Zapata Salazar, Emiliano

Militar revolucionario, primer jefe suriano y símbolo del agrarismo. Nació en Anenecuilco, cerca de Villa de Ayala, Morelos, el 8 de agosto de 1879; murió asesinado el 10 de abril de 1919 en Chinameca. Hijo de Gabriel Zapata y Cleofas Salazar. Fue campesino, profundo conocedor de los problemas de la tierra.

A los 21 años, sentó plaza de soldado raso en el 9° Regimiento estacionado en Cuernavaca.

Como hombre de campo, resultó gran jinete, y al notarlo Ignacio de la Torre, porfirista, lo ocupó como caballerango. Aunque el empleo era bueno, cómodo, Zapata no estaba conforme. Es así como el 12 de septiembre de 1909 se une a la Junta de Defensa de las Tierras de Anenecuilco, donde resultó electo presidente, dando muestras de popularidad y su calidad de líder.

Durante ese periodo, estudió asiduamente los documentos que establecían los derechos de su pueblo con respecto a las tierras. No intervino políticamente hasta el triunfo de Pablo Escandón como gobernador de Morelos, cuya elección no favoreció al pueblo natal, que perdió todavía más tierras.

En mayo de 1910, alterado por el abuso y perdida la paciencia, recuperó por la fuerza las tierras que se habían confiscado y repartió parcelas. Se produjo entonces la rebelión maderista; y observando que el Plan de San Luis contenía cláusulas referentes al agrarismo, envió a Pablo Torres para que se entrevistara con Madero; en 1911, Zapata, personalmente, se lanzó a la lucha revolucionaria y enarboló como estandarte la recuperación de la tierra.

La ocupación de la ciudad de Cuernavaca, el 21 de mayo de 1911, por tropas guerrerenses de Ambrosio Figueroa sirvió de base para que los enemigos del maderismo provocaran un distanciamiento entre Zapata y Figueroa; a pesar de que ambos jefes tuvieron varias pláticas amistosas, el rompimiento no se hizo esperar, pues era fomentado principalmente por los latifundistas.

En junio del mismo año Francisco I. Madero visitó la entidad guerrerense para expresar su agradecimiento en la lucha contra la dictadura; y llegó a Iguala el 13, y el 14, a Chilpancingo.

La situación se agravó cuando la Procuraduría General de la República, a instancias del presidente interino Francisco León de la Barra, ordenó al general Victoriano Huerta que lo siguiera y lograra su aprehensión.

Zapata abandonó Morelos y se internó en Guerrero, acompañado del general Juan Andreu Almazán, que se le había unido en Cuernavaca desde el 31 de mayo.

El 13 de septiembre de 1911 los zapatistas trabaron el primer combate en contra de las fuerzas de Ambrosio Figueroa, mandadas por el general Añorve, en Huamuxtitlán. Después de esa lucha, Zapata y Almazán continuaron hacia Olinalá.

Aún más difícil se puso la situación al designar, el presidente interino de la República, al general Ambrosio Figueroa como gobernador y comandante militar del estado de Morelos, pues éste ya tenía mando en ambos estados para la persecución de Zapata; y como ésta era injusta, numerosos jefes guerrerenses se sumaron al caudillo del agrarismo, y así la Revolución en Guerrero quedó dividida en dos bandos: el de los maderistas, jefaturados por los Figueroa, y el de los zapatistas, que tuvieron como jefes a Juan Andreu Almazán, a Jesús H. Salgado (de Teloloapan), a Julio Gómez (de Comala), a Juan Pablo Pineda (de Zitlala), al Tuerto Morales y a Heliodoro Castillo.

El 25 de noviembre de 1911 Zapata lanzó el Plan de Ayala, en el que exigía la redención de los indígenas y el reparto de latifundios, se desconocía a Madero y se nombraba a Pascual Orozco dirigente de la Revolución armada.

Los zapatistas acosaron las plazas de Chilapa, Copalillo, Mochitlán y Quechultenango; y al concluir el año de 1911, Zapata se había apoderado de Cacahuamilpa y Tetipac, y su movimiento abarcaba el norte, noroeste y parte central de Guerrero.

