Gómez Hernández, Silvestre

Profesor, ideólogo y tribuno. Nació en Atoyac de Álvarez el 31 de diciembre de 1898; murió en Tixtla el 26 de diciembre de 1955. Sus restos descansan en el Panteón Municipal de Las Cruces, en Acapulco.

Estudió en la Escuela Real de su ciudad nativa; posteriormente fue profesor de tropa itinerante, durante la Revolución.

En 1937 le nombraron director del primer internado indígena que se funda en Guelatao, Oaxaca, por instrucciones del presidente de la República, general Lázaro Cárdenas. Actualmente (2009) este internado sigue funcionando.

Fue profesor y director de la Escuela Tipo Renovación, en Chilpancingo, y de la Escuela Tipo Manuel M. Acosta, de Acapulco.

La Secretaría de Educación Pública le designó inspector escolar federal y con ese carácter prestó sus servicios en Teloloapan, Chilpancingo, Acapulco y Tixtla.

Fue fundador del Partido Comunista del estado de Guerrero, en unión de los maestros Miguel Aroche Parra y Pedro Ayala Fajardo. También fue miembro de la Asociación Nacional de Supervisores Escolares.

En su largo recorrido por las comunidades que formaban parte de la Zona Escolar VII, con cabecera en Teloloapan, fue promotor y gestor social de obras de beneficio colectivo: caminos, construcción de aulas, monumentos a la bandera, incremento de profesores, campañas de salud, etc. Por iniciativa suya se crearon talleres y huertos escolares, acervos de material auxiliar para la enseñanza y otras actividades.

Como era conocedor de las técnicas musicales, promovió la formación de coros en las escuelas y grupos musicales integrados por profesores que, a su vez, orientaban a los alumnos en la interpretación del Himno Nacional Mexicano.

El maestro Gómez Hernández quería una escuela rural dinámica, de espíritu progresista, comprometida también con la instrucción de los adultos y la capacitación de los trabajadores del campo.

Debido a su gran capacidad oratoria, respaldada por su amplia cultura general, pedagógica, política e histórica, fue un personaje muy respetado, estimado y con una gran influencia sobre los habitantes de las comunidades rurales, las autoridades y sus compañeros maestros.

El maestro José Rodríguez Salgado afirma que “buena parte del desarrollo cultural de Guerrero depende en buena medida de miles de maestros que como don Silvestre Gómez Hernández hicieron de su vida un auténtico apostolado, un evangelio de su amor a la escuela rural”.

El poeta Manuel S. Leyva Martínez le dedicó el poema siguiente:

Mi maestro inmortal

Dignidad y modestia, vocación y entereza
eran sus cualidades, señeras, distintivas,
brindaba amablemente ternuras redivivas
y era expresión humana de diáfana nobleza.

Su verbo idealizaba mirífica grandeza
en mentes infantiles de ilusiones creativas,
su enseñanza era oriente de vidas sensitivas
por su credo y doctrina de patriarcal pureza.

Enjoyaba su imagen y docente presencia
el Don extraordinario de intrínseca eminencia
que elige y predestina, tan sólo, a hombres grandes.

Yo venero su nombre, de ejemplar trayectoria
porque es y ha sido siempre, un cristo en mi memoria:
mi Maestro inmortal, Silvestre Gómez Hernández

El maestro José Rodríguez Salgado, quien lo trató de cerca, ha dicho de él: “Hombre singularmente culto, dominaba casi todos los temas y disciplinas; daba la impresión de ser un experto en las áreas del conocimiento que desarrollaba mediante un discurso preparado para ocasiones formales o simplemente en la improvisada charla… de su boca surgían alentadoras esperanzas y enseñanzas, con fuerza conceptual para enaltecer el mundo de los valores…”

(HCB/VVS)