Jurista. Nació en Chilpancingo el 20 de marzo de 1893; murió el 11 de julio de 1980 en la Ciudad de México. Fue hijo de Jesús Vásquez del Mercado y doña Nicolasa Marquina.
Hizo los estudios de primaria y de Normal en su ciudad de origen; ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria, donde fraternizó con Antonio Castro Leal, Manuel Toussaint y Teófilo Olea y Leyva, su amigo cercano desde Chilpancingo.
Los vínculos con Pedro Henríquez Ureña lo llevaron a tratar con frecuencia a los miembros del Ateneo de la Juventud, principalmente a Antonio Caso y Alfonso Reyes, a cuyos cursos de Historia, Filosofía y Literatura, respectivamente, asistió. El Ateneo de la Juventud le ofreció la oportunidad de entablar amistad con Jesús T. Acevedo, Alfonso Cravioto, Carlos González Peña y Ricardo Gómez Robelo, a quien conocía con anterioridad por haber fungido como juez de lo criminal en Chilpancingo.
Frecuentó al eminente periodista Carlos Díaz Dufoo y al singular poeta Julio Torri. En esa época –1913–, de extraordinarios personajes, se relacionó con el resto del grupo de los Siete Sabios, con quienes se identificó por virtud del talento común e igual entusiasmo por la literatura y el derecho. Vásquez del Mercado brilló intensamente en esa comunión de espíritus privilegiados, al grado de llegar a ser “primus inter pares”. Todos se reunieron en la Nacional Preparatoria y concluyeron en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, donde se graduaron en 1919.
En 1914, fue profesor de Literatura Mexicana en la Nacional Preparatoria; y publicó Las cien mejores poesías mexicanas, editado por Porrúa.
Asistía con regularidad a la biblioteca de la Escuela de Altos Estudios, en el Distrito Federal, donde era subdirector Martín Luis Guzmán, con quien trabó cordial amistad.
Allí leyó Epopeya castellana, obra cumbre de Ramón Menéndez Pidal, y la famosa publicación Revue hispanic, que lo mantenía informado de la producción literaria en Europa.
Tuvo a su cargo, en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, las materias de Derecho Mercantil, Derecho Civil y Sociología; era conocedor de la literatura española, inglesa, italiana y francesa; pero se consagró al estudio del derecho.
Ocupó importantes cargos en la administración pública; de 1920 a 1922 fue secretario de Gobierno del Distrito Federal, donde puso en marcha las Juntas de Conciliación y Arbitraje.
Fue juez de primera instancia en Acapulco; en 1923, subsecretario de Industria y Comercio.
Fue consejero del Banco Central, al que renunció cuando advirtió que el abuso de la excesiva emisión de dinero perjudicaría, como ha sucedido varias veces, a la economía del país.
En 1928, al reorganizarse la Suprema Corte de Justicia de la Nación, fue designado magistrado adscrito a la recién formada Tercera Sala Civil, en la que se desempeñó con singular acierto.
Demostró sus vastos conocimientos sobre la materia, y es aquí, como magistrado, donde constituyó su verdadera y más alta cátedra, pues tuvo una innegable proyección e influencia en todo el país por la fuerza y consistencia de sus opiniones que, a menudo, sentaron jurisprudencia. No obstante el corto lapso que estuvo en la Corte, dejó huella imperecedera y estableció precedentes que aún se observan. El prestigio de Vásquez del Mercado se acrecentó cuando renunció a su cargo en un inusitado gesto de cívica protesta por la violación de dos amparos concedidos al ilustre político y jurista don Luis Cabrera, a quien desterró el presidente Pascual Ortiz Rubio por atreverse a dictar conferencias y escribir artículos en los que juzgó con severidad a los gobiernos posteriores a don Venustiano Carranza. Vásquez del Mercado es el único magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que ha renunciado a su cargo, en la historia contemporánea de México.
Retirado a la vida privada, se dedicó al ejercicio de su profesión, y fue consejero y promotor de varias generaciones de jóvenes abogados y profesores de Derecho, quienes acudían a él en solicitud de consulta y en busca de fuentes doctrinales, o bien para orientación vocacional.
Publicó la Revista de legislación y jurisprudencia, en la que colaboraron los mejores jurisconsultos mexicanos y extranjeros de la época y, además, anotada, la Ley de títulos y operaciones de crédito.