El 9 de enero de 1912, nombró jefe del zapatismo en la región de Tepecoacuilco a Félix Barrera. A la muerte de este jefe asumió el mando el general Pablo Barrera, quien también murió en combate entre Azcala y El Limón, junto con su hermano Chon.

A principios de 1912, cuando ya era presidente de la República Francisco I. Madero, y gobernador del estado el licenciado y general José Inocente Lugo, el zapatista Jesús H. Salgado se convirtió en una verdadera pesadilla para el gobierno, pues se había apoderado de Tepecoacuilco, Balsas, Teloloapan y Chilapa, y amagó Acapulco, Iguala y Tixtla.

Finalmente, el 17 de febrero, Salgado se internó en Morelos para unirse a Zapata.

En febrero de 1913 Victoriano Huerta había asaltado el poder, y el 30 de mayo Zapata lo declaró indigno de estar en la Presidencia.

En Guerrero, los Figueroa, Blanco y los zapatistas se enfrentaban al usurpador.

El 26 de marzo de 1913 Venustiano Carranza lanzó el Plan de Guadalupe. Julián Blanco lo secundó alzándose en armas en Dos Caminos; se apoderó de Tierra Colorada y San Marcos, y firmó un convenio con Zapata para combatir a Huerta.

En enero de 1914 se constituyó el Ejército Libertador del Centro y Sur encabezado por el caudillo revolucionario.


Pintura de Emiliano Zapata.

Zapata, al saber que la guarnición de Tlapa se sublevaba, entró a Guerrero; y después, por Chilapa, se asentó en Tixtla, desde donde dirigió las operaciones del sitio de Chilpancingo, auxiliado por Chon Díaz,Heliodoro Castillo, Julián Blanco, Pedro Aranda y Jesús H. Salgado. El sitio quedó cerrado el 14 de marzo de 1914.

Chilpancingo estaba defendida por los generales Luis G. Cartón y Juan A. Poloney, que era gobernador del estado desde el 2 de febrero de ese año.

Zapata había enviado un ejemplar del Plan de Ayala, con un propio de Chilapa, para que Crispín Galeana lo imprimiera en Tlapa en cantidad de 5000 ejemplares y lo hiciera circular en toda la región, haciéndole llegar una parte de los mismos al propio Zapata.

El 24 de marzo es tomada la capital del estado; fue derrotado el gobernador Poloney, quien huyó rumbo a Acapulco con el resto de sus fuerzas, y derrotado definitivamente por Julián Blanco en Los Cajones. En esa refriega murió el general Poloney. Más tarde, en El Rincón, el general Cartón fue hecho prisionero y fusilado en la plaza de Chilpancingo el 6 de abril.

Después de la toma de Chilpancingo, los zapatistas, que controlaban gran parte de Guerrero, se reunieron en Tixtla y designaron al general Jesús H. Salgado como gobernador de la entidad; sin embargo, Salgado gobernó con la denominación de director del Gobierno Provisional, y como sus fuerzas ocuparon Iguala y Acapulco, el huertismo quedó prácticamente aniquilado en Guerrero.

El 5 de abril Zapata emite un manifiesto al pueblo mexicano desde la ciudad de Tixtla, en donde declara:

Primero. Que se prorroga al día 30 de abril el indulto concedido el día 11 de noviembre de 1913 al llamado presidente interino de la República, Victoriano Huerta, “siempre y cuando no resulte responsable de delitos del orden común, al ser juzgado por un tribunal especial que al efecto se establezca”.

Segundo. Que se concede el indulto a los jefes y oficiales del llamado Ejército Federal, que no resulten responsables de delitos del orden común al ser juzgados por el mismo tribunal especial que se establezca.

Tercero. Que se concede amnistía general para la clase de tropa del llamado Ejército Federal.

Cuarto. Que los que pretendan indultarse se presentarán ante el jefe revolucionario más inmediato, entregando sus armas correspondientes, debiendo dar aviso los jefes de los nombres de aquellos que se indulten, para darles sus pasaportes respectivos y puedan pasar a sus hogares, los que deseen, o ingresar a las filas de la Revolución, si así lo determinan.

Quinto. Quedan comprendidos en la amnistía general, aquellos individuos que directa o indirectamente ayudan al mal gobierno ilegal de Huerta.

