielo de manta en girones; piso húmedo; pesadísimas mesas con bancos adheridos a las mismas, donde se colocan con gran incomodidad seis niños. Patio cuadrilongo con cosas de una compañía de acróbatas con sus laberintos de cuerdas, trapecios, estacas, etc. Nuestras escuelas en el estado sirven también para funciones de maroma y hasta para hospedar a soldados. Los excusados están bajo un pequeño caído (caedizo) de teja formado por un zanjón descubierto y como de dos metros de profundidad. Tablas hechas pedazos que los niños acomodan cada vez que van a satisfacer sus necesidades; es lo único que constituyen los asientos”.

El director, Antonio Martínez, informaba que no era posible organizar sus clases porque faltaban útiles y la suma irregularidad con que los niños concurren a la escuela; sus padres eran muy pobres y no les podían comprar papel, plumas, tinta, etc. Los niños no podían leer porque no había libros suficientes.

El salón de las niñas no iba a la zaga, según la directora Emilia Billings. En otro tiempo había servido como almacén de la aduana marítima; techo bajo y casi al alcance de la mano; poca ventilación, patio obstruido de escombros y hierba, donde las alumnas no podían disfrutar sus momentos de recreo.

Decía el periódico que si Acapulco tenía 5000 habitantes, su población escolar era de 1000 niños y concurrían sólo 100.

En la misma fecha se publicaba que el licenciado Francisco María Rojas en una circular dirigida a todos los jueces les proponía secundar su iniciativa para derogar la pena de muerte en el estado.

Miércoles 25 de noviembre. “ALUMBRADO ELÉCTRICO. Sólo alcanza el petróleo para las 21:00 horas. El último sábado, por causa de la oscuridad en toda la población, sufrió un hombre un horrible golpe, por el cual hoy lamenta la pérdida de su nariz”.

En el mismo año 1891 (segunda época), en un número sin fecha, se incluía un anuncio del hotel Cosmopolita, que ofrecía buenas habitaciones, bien surtida cantina, exquisito comedor, mucho aseo, escogida servidumbre, buenos baños de regadera…

El Colegio Álvarez, del que era directora Mercedes Rodríguez de López, impartía clases de instrucción primaria para niñas.

1895. Domingo 1 de septiembre. El periódico invitaba a colaborar en sus páginas, “pero les advertimos desde ahora que no somos ni amigos ni enemigos del gobierno. Nuestros escritos y nuestras ideas son del todo independientes. A nadie atacamos sino con justicia, y cuando lo hacemos buscamos el mejor estilo de nuestro lenguaje. Dejémosle (al gobierno) que obre como quiera, que nosotros no llamaremos a las puertas de su casa para que nos dé asiento”.

“Las mujeres públicas paseándose en nuestro parque central. Las horizontales, mezclándose al sonido de la música con las bellas señoritas que forman nuestra sociedad”.

Anuncio: “La Oaxaqueña. Puros y cigarros. Muñúzuri e hijos impresores, premiados en la exposición universal de París el año de 1889”.

8 de septiembre. Número 2: “Los templos en que se adora a Birján tienen sus puertas abiertas día y noche, y en esos lugares se reúnen gentes de todas clases a ciencia y paciencia de la policía”.

Domingo 1 de octubre. Aparecía un recuadro en que comunicaba a sus lectores que el periódico valía diez centavos; enseguida anunciaba la publicación del libro sobre la historia de la ciudad y puerto de Acapulco.

Domingo 10 de noviembre. Una compañía de viajes daba a conocer sus tarifas de pasajes para viajar de Acapulco a varios puertos del Pacífico como San Blas, Mazatlán y San Francisco.

El señor Miguel A. Souza ofrecía sus servicios de peluquería a domicilio, pues aún no contaba con local para su establecimiento. 1896 (III época). Domingo 29 de marzo. Alfonso Aguilar y Valdovinos hacía del conocimiento del público que a las personas que desearan utilizar sus conocimientos en el arte de teneduría de libros podía darles clases a domicilio a precios convencionales, pero siempre módicos.

Lunes 8 de junio. El editor informaba que el periódico había llegado al noveno mes de existencia (en su III época, septiembre de 1895).

La Gran Lotería, de la que era agente Samuel Muñúzuri, organizada por accionistas mexicanos y extranjeros, comunicaba contar con un capital de $2 000 000.00; el premio mayor era de $60 000.00 y el vigésimo costaba veinte centavos.

Domingo 22 de noviembre. Este día salió el último número de El Avisador.

El señor Muñúzuri, su fundador, falleció en el puerto de Acapulco el año de 1900.

(HCN)