Periodista. Nació el 29 de abril de 1922 en Pungarabato (hoy Ciudad Altamirano); murió en 2005 en la ciudad y puerto de Acapulco. Hijo de don Filiberto Huerta y doña Herlinda del Castillo, ambos de extracción muy humilde. Su condición de primogénito –fue el mayor de 12 hermanos– y las penurias económicas de la familia explican el trabajo que cuando niño realizó, tanto para un hacendado como para algunos comerciantes en pequeño.
En su lugar natal cursó hasta el tercer grado de primaria en la Escuela Ignacio Manuel Altamirano y concluyó los estudios de ese nivel en Iguala. Entre 1944 y 1946, ya en Acapulco, aprendió taquigrafía, mecanografía e inglés; posteriormente haría estudios de contabilidad.
Llegó al puerto guerrerense siendo apenas un adolescente. Desempeñó diversas actividades hasta que su iniciativa y capacidad orientaron su vida hacia el periodismo escrito (y, por un breve lapso, hacia el radiofónico en la XEKJ).
Trabajó como reportero en El Trópico, periódico que dirigía el señor Manuel Pérez Rodríguez, y en La Verdad, con el señor Ignacio de la Hoya (de este periódico llegaría a ser director años más tarde, y desde ese puesto se sumaría al movimiento popular que en los años 1959–1960 luchó por la autonomía de la Universidad de Guerrero. Por el valor testimonial que contienen, son especialmente interesantes las páginas 109 a 116 de su libro Once gobernadores… y un periodista, donde el señor Huerta Castillo da cuenta de su participación en aquellos hechos).
Junto con el periodista Miguel Sánchez Martínez creó Deportivas, primer periódico porteño especializado en el ramo. Fue jefe de redacción de El Sol de Acapulco, y, después, director de ese diario (por instrucciones del gobernador Alejandro Gómez Maganda, con el mismo nombre de El Sol, se establecería una cadena que abarcó las ciudades de Iguala, Chilpancingo y Tecpan).
El 1 de abril de 1963 se publicó el primer número del periódico Revolución, Diario de Guerrero, del que fue dueño y primer director; a partir de noviembre de ese año, el nombre del periódico se redujo a la primera palabra (Revolución). Él lo consideraba como “el padre de El Observador”, que dirige su hijo Rodrigo Huerta Pegueros; ahí siguió aportando su experiencia como asesor editorial.
Al comenzar la década de los 50, fue fundador, con un grupo de periodistas, del Círculo Cultural Acapulco, que ofrecía un espacio a sus integrantes (y a otras personas) para que presentaran trabajos encaminados a la superación personal y colectiva; fue su primer presidente, y desde esa responsabilidad organizó la Primera Exposición Pictórica de Acapulco, con la participación de varios artistas guerrerenses. Esta asociación decidió, además, publicar su propio periódico, al que dieron el nombre de Rada (bahía, ensenada).
Participó, también, en la creación de la Sección XXV del Sindicato Nacional de Redactores de Prensa, con sede en Acapulco.
Don Pedro Huerta Castillo fue un periodista vinculado profesionalmente al quehacer político en el estado de Guerrero. Desde las columnas “Diligencia política” y “AM” demostró conocer muchos de los secretos del poder en nuestra entidad.
Como parte de su compromiso social, el señor Huerta Castillo participó en acciones diversas de mejoramiento colectivo; se recuerdan, particularmente, las campañas que, en diversos momentos, auxiliaron a damnificados de la Costa Grande, a los indígenas de la región de La Montaña y a los habitantes de Tierra Caliente.
Su ejercicio del periodismo se significó por el respeto a la pluralidad de las ideas y a la libertad de expresión, por la sustentación de la noticia en fuentes confiables y porque “la prensa independiente sirva a toda la población… siempre apegada a la verdad”, (ídem, pág. 96).
El libro antes mencionado, impreso a principios de 1997, es el relato de su vida, sus memorias. No es un texto literario, como el propio autor reconoce, sino un esfuerzo por describir y analizar vivencias que, resumidas en 215 páginas, seguramente serán útiles para los lectores, en especial para quienes se interesen en la política del estado de Guerrero.
Su finalidad siempre se enfocó a manejar una prensa independiente que informara con prontitud a toda la población.
(CCL)