Escritor. Nació el 12 de febrero de 1912 en Chilpancingo; murió en la misma ciudad el 10 de junio de 1999. Fueron sus padres Leonides García Reynoso y doña Bruna Pastor Manzano, que hablaban náhuatl.
Estudió la primaria en la Escuela Vicente Guerrero y en la Ignacio Manuel Altamirano; la secundaria, en la Normal del Estado, que entonces se encontraba en el viejo Hospital Civil Guerrero.
Logró destacar en la declamación y en la oratoria. En su grupo figuraban espíritus sobresalientes: Isaac Palacios Martínez, Moisés Ochoa Campos, Nicolás Wences García, Luis Agüero Sandoval, David y Elías Aguirre, Prudencio Ávila.
Terminó los estudios en la Normal de Ayotzinapa, bajo la guía del maestro Raúl Isidro Burgos; afianzó su calidad académica en el Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio.
De 1945 a 1947 estuvo de bracero en Estados Unidos, en el condado de Los Ángeles, donde dio a conocer, a través de radiodifusoras, la voz de los hombres del sur.
En 1942 Lamberto Alarcón lo incluyó en la Antología de poetas guerrerenses con dos poemas vigorosos: La gran disyuntiva y A Francia, donde se preocupa por el problema de la guerra, que causa hambres, miserias y muerte.
Figura en la Nueva antología de poetas guerrerenses Siglo XX, de 1987.
En 1983 publicó Bendita seas (drama en cuatro actos) y Fuerza sin rumbo (en un acto), que data de 1964.
Compiló una serie de poemas en Umbral, Chilpancingo, 1982; y dejó un manuscrito, Renglones cortos, poemas reunidos en 1993.
Con El sombrero de palma alcanzó el Premio Ignacio Manuel Altamirano, 1958, que se publicó en el Diario de Guerrero de Chilpancingo, en 1972, y en Chapingo, en 1976.
En esta novela presenta el drama que se vive en La Montaña de Guerrero, donde cuatro grupos étnicos: amuzgos, tlapanecos, mixtecos y nahuas, conviven en un ámbito de estrechez económica, de injusticias, abigeato, cacicazgo e incomodidad domiciliaria.
La pobreza es un espectro que envuelve la escena; el tejedor de palma elabora cintas interminables para venderlas al gachupín negociante y al usurero que comercia con el hambre del pueblo. No hay, en la novela, una ventana de esperanza.
Se soportan las violencias de la autoridad; el brío caprichoso del cacique; la pésima influencia de la Iglesia, que se interesa más por el mundo terrenal y olvida el auxilio de las almas.
En 1958 ganó el certamen Carta a mi hijo, convocado por el diario Novedades, y, en La Prensa, le premiaron su trabajo “Rincones de México”.
Fue pro secretario del comité en los festejos del Centenario de la Erección del estado de Guerrero, en 1949.
(AND/BJD)