Dramaturga y escritora. Nació en Puebla el 11 de diciembre de 1920; murió en Cuernavaca el 22 de agosto de 1998. Hija de padre español, José Garro, y la mexicana Esperanza Navarro.
Su familia llegó a la ciudad de Iguala a mediados de 1926, después de la muerte de una de sus tías paternas y de la quiebra de los negocios familiares, estancia que se prolonga hasta 1931: sin embargo, este tiempo bastó para que sus vivencias quedaran plasmadas en Los recuerdos del porvenir, novela en la que hace alusión a Iguala (a la que llama Ixtepec), donde incluso algunos personajes existieron realmente en dicho lugar; no obstante, los vecinos que conocieron a la familia de Elena resaltan las actitudes despectivas que manifestaban ante los locatarios e indígenas.
Fue aquí donde ella consideró que se despertó su carrera literaria al escribir, como castigo escolar, una composición para la fiesta del Día del Árbol, ganando el concurso que con ese motivo se realizó.
En la obra Testimonios sobre Elena Garro, su autora, Patricia Rosas Lopátegui, refiere en la página 100 lo siguiente: “A su colega Emmanuel Carballo cierta vez le confesó: en 1953, estando enferma en Berna y después de un estruendoso tratamiento de cortisona escribí Los recuerdos del porvenir como un homenaje a Iguala, a mi infancia y a aquellos personajes a los que admiré tanto y a los que tantas jugarretas hice”. También en algunos cuentos de sus inicios ubica a la población y personalidades de esos años.
Abandona Iguala, en compañía de su familia, para continuar su preparación en la capital de la República; allí estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Interrumpió la carrera en 1937, cuando contrajo matrimonio con Octavio Paz.
Trabajó como coreógrafa en el teatro universitario de Julio Bracho; fue periodista en México y EU, incursionando en la escritura de guiones cinematográficos.
Residió casi 30 años en EU, España y Francia, regresando a México en 1993.
Desde 1957 comenzó a figurar como dramaturga, con tres piezas en un acto: Un hogar sólido, Andarse por las ramas y Los pilares de doña Blanca; después, El rey mago (1960); La señora en su balcón (1963); Los perros (1967); Benito Fernández (1967); El árbol (1967); La dama boba (1968); Felipe Ángeles (1978); Ventura Allende (1985); Los ojos de la Tierra (compuesta por El encanto, Tendajón mixto y El rastro) (1987); La mudanza (1987).
Escribió las novelas Los recuerdos del porvenir (Premio Villaurrutia 1963), adaptada al cine en 1968; Testimonios sobre Mariana (Premio Grijalbo 1981); Reencuentro de personajes (1982); La casa junto al río (1983); Matarazo no llamó (1991).
Publicó los cuentos: Perfecto Luna (1958); La culpa es de los tlaxcaltecas (1964); ¿Qué hora es…? (1964); El anillo (1980); Andamos huyendo Lola (1980). En periódicos y revistas publicó: El árbol o fragmento de un diario (1958); El día que fuimos perros (1962); Antes de la guerra de Troya (1963); El duende (1964); La SBA (1981); El GI (1983).
También en periódicos y revistas aparecieron los ensayos siguientes: “El contra de una escandalosa novela” (1958); “El problema agrario sigue en pie después de 50 años de Revolución” (1965); “El presidente de Carlos Solórzano” (1966); “Roberto Fernández Retamar, poeta entrevisto e imprevisto” (1967); “No me gusta hablar de Luis Cernuda” (1979); “A mí me ha ocurrido todo al revés” (1979); “La escritura de Marco Aurelio Carballo” (1983).
Varias de sus obras han sido traducidas al inglés, francés y alemán; los críticos las clasifican dentro del realismo mágico y la literatura fantástica.
En 2007 se celebraron los 50 años de Elena Garro como dramaturga. Escritores, intelectuales y críticos literarios se reunieron en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México para hablar de su obra, para construir un diálogo a varias voces de y desde el territorio mágico que fundó Elena con cada libro. Fue un coloquio internacional que reunió diversas perspectivas, refrescando con una mirada actual sobre lo ya escrito o dicho. Lectores recientes o antiguos se dieron cita en junio de 2007 en torno a Garro. De ahí surgió el libro Yo quiero que haya mundo, de Patricia Rosas Lopátegui como compiladora. Es un libro que rescata la memoria y el valor de la escritora a través de una cronología meticulosa de lo que se ha escrito y publicado sobre su obra total.
Elena Garro está de vuelta. A poco más de 10 años de su fallecimiento sus libros vuelven con la fuerza de una prosa brillante que cautiva a los lectores. No importa quiénes intentaron detener el impulso de su obra o cuánto tuvo que pasar para que por fin arribara, lo importante es que ella está aquí otra vez. (Liliana Pedroza, El Búho, número 107, mayo de 2009).
(HCB/VVS)