Arizmendi Figueroa, Constantino

Sacerdote. Nació en 1895 en Tetzicpán, estado de México; murió en 1955 después de una intervención quirúrgica. Sus padres fueron el profesor Jesús Arizmendi y doña Febronia Figueroa.

Hizo sus primeros estudios al lado de su progenitor y a la edad de 16 años fue matriculado en el Seminario de Chilapa, distinguiéndose por sus calificaciones en las asignaturas de Latín, Matemáticas, Filosofía, Español, Francés, Teología, Dogma, Moral, Sagrada Escritura y Dibujo. Fue ordenado sacerdote el 24 de octubre de 1919; continuó como canónigo y en 1921 se hizo cargo del subrectorado del mismo seminario. Con la visita del administrador apostólico del clero de Morelia recibió nombramiento como párroco de Azoyú, donde las múltiples actividades sacerdotales le causaron tal desmejoría de salud que para su descanso fue transferido a Pilcaya y Noxtepec, siendo en éste último curato donde sufrió la persecución callista, y así, ocultándose, siguió administrando.

Después pasó a Huamuxtitlán y con su modo de ser afable, altruista y respetuoso se ganó el afecto de la gente logrando reorganizar las hermandades y la impartición del catecismo, además de conseguir la presencia de una misión, con la ayuda del obispo; también, por instrucciones diocesanas, tenía en la cabecera el retiro mensual con los señores curas de la foranía, con exposición del Santísimo, meditación y solución del caso de conciencia. Con el apoyo de la población hizo el propósito de construir el templo parroquial, que tenía serios desperfectos desde el temblor de 1907; emprendió el trabajo, que logró ver realizado antes de irse a Chilapa.

Cuando la orden de cambio se comunicó la población se apesadumbró y varios jóvenes de Huamuxtitlán lo siguieron al seminario, en el que recibió, con fecha 12 de septiembre de 1938, el nombramiento de canónigo lectoral, y desde el año siguiente fue rector del mismo; a su iniciativa, la capilla de San Antonio se transformó en un amplio templo, que tenía en lo alto una imagen de Cristo Rey en mármol y de cuerpo entero; en su atrio otra imagen en material resistente de la Virgen Inmaculada. Durante tres años fue capellán de la Iglesia del Dulce Nombre, vicario general, capellán del templo de San Antonio. La escasez de sacerdotes obligó a tener ocupaciones variadas: capellanías, clases, predicación, confesiones, oficios en la curia diocesana, asuntos delicados a realizar por mandato superior.

(BJD)