Rabiela Cervantes, Daniel

Médico, filántropo. Debido a que sus padres se fueron a proteger a Morelia, Michoacán, de las batallas revolucionarias constantes, allá nació Daniel el 18 de febrero de 1922. Falleció el 14 de agosto de 1999 en Ciudad Altamirano. Hijo de los comerciantes Félix Rabiela y María Cervantes, de profunda ascendencia pungarabatense.

En el Instituto Guadalupano hizo la primaria, y, en la Extensión Universitaria, la secundaria. Se va a la Ciudad de México para inscribirse como preparatoriano en San Ildefonso, primer escalón cultural para llegar a la UNAM. Pasa a la Facultad de Medicina, cuyo edificio es hoy un bello ornato en la plaza de Santo Domingo. Termina joven su carrera de médico cirujano y partero. Presenta su examen profesional el 8 de agosto de 1945.

Ya había realizado su servicio social en Ciudad Altamirano, por lo que decidió dedicarse al ejercicio profesional en ese mismo lugar. Estimulado por los antecedentes de sus progenitores y en unión de sus hermanos Guillermo y Luis, sostuvieron el comercio que les dejó su padre y trabajaron en beneficio de la gente calentana en todos los niveles sociales. Daniel tomó el camino de su profesión, y sus hermanos, el comercio.

Ocupó la Presidencia Municipal de Pungarabato en el periodo 1956–1958. En esa época hubo un terremoto que tiró la conocida Cruz de Mayo, ubicada dentro del atrio de la iglesia, reconstruyéndola de inmediato, por ser una reliquia histórica, aunque años después sufrió deterioros con otros terremotos.

Su obra social se prolongó: formó los Comités pro Electrificación y Servicio Telefónico para la ciudad; participó en el Comité pro Construcción del Hospital Civil; y, como aportación al impulso educativo local, donó, con su esposa María Teresa Sotelo, una hectárea, dentro de la población, para la construcción de la Escuela Primaria Ignacio Manuel Altamirano, así como otro predio amplio, donde se levantó el Colegio Tepeyac, y una parcela al norte del cerro Chuperio, donde se construyó el seminario de la diócesis.

Se dedicó en un tiempo a la agricultura, ejemplificando, con la práctica, sistemas para el mejoramiento de los cultivos, tan requeridos en ese tiempo.

En unión de varios amigos altamiranenses, contribuyó para formar el Comité pro Construcción de la Plaza de Toros Jesús Nájera.

Su fama de médico eficiente y con vocación de servicio se extendió rápidamente en la región, participando en todos los eventos relacionados con la salud y su profesión. Ha sido miembro activo de la Sociedad Médica de Tierra Caliente Doctor Alfonso G. Alarcón, de la cual fue presidente en dos ocasiones, impulsándola hasta alcanzar la categoría de colegio.

Fue miembro fundador de la Federación Médica del Estado de Guerrero, donde desempeñó varios cargos de dirección.

Se le ha estimado como profesional de la medicina, como destacado deportista en su juventud, y como impulsor de la cultura. Sus hijos, Félix y Daniel, jóvenes profesionales médicos, han seguido su ejemplar trayectoria.

(FMVH)