En 1939 Vásquez del Mercado apoyó desinteresadamente a reconocidos juristas españoles, de filiación republicana, que llegaron exiliados a México, entre los que se encuentran Demófilo de Buen, Rafael de Pina, Felipe Sánchez Román, Joaquín Rodríguez y Rodríguez y otros, a quienes ayudó a integrarse a la planta de profesores de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional.
Participó activamente en la campaña vasconcelista y fue uno de los intelectuales que ayudó a consolidar las bases ideológicas de la Revolución. De este modo, contribuyó al renacimiento cultural del país, a despertar un afán de autenticidad que convirtiera a los mexicanos en seres dignos y capaces de realizar su destino. Contribuyó, con su clara inteligencia y firme convicción revolucionaria, a infundir un sentido creador para impulsar a México por los senderos del trabajo, el progreso y la justicia social.
Su carácter sereno no le impidió participar en fuertes polémicas, pues convencido de sus opiniones, las defendió con valentía y elegante destreza. Todavía se recuerda, en los medios jurídicos, su famoso debate con otro grande del derecho, don Manuel Borja Soriano, “Sobre la hipoteca mineraria”.
Fue abogado incorruptible; siempre se mantuvo a distancia de los codiciosos que sacrifican los principios a las pasiones más bajas o a la acumulación de riquezas. Esas gentes de espíritu mínimo, que en todas las épocas han causado incalculables daños a nuestra patria y han sido responsables de la pobreza cada vez mayor de los grupos poblacionales desprotegidos del país, únicamente merecieron su condena y desprecio.
El 7 de julio de 1940 Juan Andreu Almazán le ofreció la presidencia provisional de la República, mientras llegaba el 1 de diciembre de aquel año; Vásquez del Mercado puso como única condición (que no se cumplió) ocupar el cargo en un palmo del territorio nacional.
No obstante la ejemplar trayectoria de su vida, caracterizada por una invariable rectitud y honradez, su innegable influencia en la evolución del derecho en México, su admirable inteligencia, vastísima cultura, carácter firme y elevado espíritu cívico y moral, extrañamente no aparece la ficha biográfica de Vásquez del Mercado en las primeras ediciones de la Enciclopedia de México, ni en el Diccionario enciclopédico de México de Humberto Musacchio, y tampoco en el Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de México. Se trata de una omisión imperdonable que ojalá pronto sea corregida en futuras publicaciones.
Debido a tan patente injusticia, un grupo de 37 ilustres juristas, entre los que destacan Antonio Martínez Báez, Eduardo García Máynez, Antonio Gómez Robledo, Raúl Cervantes Ahumada, Lucio Mendieta y Núñez, Sergio García Ramírez, Roberto Mantilla Molina, Jorge Sánchez Cordero, Guillermo Floris Margadant, Javier Piña y Palacios y Antonio Armendáriz, publicaron, en 1982, un grueso volumen de más de ochocientas páginas titulado Estudios jurídicos en memoria de Alberto Vásquez del Mercado.
En el ocaso de su vida se le propuso un homenaje de reconocimiento a su calidad de crítico literario, eminente jurista, maestro de generaciones e indiscutible patriota; pero Vásquez del Mercado lo declinó, con la modestia de un auténtico hombre valioso, juzgándolo inmerecido. En cambio, ofreció dictar algunas conferencias sobre la inmortal obra de Cervantes, con cuyo personaje se sentía identificado: continuamente derrotado, pero también férreamente asido a la luz inmarcesible del ideal.
Su biblioteca fue de las más completas en su tiempo y siempre estuvo abierta a los estudiosos del derecho y de la literatura, misma que donó a Chilpancingo, la cual fue saqueada por manos criminales.
Perteneció al grupo de los Siete Sabios de México, entre los que se encontraban Manuel Gómez Morín, Vicente Lombardo Toledano, Antonio Castro Leal, Alfonso Caso, Teófilo Olea y Leyva y Jesús Moreno Baca.
En 1998, a petición de Guerrero Cultural Siglo XXI A. C., el cabildo del H. Ayuntamiento de Chilpancingo acordó imponer el nombre de Alberto Vásquez del Mercado a una de las calles de la ciudad capital, resolución justa y merecida que está pendiente de ejecutarse.
(JPLC)