Famoso curandero amuzgo que fue patriarca de esa etnia. Sobrepasó los cien años de edad; murieron con él tradiciones, ritos y costumbres de sus mayores. Huehuetónoc, su pueblo natal, fue la comunidad más conservadora de los amuzgos, último eslabón de tradiciones encadenadas siglo tras siglo.
Bernardino era el sabio, el adivino, quien daba orientaciones a los desposados en el “quedamento” (ceremonia ritual con consejo de ancianos). Envolvía las flores en el huipil del niño o persona enferma y las tiraba en un acantilado para que al correr en las aguas del arroyo securara de la enfermedad de su nahual (animal protector).
Sabía leer las manos de los enfermos eindicaba si era necesario comer carne de chivo, de gallina o de guajolote para curarse. Vicente Ramírez Sandoval, cronista de Ometepec, comentó que los amuzgos de Tlacoachistlahuaca lloraron en los años 50 la muerte de aquel patriarca que hablaba de sus antepasados con gran orgullo, de su raza venida del oriente hace muchos siglos. Su familia continúa viviendo en Huehuetónoc, donde la etnia amuzga, establecida en la Costa Chica de Guerrero, cree que se desplazaron de las costas de Oaxaca.
(FPM)