Geógrafo y naturalista alemán. Nació en Berlín el 14 de septiembre de 1769, y allí murió el 6 de mayo de 1859.
Fue segundo hijo de familia noble y acomodada, lo que le permitió iniciar y completar una excelente educación en las universidades de Frankfurt, Goettingen y Hamburgo.
En 1791 ingresó a la Escuela de Minas de Freiberg. Al año siguiente, fue nombrado inspector auxiliar de minas por el gobierno prusiano, cargo que desempeñó hasta 1797.
En 1799 consiguió permiso del rey de España para explorar sus colonias, junto con el naturalista francés Aimé Bonpland. Los investigadores desembarcaron en Venezuela y visitaron Colombia, Perú y Ecuador
El 23 de marzo de 1803 los viajeros llegaron a Acapulco por mar, provenientes de Guayaquil, y luego de visitar el puerto y escribir al virrey Iturrigaray dándole cuenta de su llegada, hicieron estudios de la bahía y observaron la flora y la fauna de los alrededores.
Su vertiginosa curiosidad y su insaciable sed de saber a veces le impidieron profundizar sus estudios; sin embargo, fueron en muchos casos punto de partida para otros notables desarrollos científicos, como es haber inspirado a Darwin su viaje al Brasil, a la Tierra del Fuego y a las Islas Galápagos, donde surgió la famosa teoría de la evolución de las especies, lo que el mismo sabio inglés reconoció en su Diario.
Aparte de visitar toda Europa, Humboldt estuvo en algunas partes de Asia y África, pero su viaje más importante para nosotros es el que hizo a América y, en particular, a México y a lo que hoy es el estado de Guerrero. La llegada de Humboldt a Acapulco coincidió con la salida del puerto del galeón de Manila, lo que dio lugar a la Feria de Acapulco, que era una de las más famosas del mundo.
El galeón, de 1200 a 1500 toneladas, se hacía a la mar en Manila a mediados de julio o principios de agosto, aprovechando el monzón del suroeste y el viaje duraba tres o cuatro meses, una vez que se hubo perfeccionado el arte de la navegación. Luego que llegaba a México la noticia de haberse avistado el galeón, los caminos de Chilpancingo y Acapulco se saturaban de comerciantes. Las casas poderosas de México compraban todas las mercancías y, a veces, antes de llegar el cargamento. El galeón regresaba en febrero o marzo llevando consigo plata y frailes, y aprovechando los vientos alisios. En aquella época era la más larga travesía marítima en la región equinoccial (v. Galeón del Pacífico, El).
Por razones de brevedad, en esta entrada sólo nos referiremos al viaje de Humboldt de Acapulco a Chilpancingo, que aparece relatado en el famoso Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España.
El 27 de marzo de 1803 los investigadores emprendieron el viaje hacia México por el llamado “Camino de Asia”, pasando por Venta del Ejido, Alto del Camarón, Alto de Pozuelos, Valle del Peregrino y Valle del río Papagayo. Cruzaron el río en una balsa rústica y siguieron hasta Tierra Colorada, la Mojonera, Alto de Cajones, Acahuizotla y Mazatlán. Entretanto, Humboldt iba dibujando el itinerario de su viaje.
En el Ensayo político existen 15 referencias a Chilpancingo. En primer lugar, deja constancia de la belleza de las montañas que se yerguen al poniente; destaca el hermoso clima que, junto con el de Taxco, consideró como los mejores del mundo. Hace alusión a la abundancia de árboles frutales que se cultivan en sus inmediaciones y conoció al famoso gigante mexicano llamado Martín Salmerón, cuya estatura determinó en 2 m con 22.5 cm (a su juicio, con una pulgada más que el gigante de Borneo que se dejó ver en París en 1783). Humboldt investigó la ascendencia de Salmerón; dijo que era originario de Chilapa y que no se trataba de un indígena, sino de un mestizo que, pese a su elevaba estatura, era el más bien proporcionado que había visto.
Otro dato interesante que asienta Humboldt es el de que, aparte de los árboles frutales ya mencionados, en ese tiempo Chilpancingo estaba rodeado de fértiles campos de trigo. Midió la altura del poblado en 1380 msnm, que después corrigió, fijando la altura en 1360 msnm. Humboldt consideró, tomando en cuenta el clima, la fertilidad de la tierra y la altura, que Chilpancingo era apto para el cultivo del café que, en ese tiempo, era raro en México.
Asimismo, el notable viajero narra que en el camino de Acapulco a Chilpancingo compró varios pañuelos de seda mexicana, producida por una especie de orugas indígenas que hilan seda semejante a la del Bombyx Mori de la China, y agrega que esos insectos existen en la zona de la Mixteca y que la seda que producen ya era objeto de comercio en los tiempos prehispánicos, sólo que el tejido era áspero al tacto, como el de algunas sedas de la India producida por insectos muy distintos del gusano de seda de la morera.
Al norte de Chilpancingo deben existir, ocultas, minas de plomo y estaño, pues Humboldt dice que los aztecas extraían dichos metales en esa zona. También descubrió abundantes yacimientos de granito en la Cañada del Zopilote. En relación a los caminos más transitados en la Nueva España, el gran investigador señala que eran los de México–Veracruz y México–Acapulco, con paso por Chilpancingo, cuyo número de habitantes, derivado de los archivos parroquiales que consultó, estimó en la cantidad de 17 952.
Este dato preciso contradice otros que afirman que Chilpancingo, cuando fue sede del Primer Congreso de Anáhuac, en 1813, esto es, diez años después de la visita del científico, apenas si llegaba a ocho mil habitantes. Dado el riguroso método de Humboldt, debe estudiarse más a fondo esta disparidad, pues el segundo cálculo se basa más en una apreciación superficial que en un censo confiable.
El estado del camino también mereció la observación de Humboldt, pues nos dice que de Acapulco a Chilpancingo era ancho y bien cuidado, pero después, o sea, hacia México, era malo y angosto; y agrega que el valor de los productos provenientes de Filipinas y Perú que llegaban a Acapulco para ser transportados a México era de más de treinta millones de pesos fuertes.
El Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España fue publicado por primera vez en francés en 1811, pero la traducción al español la hizo Vicente González Arnao en 1822. La importancia del Ensayo novohispano está fuera de duda, como lo prueban las sucesivas impresiones y traducciones que experimentó a partir de su primera edición. Puso al descubierto una riquísima información sobre las regiones americanas que exploró Humboldt, prácticamente desconocida hasta entonces, y los datos sobre los recursos mineros de México que aportó provocaron, una vez consolidada la Independencia, la llegada de muchos mineros e inversionistas que vinieron a México para ampliar la exploración e iniciar la explotación de esos recursos que, sin duda, sirvieron para fortalecer esa importante industria que, aún en nuestros días, sigue representando una fuente de riqueza insuficientemente aprovechada.
Estuvo en México 11 meses y medio; después, se trasladó a La Habana; luego, viajó a EU, donde fue huésped del presidente Jefferson; y, finalmente, volvió a Europa para ser recibido con grandes muestras de admiración y simpatía.
Sus trabajos de investigación fueron reconocidos por las autoridades mexicanas. El Gobierno del estado de México le concedió la ciudadanía en 1827 y el presidente Juárez lo declaró Benemérito de la Patria, en 1869. (v. Nueva España, Ensayo político sobre el reino de la.)
(JPLC)