Nava y Álvarez, Ramón (Romano Nava)

Tenor dramático. Nació el 28 de febrero de 1908 en Chilpancingo; murió en la Ciudad de México. Sus padres fueron Anacleto Nava y Gertrudis Álvarez (descendiente del primer gobernador del estado).

Hizo los primeros estudios en la tierra natal y, más tarde, en el Seminario Conciliar de Chilapa; destacó por sus facultades vocales y pasó a formar parte, como solista, del coro de dicho colegio. La muerte de su madre truncó su carrera sacerdotal; se trasladó con su padre al estado de Morelos y, después, a la Ciudad de México; allí cursó la preparatoria y asistió a clases de música con diversos profesores, entre ellos, José Eduardo Pierson, que formó la primera compañía mexicana de ópera y contó entre sus alumnos a José Mojica, Jorge Negrete, Pedro Vargas y Hugo Avendaño.

Incursionó, a partir de 1923, en el mundo del espectáculo escénico–musical; hizo su debut operístico en 1926 en el Teatro Degollado de Guadalajara, Jalisco.

Informa el historiador Héctor F. López que el tenor Nava y Álvarez dio, con éxito, recitales en las principales localidades de la República Mexicana. A fines de 1926, se trasladó al vecino país del norte, donde tuvo una magnífica acogida, y se le llamó el Caruso mexicano. También cosechó aplausos en La Habana, Cuba.

En 1930, visitó Europa para actuar en varios países, a la vez que decidió especializarse en algunas academias de canto en Italia.

Figuran entre sus maestros el boloñés Giuseppe Borghi y Humberto Berrotini, director del Teatro de la Scala de Milán. Por su calidad, el Gobierno de Italia le otorgó el título nobiliario de “Cavalliero de la Real Casa de Saboya”, que aceptó previo permiso del Senado de México. A partir de este suceso, adoptó el nombre artístico de Romano Nava.

Siempre con el papel principal y como tenor dramático, visitó triunfante: Portugal, Holanda, Suiza, Bélgica, Francia, Polonia, España, Alemania, Finlandia, Estonia, Austria, Hungría, Letonia y Rumania. Tenía puestas 24 obras en cuatro idiomas y algunos oratorios en latín.

En 1941, regresó a EU y, posteriormente, a México.

Jamás olvidó a su pueblo natal; el 11 de abril de 1942, se presentó en Chilpancingo, donde dejó una fuerte impresión en los que tuvieron la suerte de escucharlo. Relata el profesor Agustín Aragón Leyva que, aunque su voz, de potencia extraordinaria, fue apta para la ópera, gustaba de entonar malagueñas, peteneras, chilenas y canciones guerrerenses, acompañado de una guitarra séptima especial fabricada en Italia.

El 2 de mayo del año antes citado, se trasladó al puerto de Acapulco y, en misa solemne, cantó en la iglesia de La Soledad.

Retornó a México, donde, al paso del tiempo, y en forma inexplicable, su fama decreció hasta apagarse completamente.

(HCB)