Vidales Mederos, Amadeo Sebastián

Empresario y militar. Nació en Tecpan de Galeana en 1883; murió asesinado en la Ciudad de México el 27 de mayo de 1932. Hijo de Valeriano Vidales y Otilia Mederos.

Hizo estudios primarios en su pueblo natal. Junto con sus padres, de quienes aprendió el comercio, se traslada al puerto de Acapulco en 1909, en donde constituyen una empresa armadora de barcos que llevaba la razón social de Hermanos Vidales, compañía que también se dedicaba a la compraventa de telas, comestibles, semillas y productos vegetales. Gracias al empeño tenaz que los Vidales pusieron para que el negocio progresara, esta empresa logró en corto tiempo pasar del comercio minoritario al de gran escala y llegó a tener 17 sucursales en varias localidades del estado, además de la matriz, que estaba en Acapulco. Operaban con crédito nacional y extranjero y eran los únicos mercantes locales que le hacían competencia a los comerciantes españoles, quienes, antes de la llegada de Vidales y sus hermanos a Acapulco, dominaban en forma absoluta el mercado y, por ello, hostilizaban constantemente a estos empresarios, poniendo en juego todas las artimañas legaloides que se les ocurrían, con la finalidad de limitar sus actividades comerciales. Esta situación provocó que, años después, Amadeo intentara la expulsión de los españoles del país.

Los Vidales siempre estuvieron dispuestos a apoyar económicamente las causas que consideraban justas. Esta familia ayudó con su caudal económico al gobierno revolucionario y colaboró en numerosas obras públicas del estado, entre las que destaca la apertura del camino Acapulco–México. Cuando Silvestre Mariscal estaba como jefe de Operaciones del sur del estado de Guerrero y su cuartel general en Acapulco, solicitó ayuda a los hermanos para sufragar las necesidades de su tropa, apoyo que de inmediato recibió sin condición alguna. De igual manera, los Vidales apoyaron a Mariscal cuando se instaló en Atoyac.

Amadeo ingresó al Partido Obrero de Acapulco, fundado por Juan R. Escudero, compenetrándose inmediatamente en los ideales enarbolados por este organismo para conseguir una sociedad más justa. Más tarde, muerto Escudero, fue el sucesor de éste y aportó recursos económicos propios para intentar hacer realidad el proyecto escuderista.

En 1923, tomó las armas en el ejército contra la rebelión delahuertista, que pretendía derribar al gobierno de Obregón y evitar la llegada de Plutarco Elías Calles al poder presidencial. Su alta responsabilidad hizo de él un buen soldado, primero, y, más tarde, un distinguido oficial. Por órdenes superiores, fue ascendido al Estado Mayor en Guerrero, con la categoría de general brigadier.

La acción revolucionaria delahuertista servía a intereses capitalistas que pretendían dominar el gobierno a través de la imposición de incondicionales en los altos cargos de la administración nacional.

El general brigadier Amadeo Vidales, previniendo un golpe en el sur en contra del gobierno obregonista, reunió a los oficiales de las dos Costas y acordaron apoyar al gobierno legalmente constituido y, a la vez, declarar ilegal el movimiento encabezado por Adolfo de la Huerta, alianza que quedó debidamente asentada en una acta.

El 21 de junio de 1925 –continuando la labor de Juan R. Escudero, quien ya había sido asesinado–, funda la cooperativa agrícola Unión de Ambas Costas, que tenía como objetivo el cultivo de todos aquellos cereales y plantaciones propias del clima de esa región. Esta sociedad carecía de tierras, pero pretendía celebrar y formalizar, con arreglo a derecho, todos los contratos de arrendamiento, censo, hipoteca y compraventa de los terrenos necesarios. La colonia agrícola –residencia de los miembros de dicha sociedad– se asentó en la hacienda El Mirador, del municipio de Acapulco.

Durante los años de existencia, tanto del centro de población como de la cooperativa, se lograron grandes beneficios para los miembros de ella, quienes encontraron en este proyecto una manera de solventar sus necesidades básicas. No obstante, esta empresa social–agrícola se veía amenazada y hostilizada constantemente por los comerciantes españoles ubicados en Acapulco, que monopolizaban la compraventa de productos agrícolas. Varias veces fueron balaceadas las instalaciones de la colonia agrícola por guardias blancas pagadas por los españoles, con el fin de que los campesinos se fueran del lugar. Diversos líderes campesinos fueron asesinados por estos sicarios.

Esto hace que el 6 de mayo de 1926 Amadeo S. Vidales intente encauzar una nueva revolución y proclama en El Veladero, del municipio de Acapulco de Juárez, un manifiesto a la nación denominado Movimiento Libertario de Reintegración Económica Mexicana, en donde desconocía la cláusula 13 del Plan de Iguala de 1821, pidiendo la expulsión de los españoles radicados en el país, así como la confiscación de sus bienes. Dicho plan fracasó, pues no tuvo respaldo oficial.

Acorde con su plan, ataca el puerto de Acapulco, que estaba resguardado por el general gobiernista José Amarillas; Vidales es derrotado y concluye la batalla con una herida en la pierna; se retira hacia la Costa Grande y se refugia en la sierra de Atoyac. El 14 de mayo del mismo año las fuerzas vidalistas atacan Zihuatanejo, y el 26 de julio se lanzan contra la población de Atoyac, que estaba resguardada por las fuerzas federales al mando del subteniente Filiberto Berber, fracasando también en el intento.

La revolución vidalista, desarrollada en la Costa Grande de Guerrero, estuvo vigente, en mayor o menor grado, hasta el 13 de julio de 1928, cuando fue asesinado en la Ciudad de México el general Álvaro Obregón, candidato electo a la Presidencia de la República y principal protector de este movimiento. Al enterarse el general Amadeo S. Vidales del suceso optó por entrar en arreglos con el Gobierno federal solicitando el indulto, interviniendo en este asunto la señora María de la O. y los señores Miguel Alva Padilla y Norberto Heredia, enviados del C. presidente de la República general Plutarco Elías Calles, quienes fueron a conferenciar con Vidales al poblado de El Cacao. Con fecha 24 de enero de 1929 Vidales depone las armas. Poco después, el gobierno interino del licenciado Emilio Portes Gil provee al general Vidales de maquinaria agrícola, créditos y tierras en Cacalutla, en donde fundó la colonia Juan R. Escudero, y desde este lugar se fue destacando como una figura prominente en la vida política del municipio, pues tenía una cordial relación con el gobernador en turno del estado general Adrián Castrejón.

El 27 de mayo de 1932 Amadeo S. Vidales es agredido en el centro de la Ciudad de México, al salir de su hotel; el sicario, llamado J. Asunción Radilla Hernández, le causa una severa herida con arma blanca, que finalmente le origina la muerte horas después del hecho. Sin haberse probado nunca, se culpó del asesinato a los comerciantes españoles radicados en Acapulco que fueron afectados en sus intereses por las actividades de Vidales.

Al morir el general Amadeo Sebastián Vidales Mederos desaparecen paulatinamente las colonias cooperativas agrícolas, pues poco a poco fueron abandonadas por sus moradores.

(JRV/FLE)