Díaz Pacheco, Agustín Modesto

Sacerdote católico. Nació el 28 de agosto de 1894 en Alcozauca; murió en Chilpancingo el 18 de septiembre de 1963. Sus padres fueron el señor Modesto Díaz y la señora Josefa Pacheco.

Perteneció a una familia de fuertes raíces y firmes convicciones religiosas; su tío Florentino Díaz Martínez y sus primos Ángel, José y Leopoldo Díaz Escudero también fueron presbíteros; incluso éste último –don Leopoldo– fue el octavo obispo de Chilapa y ejerció funciones de 1929 a 1955.

Cursó los primeros estudios en su pueblo natal y los eclesiásticos en el Seminario Conciliar de Chilapa, cuando era dirigido por Padres Euditas (Eudistas) de origen francés.

Los estudios sacerdotales comprendieron el lapso 1912–1920, y fueron los siguientes:

Seminario

Curso

Año

Menor

1. Curso inferior

1912

2. Curso medio

1913

3. Curso superior

1914

4. Curso de retórica

1915

Mayor

1. Filosofía

1916–1917

2. Teología

1918–1920

Conforme avanzaba en su preparación fue autorizado para el desempeño de tareas diferentes. En el libro 2 del Registro de Ordenaciones, que forma parte del Archivo Diocesano, queda constancia de que el padre Díaz Pacheco recibió en ceremonia especial para cada caso, las Órdenes Sagradas que se enlistan a continuación:

  1. Primera Tonsura –el 5 de septiembre de 1915, en el oratorio del Seminario–, que le permitía ser “clérigo en fase inicial”.
  2. Las cuatro Ordenes Menores –el 24 de marzo de 1917, en la Santa Iglesia Catedral–:
  3. Lectorado, que lo autorizaba a “proclamar la Palabra de Dios”.
  4. Acolitado, que “le concedía gracia para servir en el altar”.
  5. Exorcistado, que lo facultaba para “expulsar malos espíritus, a través de la oración”.
  6. Ostiariado, que le otorgaba poder para “dar la comunión”.
  7. Subdiaconado –el 6 de abril de 1919, en la capilla del Seminario–, que le dio anuencia para “acompañar al sacerdote en la celebración de las ceremonias litúrgicas, ubicándose al lado izquierdo de éste”.
  8. Diaconado –el 20 de marzo de 1920, en la capilla del Seminario–, que lo autorizaba a “cumplir una función similar a la del subdiácono, pero situándose al lado derecho del sacerdote”.
  9. Presbiterado –el 29 de agosto de 1920, en la Santa Iglesia Catedral–, que le concedió aprobación para celebrar las ceremonias litúrgicas.

El padre Díaz Pacheco fue ordenado sacerdote por don Francisco Campos y Ángeles, obispo de la diócesis de Chilapa. Cantó su primera misa en el pueblo donde nació, el 13 de octubre de 1920. Fue párroco de Tlalixtaquilla y de Zumpango del Río; capellán del templo de la Villita de Chilapa, y vicario foráneo de Ayutla y de Malinaltepec. Fue ecónomo del seminario donde estudió y ahí mismo trabajó como profesor de los cursos medio y superior. También se desempeñó como director diocesano de los Vasallos de Cristo Rey y diputado de disciplina en el Seminario Conciliar Diocesano (periodo 1953–1959).

Con el nombramiento de cura párroco y vicario foráneo de Santa María de la Asunción, el padre Díaz Pacheco se hizo cargo, el 12 de diciembre de 1936, de la parroquia (actualmente catedral) de la capital del estado. En ese año el templo era sólo un conjunto de paredones con techo de lámina. Su esfuerzo personal y la colaboración de los feligreses hicieron posible que el recinto –cuyo lejano antecedente de 1813 fue sede del Congreso Constituyente convocado por Morelos, y hoy es monumento histórico nacional– se convirtiera en un edificio de líneas modernistas, sobrio y bello, que conserva en su interior la elegancia de los antiguos templos.

En 1947 –una vez que se terminó “la parte constructiva (sic) del Templo, (que) se le decoró modestamente y se le colocó piso de mosaico verde”–, organizó un Congreso Eucarístico interparroquial. El evento se celebró del 14 al 19 de abril de ese año y contó con la asistencia, entre otras personalidades eclesiásticas, del arzobispo de México don Luis M. Martínez, del obispo de Veracruz don Pío López, del obispo electo de Zamora don José Anaya y del obispo de Chilapa don Leopoldo Díaz Escudero, quien lo presidió.

Como parte de su obra religiosa y social, el padre Díaz Pacheco impulsó la reparación y/o edificación de las capillas existentes en tres de los barrios tradicionales de Chilpancingo: San Mateo, San Antonio y San Francisco –a las que proveyó, además, de curatos anexos–, así como la construcción de los templos de Las Petaquillas y Mazatlán (poblaciones cercanas a la capital del estado). En la actual parroquia de San Francisco estableció el monasterio de Religiosas Capuchinas y fundó un Templo Expiatorio.

También creó, el 15 de agosto de 1958, el Centro Escolar Chilpancingo (que atiende los tres niveles de la educación básica: preescolar, primaria y secundaria) y le donó su importante biblioteca, que contaba, entre otros libros, con una enciclopedia de más de cien tomos.

“Fue un sacerdote humilde, trabajador y ejemplar”, según lo recuerda el padre Humberto Osorio Refino, su sucesor y colaborador más cercano. No dejó obra escrita; sin embargo, su elocuencia e incansable labor pastoral le dieron prestigio y una gran autoridad moral entre la población. Fue él precisamente quien logró unir los barrios de Chilpancingo, pues hubo tiempos en que éstos eran ínsulas infranqueables para quienes no vivían en su espacio, además de que las diferencias se traducían, a veces, en confrontaciones violentas.

El padre Díaz Pacheco, de acuerdo con su nombramiento de Vicario Foráneo, extendió su actividad sacerdotal a las parroquias de Tlacotepec, Dos Caminos, Mochitlán, Zumpango del Río, Quechultenango y Chichihualco.

En Las Petaquillas promovió la construcción de la iglesia de San Agustín y en la propia capital del estado la celebración de su onomástico (el 28 de agosto) constituyó durante muchos años un relevante acontecimiento colectivo, resultado del afecto y respeto que supo ganarse. El padre Díaz Pacheco se consideraba a sí mismo “un modesto siervo de Dios” y con esta frase respondía a los elogios que se le prodigaban.

Fue canónigo honorario del muy ilustre y venerable Cabildo Catedral, lo que significa que gozaba de una canonjía: la modesta pensión que le asignó el propio Cabildo y el reconocimiento a su trayectoria pastoral.

Mostró siempre un carácter enérgico para defender los derechos de la Iglesia; no obstante, durante su gestión religiosa hubo muy buenas relaciones con las autoridades civiles y militares.

En los días previos a su fallecimiento, mientras su salud se quebrantaba poco a poco, recibió la visita de incontables personas. El pueblo acudió al sepelio que tuvo lugar en el panteón municipal de Chilpancingo. Años después, al conmemorarse un aniversario más de su muerte, los restos del padre Díaz Pacheco fueron trasladados al interior de la hoy catedral y sepultados cerca del altar mayor; sobre la lápida que da cuenta de este hecho pueden leerse las líneas siguientes: “1894–1963/ Pbro. Agustín M. Díaz/ Cngo. honorario/ Padre y pastor de esta feligresía/ que guió con amor, virtud y celo/ apostólico durante los años/ 1936 a 1963. / Descanse en paz./ Recuerdo de sus familiares./ 18–IX–1976.”

(CCL)