Cruz Alamar, Valente de la

Profesor y líder de la lucha agrarista en la Costa Grande (1894–1925).

Nació el 21 de mayo de 1894 en San Luis La Loma, municipio de Tecpan de Galeana. Hijo de Catarino de la Cruz y María de Jesús Alamar. Murió arteramente fusilado el 14 de septiembre de 1926.

Hizo los primeros estudios en una escuela particular de su pueblo. Cuando tenía 15 años de edad, por un fatal accidente, privó de la vida a uno de sus compañeros de escuela, José Rodríguez Delgado, quien casualmente pasaba frente a él cuando se le disparó un rifle de salón. Fue detenido y trasladado a Tecpan donde quedó bajo la custodia del señor Evaristo Acosta, secretario del Ayuntamiento, por petición de éste ante el juez.

A partir de entonces el joven Valente pasó a vivir con la familia Acosta Berdeja. Fue inscrito en la Escuela Primaria Hermenegildo Galeana, institución oficial, para que terminara sus estudios; poco después, gracias a su dedicación e inteligencia fue nombrado subdirector de la misma por gestiones de los padres de familia; con el tiempo llegó a ser director de ese plantel.

La integración con la familia de don Evaristo se consolidó cuando Valente contrajo matrimonio con Romanita, una de las hijas de su protector, en 1918.

El 16 se septiembre de 1919, en un evento cívico del municipio, le estalló una bomba casera en la mano derecha arrancándole el dedo pulgar y dos falanges del índice. Por este percance tuvo que aprender a escribir con la mano izquierda.

Al terminar el movimiento armado de la Revolución (1919) muchos de los caudillos regionales se mantuvieron vigentes y a la expectativa, participando en la lucha por solucionar problemas locales o para apoyar a otros jefes o caudillos. La guerra se había convertido, para ellos, en una necesidad, algo que los ayudaba a sobrevivir, sin importar mucho la ideología de los levantamientos. Sin embargo, hubo luchadores sociales más comprometidos con las causas que abrazaron, entre los que estaban los Escudero en Acapulco, los Vidales y Valente de la Cruz en la Costa Grande.

En 1920 Valente escuchó un encendido discurso de Juan R. Escudero; sus palabras le sacudieron la conciencia y le ayudaron a convertirse en líder natural. Poco después emprende el trabajo de organización del Partido Obrero de Tecpan bajo la influencia y a semejanza del Partido Obrero de Acapulco. En 1922, es postulado para diputado local, pero sus enemigos le arrebatan el triunfo, lo que no pueden hacer con Amadeo Vidales quien llega a la presidencia municipal de Tecpan. Juntos trabajaron a favor de la educación, de la salud y los servicios para la gente de los pueblos costeños; además de buscar la solución del problema agrario, que se convirtió en la principal causa de su lucha.

Sin dejar de atender sus labores docentes, el profesor comulgaba de corazón con los ideales agrarios que planteaban el reparto de los grandes latifundios que estaban en manos de unos cuantos terratenientes de la Costa Grande. En unión de varios líderes agraristas de la Costa Chica y de Atoyac organizó la lucha, ganándose con esto la enemistad de los propietarios que lo consideraron un agitador comunista. Por las constantes amenazas, y temiendo por su vida, tuvo que salir de Tecpan en marzo de 1923. Acompañado de un grupo de amigos se dirigió a Tenexpa y después a Nuxco, donde llegó ya con 25 hombres armados. Es entonces cuando empieza su peregrinar en defensa de los campesinos.

Tuvo contacto con el presidente de la República Álvaro Obregón y le hizo saber la situación tan precaria de sus coterráneos y las amenazas de muerte que él recibía por defenderlos.

Mientras tanto, los hacendados se habían apoyado en las “guardias blancas” y en las tropas federales para deshacerse de los líderes que les estorbaban. Entre ellos asesinaron a Justino Piedra, de San Jerónimo; a Felipe Texta, de Tenexpa; a Lucio de los Santos, de San Luis San Pedro; a Pablo y Simón Hernández, de El Ticuí, y a Luis Lluk, de Petatlán.

El profesor De la Cruz tomó la decisión de ir a la Ciudad de México y logró entrevistarse con el general Obregón, quien le brindó un trato cordial y de confianza, y como ya había rumores de una rebelión Valente le reiteró su lealtad y la de los agraristas. El Presidente le entregó 60 máuseres, 25 mil cartuchos y rifles 30-30 con su respectiva dotación de parque, además del nombramiento de General en Jefe de las Fuerzas Regionales del Sur.