Sexto. Que después del 30 de abril del corriente año, todos aquellos que no hayan depuesto las armas o que no hayan cesado de ayudar al mal gobierno ilegal, serán juzgados como traidores a la patria y se les condenará a la pena capital, pasando sus bienes a poder de la nación.
Mexicanos: no hacemos la guerra por oposición sistemática al mal gobierno ilegal de Huerta, sino porque nuestra conciencia de revolucionarios honrados ha contraído compromisos con la Patria.

Dicho manifiesto es firmado también por los generales Jesús H. Salgado, Encarnación Díaz, Ignacio Maya, Heliodoro Castillo, Pedro Aranda, Jesús Navarro, Enrique S. Villa, Modesto Lozano, Julián Blanco, Miguel Morales, Máximo Iriarte, y los coroneles Santiago Orozco, Juan Villa, Crisóforo Barrera, José Hernández, Leandro Arcos, Perfecto Iriarte, Tiburcio Martínez e Isidoro Olivares.

Zapata regresó a Morelos dejando instalado el gobierno provisional revolucionario y, al pasar por Tlapa, exigió a Rómulo Figueroa que reconociera la Revolución del sur o saliera del estado, obligando a los jefes de Tlapa a definir su filiación. Rafael Mendoza y Elpidio Cortés Piza siguieron a Figueroa, quien optó por emigrar, por Ometepec, a Oaxaca; Crispín Galeana y Modesto Lozano ratificaron su adhesión al Plan de Ayala.

Salgado estuvo al frente de la entidad del 28 de marzo al 24 de diciembre de 1914, fecha en que fue derrocado por el constitucionalismo.

Derrotado Huerta, los carrancistas cortaron el paso a los zapatistas hacia el Distrito Federal, cuando ya las avanzadas sureñas estaban en Milpa Alta.

El 5 de septiembre Carranza rechazó las pretensiones agrarias de Zapata y éste promulgó, en su cuartel general de Cuernavaca, la entrega de la tierra a los pueblos. En esos días entró en contacto con Francisco Villa; se celebró la Convención de Aguascalientes; ésta desconoció al Primer Jefe, se rompieron las hostilidades y el 26 de noviembre entraron a la Ciudad de México los caudillos del Ejército Libertador y de la División del Norte.

Durante 1915 gobernó Morelos el campesinado en armas; los campos volvieron a sembrarse, los generales asumieron la dirección de los ingenios, se contrataron agrónomos, se trazaron los límites de los ejidos y los ancianos integraron las juntas de representantes de las comunidades, mientras el ejército popular cuidaba las fronteras.

En 1916 el gobierno de Carranza, ya instalado en la Ciudad de México, organizó poderosa ofensiva que dirigió el general Pablo González, y el 2 de mayo, con el apoyo de la aviación, empezó el ataque, de modo que en 72 horas casi todas las poblaciones cayeron en sus manos. Se confinó a los prisioneros en campos de concentración; se fusiló a cientos; se incendiaron poblados enteros; los jefes y oficiales vencedores saquearon casas y haciendas, robaron maquinaria y ganados, y recibieron el mote popular de “carranclanes”.

A fines de diciembre los constitucionalistas empezaron a evacuar Morelos, diezmados por el paludismo y las guerrillas zapatistas, quienes el 7 de enero de 1917 conquistaron Jonacatepec; el 8, Yautepec; el 10, Cuautla; Tetela y Cuernavaca en los días siguientes.

Zapata expidió la Ley Administrativa General para el estado en marzo del mismo año; se crearon asociaciones para reiniciar la producción y se reabrieron las escuelas, mientras continuaba en la periferia la actividad guerrillera.

El 1 de mayo, una vez promulgada la Constitución y celebradas las elecciones, Carranza asumió la Presidencia de la República y, con autorización del Congreso, se propuso acabar con el zapatismo.

Penetraron, entonces, al campo rebelde los espías y los provocadores, y, en octubre, los soldados, otra vez al mando de Pablo González.

Para octubre de 1918 Zapata era nuevamente fugitivo.

El 1 de enero de 1919 publicó un manifiesto culpando a Carranza de todos los males que padecía el país; y el 10 de abril fue asesinado en Chinameca, Morelos, por una escolta comandada por Jesús Guajardo, quien había simulado pasarse a las filas de Zapata.

(JGCL/BM)