Militar y político mexicano. Nació en Jalapa, Veracruz, en 1792; murió en 1854 en la Ciudad de México, en la más absoluta pobreza, y fue sepultado en el Panteón de San Fernando. Hijo de doña Apolinaria Ricardos e Iberri, criolla originaria de Veracruz, y de José de Herrera y Campo, español procedente de Valle de Camargo, en Castilla la Vieja.
Pasa la infancia en la ciudad de Perote, donde su padre era administrador de correos; sin embargo, retoma la vieja tradición militar de la familia y, en 1809, a los 17 años, se incorpora al regimiento de la Corona. La honestidad, disciplina y valentía le permiten ascender rápidamente.
Participa en las principales batallas en el centro del país, como las de Aculco, Guanajuato y Puente de Calderón (donde son derrotadas las tropas independentistas encabezadas por el padre Hidalgo); se le ubica, también, en las batallas del Mamey, Zitácuaro, Toluca, y, de nuevo, es comisionado en las provincias del sur, hoy estado de Guerrero, en 1813; lucha en Acatlán, Paso de Mezcala, Chichihualco, y en la recuperación, por parte de las fuerzas realistas, del Puerto de Acapulco; tiene distinguida participación en enfrentamientos en Pie de la Cuesta, Cuesta del Bejuco, Rancho de Agua Zarca y Cerro El Veladero, donde se enfrenta con Hermenegildo Galeana.
El 27 de noviembre de 1814, con el grado de capitán, se le ubica en Chilapa en el batallón destinado a combatir la insurgencia en esa región.
Estuvo destacado en Tierra Caliente; interviene en la toma de Ajuchitlán, Coyuca de Catalán y Tepantitlán; y en 1815 es enviado a Tlacotepec, desde donde, con una brigada de 400 hombres, combate los movimientos insurgentes y se distingue en la ruptura del sitio de Jaujilla. Posteriormente a estas batallas es nombrado gobernador del distrito de Tecpan. Se le designa comandante de Tierra Caliente, queda a cargo de la retirada de Tupátaro y apoya a las tropas acosadas en Ajuchitlán. Está presente en la toma de La Goleta y en la del Fuerte de San Gaspar, en 1819, y se le comisiona como encargado de la zona militar de Acapulco.
El 5 de agosto de 1820 es ascendido a teniente coronel y nombrado comandante de la plaza de Tecpan. En este mismo periodo decide renunciar a los cargos en el ejército realista, sin saberse, a ciencia cierta, el porqué; regresa a Perote y funda una familia.
Al proclamarse el Plan de Iguala se adhiere al mismo, al mando de una tropa de granaderos del rey, cambiando el nombre a granaderos imperiales, que es aprobado por Iturbide, y ratifica a Herrera el grado de teniente coronel, pero ahora en lucha por la Independencia de México. La primera acción militar a favor de las armas mexicanas es para vengar la derrota de don José Miranda (promotor de la Independencia en el estado de Veracruz) a manos de Antonio López de Santa Anna, quien, conociendo la trayectoria militar de su oponente y la capacidad de la tropa que éste comandaba, se rinde sin luchar y se suma al Plan de Iguala, y queda, paradójicamente, al mando de Herrera, quien al paso de los años sería uno de sus más acendrados enemigos en lo político y militar.
El 30 de marzo de 1821 Herrera, como comandante, y Santa Anna, su segundo, toman Orizaba, y el 30 de abril, Córdoba; aquí Herrera se dirige a auxiliar a las tropas de Bravo; sufre la primera derrota en Tepeaca, el 25 de abril de 1821, a manos de Hevía, a quien derrota posteriormente; se traslada en apoyo de Bravo a sitiar Puebla, y tras una serie de triunfos alcanza el grado de general brigadier; ingresa a la Ciudad de México entre quienes encabezan al ejército trigarante.
Se opone a Iturbide, al autonombrarse emperador, plegándose al Plan de Casa Mata. La instauración de un nuevo gobierno le lleva al Ministerio de Guerra; más tarde, se le nombra jefe político de Guadalajara, comandante militar de Michoacán, Yucatán, Oaxaca, Durango y Puebla, hasta llegar a ser gobernador de la Ciudad de México, además de presidente de la Suprema Corte Marcial. Es comandante de las tropas de reserva durante la intervención del brigadier Barradas, en Tampico.
Asume el cargo de ministro de Guerra, de mayo de 1833 a febrero de 1834. No actúa en ninguna actividad política o militar durante el gobierno de las siete leyes. El 24 de septiembre de 1844 es nombrado presidente del Consejo de Gobierno, sustituyendo a Santa Anna, cargo que sólo ocupó durante diez días al percatarse que era una maniobra política. Ante las ilegalidades realizadas por Valentín Canalizo, el 6 de diciembre de 1844 es nombrado presidente interino por segunda ocasión; su gobierno se singulariza por una inusual modestia y gran honradez.
El 30 de diciembre de 1845 es depuesto por un golpe de Estado que encabezan los generales Mariano Paredes Arrillaga y Gabriel Valencia. Herrera, para evitar derramamiento de sangre, entrega el poder. Durante la guerra con EU queda al mando de las reservas del ejército, y hasta el término de la misma. El 3 de junio de 1848, el Congreso prácticamente lo obliga, a pesar de encontrarse convaleciente de una gravísima enfermedad, a aceptar la Presidencia de la República.
Herrera moderniza el ejército, adquiere fusiles de tecnología moderna, transforma el equipo de caballería, adelgaza las filas de la burocracia y del ejército, y su gobierno se caracteriza por una gran pluralidad. Su principal problema como gobernante fue combatir la corrupción, heredada por el santanismo, y el pago de la deuda externa. En 1849, a solicitud de los generales Juan Álvarez, entonces comandante militar del sur, y Nicolás Bravo, por segunda ocasión promueve la erección de un estado libre y soberano que llevará el apellido de uno de los más grandes próceres de la Independencia: el general Vicente Guerrero Saldaña. No obstante la oposición de los estados de México, Michoacán y Puebla, finalmente se logra la creación de la entidad, mediante Decreto del 27 de octubre de 1849.
El 15 de enero de 1851, por primera vez en México, se da una transición pacífica del poder donde un presidente elegido a través del voto, en este caso el general Mariano Arista, recibe la banda presidencial de su antecesor, el general José Joaquín de Herrera, que marca la pauta de lo que sería el México moderno y contemporáneo.
Herrera, en la postrera etapa de su vida, con su esposa e hijos, reside en el entonces pueblo de Tacubaya. El último cargo en la administración pública fue como director del Monte de Piedad.
(RIP/JPLC)