En noviembre es asesinado el líder Manuel C. Téllez, de Atoyac de Álvarez, lo que provoca la rebelión de los campesinos. Como Valente se encontraba en la Ciudad de México buscan a Silvestre Castro, el Ciruelo, para que encabece la lucha armada. Los acontecimientos se precipitan, pues a fines de diciembre de 1923 estalla la rebelión delahuertista en contra del gobierno de Obregón, que en Guerrero es encabezada por don Rómulo Figueroa, quien tenía querellas personales con el gobernador de Guerrero, el licenciado Rodolfo Neri, al que quería derrocar. A esta situación se sumó el asesinato de los hermanos Escudero el 21 de diciembre, lo que acabó de exacerbar la violencia en el estado.

El 30 de diciembre Silvestre Castro y los agraristas atacaron Coyuca de Benítez; para entonces ya se les habían unido los hermanos Vidales con un contingente de 40 hombres. Fracasa el ataque y se dirigen a Tepetixtla y a Santa Bárbara. Cuando pasan por un paraje llamado Las Piñas encuentran al gobernador Neri al que protegen hasta llegar a Petatlán el 22 de enero. En ese sitio se encontraron con Valente, que había llegado acompañado de un grupo de amigos desde la Ciudad de México evadiendo a sus enemigos y a los sublevados.

Como el gobernante no quiso reconocerle el cargo de comandante militar de ambas costas, Valente se negó a entregarle las armas y el parque. Sin embargo, ante el peligro del ataque enemigo le fue requisado para distribuirlo entre las tropas leales. De la Cruz se disciplinó y luchó con gran valor al lado de Neri, Amadeo S. Vidales, su hermano Baldomero y Silvestre Castro. El 23 de enero de 1924 los rebeldes delahuertistas encabezados por el mayor Juan S. Flores atacaron Petatlán encontrando férrea resistencia en los defensores. Después de una cruenta batalla los agresores fueron derrotados.

Salieron de Petatlán y el 6 de febrero tomaron Coyuca de Benítez; ahí se separaron los Vidales para dirigirse a la sierra de Atoyac. El gobernador recibió información de que el general Rómulo Figueroa marchaba en su búsqueda, por lo que decidió encaminarse a la Ciudad de México para allegarse fondos. En el camino encontraron fuerzas rebeldes con las que entablaron combate. Neri enfermó de paludismo y tuvo que ser llevado en una hamaca; el 18 de febrero ya estaban en Apaxtla y gracias a que recibió curaciones caseras pudo mejorar su salud. Siempre acompañado y protegido por las fuerzas de Silvestre Castro y Valente de la Cruz, el día 24 llegaron a México, donde volvió a enfermar el licenciado Neri. Ya repuesto de sus enfermedades, el 1 de abril regresó a Chilpancingo para seguir ejerciendo su cargo.

Dice el historiador Tomás Bustamante Álvarez en la obra Historia general de Guerrero que “el obregonismo fue otro de los elementos que unió a los Escudero, Valente y los Vidales; todos creían en el gobierno de Obregón y en el gobernador Rodolfo Neri”.

Ellos esperaban un gran apoyo del presidente Obregón, y lo tuvieron mientras le sirvieron para enfrentar a sus enemigos y a los delahuertistas, cuando ya no los necesitó, los dejó solos en su lucha contra los poderosos, quienes compraban la protección a los militares acantonados en la región.

Durante el movimiento delahuertista los contingentes más castigados y que más muertos aportaron fueron los escuderistas y los agraristas de la Costa Grande, quienes defendieron el gobierno de Obregón y de Neri. Cuando esos “costeños desarrapados”, en su mayoría campesinos, pedían tierra para trabajar, eran acusados de comunistas por el gobernador Neri. Sin embargo, terminada la lucha contra el delahuertismo, Obregón les entregó tierras con las que formaron ejidos en diversos núcleos agrarios de las costas, ya bajo el liderazgo de los Vidales.

Valente fue enviado a Acapulco como jefe de la Oficina Federal con el propósito de protegerlo de sus enemigos; no obstante, éstos no tardaron en asesinar a su ayudante Jesús Pinzón; entonces, decidió renunciar y volvió a Tecpan donde tenía el apoyo de los agraristas. Pronto vinieron las elecciones para presidente municipal y el profesor De la Cruz las ganó. Tomó posesión el 1 de enero de 1925 y nombró como secretario a Enrique G. Pegueros.

En junio del mismo año, intentaron asesinarlo y tuvo que huir nuevamente. Regresó con el juez de distrito para responder a una falsa acusación y fue absuelto con una fianza de dos mil pesos. En septiembre de 1926 intentó hacer un viaje a la Ciudad de México en busca de ayuda, pero en un lugar llamado El Carrizal de Arteaga, Michoacán, sin formación de causa alguna, fue aprehendido y fusilado ahí mismo por el general Nogueda. Ese fue el costo que pagó por haber enfrentado con valentía al latifundismo extranjero, al caciquismo criollo y a los “guardias blancas” que los protegían.

(VVS)